Keybotic está ampliando su cartera de clientes a nivel español con su perro-robot, que patrulla por plantas químicas para detectar anomalías e incidencias de forma autónoma. Después de cerrar 2023 con órdenes de compra por valor de 500.000 euros, la empresa fundada en 2020 por Irene Gómez e Hilario Tomé se propone alcanzar el millón de euros este año: “El objetivo de 2024 es doblar el resultado del año pasado”, avanza Gómez.
La empresa emergente deep tech está en proceso de entregar la primera decena de su autómata a clientes del sector químico a nivel estatal, como Carburos Metálicos, Basf y Kao Chemicals. Ahora se prepara para su internacionalización, con la previsión de ponerla en marcha el próximo año. La cofundadora y CEO de la startup revela que empresas extranjeras ya se han interesado por Keyper, su perro-robot. “Hemos pospuesto las entregas internacionales precisamente porque queremos estar muy cerca de nuestros clientes”, según Gómez. En este contexto, la empresa está cerrando los partners con los que adentrarse en nuevos mercados y lanzarse a una internacionalización que afrontan con buenas perspectivas. De hecho, Keybotic ha recibido solicitudes desde mercados como el de Japón, Malasia, Singapur, Corea del Sur, Hong Kong y Chile: “Nosotros no los hemos ido a buscar, llegan a nosotros porque existe esta necesidad”.
Y es que su robot representa una propuesta innovadora para detectar anomalías y enviar avisos en tiempo real. Para detectarlas, Keyper tiene la capacidad de hacer rondas de inspección en zonas industriales de forma autónoma, mediante su tecnología avanzada de cámaras, sensores y detectores de gases, que le permiten ir más allá del ojo humano y captar irregularidades en algunos casos imperceptibles para los sentidos. Con estas características, el robot incrementa los estándares de seguridad y sostenibilidad en las plantas en las que patrulla, que disponen de información en tiempo real de lo que ocurre en sus instalaciones.
Además, su estructura cuadrúpeda es clave para dotarlo de mayor capacidad de movimiento, y da forma a una “máquina muy estable que puede ir donde cualquier persona puede ir”. Así, sus cuatro patas le permiten inspeccionar la planta sin que escaleras, tuberías y desniveles representen un impedimento para sus rondas. Pese a estar preparado para trabajar en entornos complejos, su manejo está diseñado para ser operado de forma simple: “Solo se requieren unas normas de seguridad básicas y programar su misión. El objetivo es que cualquiera pueda entender cómo se utiliza”, destaca Gómez.
Las funciones y capacidades de Keyper, además, están en constante evolución. “Somos una empresa de I+D, y el 76% de nuestro presupuesto va a este ámbito. Siempre tendremos la mirada puesta en lanzar nuevas evoluciones o nuevos robots”, ha asegurado la cofundadora de Keybotic.
Además de abrir Keyper a nuevos mercados, la empresa mira también a nuevos sectores. Uno de ellos es la minería, que conecta la startup con su origen: buscar personas atrapadas en cuevas y galerías subterráneas, aunque en ese caso fue de forma virtual. Fue en 2020, durante el premio de robótica más relevante a nivel mundial, que organiza la agencia estadounidense Darpa. La competición Subterranean Challenge atrajo a profesionales y equipos de todo el mundo, Hilario Tomé entre ellos. Pese a competir con contrincantes como un equipo de 40 personas del MIT, el cofundador de Keybotic ganó el reto.
El software de la propuesta de Tomé, de la que Gómez formaba parte a nivel de estrategia, se hizo con un premio de 750.000 dólares, con los que han desarrollado Keybotic. Tras ganar en 2020 este premio —equivalente al “Nobel de la tecnología”—, la empresa empezó a diseñar su primer robot en 2021, que estuvo listo en 2022 y empezó a llegar a clientes en 2023. Ahora, y justo un año después de cerrar una ronda de inversión de tres millones de euros, la startup se centra en consolidar su cartera de clientes y en propulsar su estrategia de expansión internacional.