Los gases renovables, entendidos como aquellos que pueden servir para generar energía y provienen de materias primas o fuentes renovables, podrían servir para reducir 35 millones de toneladas de CO2 si España desarrolla todo su potencial de producción en este campo. Es decir, el CO2 que emite todo el parque de turismos en un año o el que absorbió toda la superficie forestal del país en 2017. Con todo, supondría ahorrar más del 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero previstas para el año 2030.
El biogás, el gas de síntesis y el hidrógeno son los tres tipos de gases renovables existentes. Todos ellos tienen unas características que les permiten ser convertidos en metano y, por lo tanto, ser inyectados en la red de gas natural. De hecho, si estos tres gases renovables se explotaran en su máximo potencial en España, permitirían cubrir el 65% de la demanda actual de gas natural. “Siempre que se impulse su desarrollo de forma decidida y sin mayor demora”, condiciona el doctor ingeniero industrial y profesor emérito de Ingeniería Ambiental de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), Xavier Flotats. Si no se lleva al máximo potencial, en el escenario menos optimista, equivaldría a la cuarta parte de la demanda actual.
“Aunque a España le queda aún camino por recorrer, nuestro país cuenta con un notable potencial en este terreno, fundamental para la consecución de los objetivos de control del cambio climático”, defiende Flotats. Para su desarrollo, son necesarias políticas decididas que incentiven su uso e implantación.
Si el biogás, el gas de síntesis y el hidrógeno se explotaran en su máximo potencial en España, permitirían cubrir el 65% de la demanda actual de gas natural
Además de reducir las emisiones de CO2, el uso de gases renovables también facilitará la integración del sistema gasista y el eléctrico. Esto es una clara ventaja puesto que, en un contexto de descarbonización y avance hacia la electrificación, hay usos que no pueden depender de la electricidad, especialmente en la industria, ya que es necesario poder almacenar la energía y no consumirla al momento, por lo que se prefiere el uso del gas natural. En este caso, si se puede sustituir el gas natural por gas renovable, se reduciría el impacto sobre el medio ambiente, puesto que el primero es un combustible fósil y contamina más.
La integración de ambos sistemas también significa que las dos fuentes de energía sean complementarias. Eso supone que la electricidad se podrá convertir en gas natural y viceversa, explotando las virtudes de cada una según el contexto. Así, se podría almacenar energía y descentralizar la producción y el consumo, aumentando la eficiencia del sistema.
Otra de las ventajas que puede suponer la implementación de los gases renovables es un mayor control de muchos residuos que a día de hoy no lo están y contaminan, teniendo en cuenta que el biogás proviene de los residuos orgánicos y el gas de síntesis de los residuos forestales. A su vez, la producción de gases renovables puede permitir también el desarrollo rural de aquellas zonas que dispongan de residuos aptos para su conversión. Por último, fomentará la autosuficiencia energética, reduciendo la dependencia de fuentes de energía exteriores y promocionando la producción local.
La posición de España respeto a Europa
Si se compara el desarrollo de los gases renovables en España respecto al resto de Europa, destaca que en Europa hay instaladas más de 540 plantas de producción de biometano —biogás al que se le ha eliminado el CO2 para poder ser utilizado energéticamente—, mientras que en España no superan la veintena, entre las que están operativas o en fase piloto. En concreto, el 66% de las plantas se sitúan en tres países: Alemania, líder con el 50% de la producción europea, Reino Unido y Suecia. En países como Francia, Italia, Holanda o Dinamarca se han aprobado medidas para impulsar su desarrollo.
El hidrógeno es uno de los gases renovables con el que España puede liderar el mercado europeo. El potencial de producción de hidrógeno verde es de 1.750 TWh/año gracias a las condiciones geográficas y climáticas del país, lo que equivale a once veces el consumo actual de gas natural (160TWh/año), excluyendo el utilizado para su generación.
En España las plantas de de producción de biometano no superan la veintena, en comparación a las más de 540 plantas que hay instaladas en Europa
Estas estimaciones lo sitúan como el país con mayor potencial de producción de hidrógeno de toda Europa, según el Institut d’Investigació en Energia de Catalunya (IREC). “España es un país bien posicionado en Europa para producir hidrógeno renovable a un coste competitivo y exportarlo a otros países de la Unión Europea”, según señalan los expertos del IREC. “El potencial de producción de energía renovable de España está por encima de los 3.000 TWh/año, en un orden de magnitud superior al consumo actual de electricidad y unas 30 veces la producción corriente de energías renovables”, afirman, “lo que supone que existe capacidad para la producción de hidrógeno”.
En función de su origen y su proceso de producción, existe el hidrógeno gris (el que se usa hoy en día principalmente en la industria y está producido con materias no renovables), azul (se produce incorporando tecnologías de captura de CO2), y verde o renovable (opción renovable y libre de emisiones, producido por electrólisis, a partir del agua y la electricidad procedente de fuentes renovables).
Primera inyección de gas renovable en la red gasista
Una de las primeras experiencias con gases renovables en España la ha protagonizado Naturgy, convirtiéndose en la primera empresa en inyectar gas renovable procedente de vertedero en la red de distribución de gas nacional. La planta de gas renovable desde la que lo hizo está situada en el Parc de l’Alba de Cerdanyola del Vallès, junto a un vertedero de residuos urbanos, a partir de los cuales se genera el biogás, al que se elimina el CO2 para poder usarlo energéticamente.
Tras una inversión de 2,2 millones de euros, esta planta de biometano se estrenó el pasado mes de junio, en fase de pruebas. Actualmente, ya ha superado este periodo inicial e irá ganando capacidad para producir energía, con la previsión de que llegue a su máximo, de 12 GWh/año de biometano, de cara al año que viene, según explica el responsable técnico de Proyectos Biometano de Naturgy, Ignasi Mallol. Esto equivale al consumo anual de 3.200 hogares. Es decir, podrá evitar la emisión a la atmósfera de 2.400 toneladas de CO2/año, una cantidad equivalente a plantar unos 5.000 árboles.
La planta de gas renovable de Naturgy en Cerdanyola del Vallès podrá evitar la emisión a la atmósfera de 2.400 toneladas de CO2/año, una cantidad equivalente a plantar unos 5.000 árboles
Parte del biometano generado en esta planta se destinará a movilidad sostenible, gracias al contrato de suministro que Naturgy ha firmado este mes con Aquaservice. La distribuidora de agua, que será la primera en España en usar este gas en su flota de reparto de última milla, evitará la emisión a la atmósfera de hasta 350 t CO2/año, que equivale a retirar de la circulación de una ciudad 53.000 vehículos durante un día.
El proyecto de Cerdanyola del Vallès, junto a otros que está desarrollando Naturgy en España, responden a su objetivo de que, en 2050, todo el gas que circule por sus redes sea de origen renovable. Para ello, está digitalizando su infraestructura de distribución con la mirada puesta en la entrada masiva de gases renovables y está analizando proyectos de biometano e hidrógeno por valor de 4.000 millones de euros en el marco de los fondos europeos.
Otra experiencia con gas renovable que se ha producido en Catalunya es el proyecto Life Methamorphosis, en el que han participado el Institut Català de l’Energia (ICAEN), el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), el Ayuntamiento de L’Hospitalet, Aqualia, FCC Medio Ambiente, Naturgy y Seat. Esta iniciativa explora tecnologías que permitan también recuperar los residuos orgánicos generados tanto en entornos urbanos como rurales y convertirlos en biometano.
Dentro del proyecto Life Methamorphosis, Naturgy ha transformado purines de una planta agroalimentaria ubicada en Porgaporcs, cerca de Lleida. El gas renovable obtenido se puede utilizar para llenar el depósito de vehículos con motor de consumo de gas o para ser inyectado en la red de gas natural, como en el caso de la de Cerdanyola del Vallès.