Los supermercados rechazan de media del 10% al 15% de la fruta de hueso de los agricultores, lo que se traduce en toneladas de producto en buenas condiciones desechadas a diario por requisitos estéticos. “En las grandes superficies, encuentras productos clónicos del mismo calibre, forma y coloración, pero los árboles no producen clones, y el coste de tirar lo que se sale de este estándar lo asume el productor”. Ahora, han surgido iniciativas para combatir este desperdicio alimentario, com la de Talkual, liderada por Marc Ibós. La startup, pionera en este ámbito en Catalunya, prevé duplicar por segundo año consecutivo su volumen de negocio, hasta los 5,5 millones de euros, y empieza a mirar a su internacionalización.
“Mi familia siempre ha estado ligada al sector de la fruta: mi abuelo empezó a explotar sus tierras, mi padre continuó, y yo seguí haciendo de payés. Me gusta decir que soy un payés que se ha venido arriba”, relata el coceo de Talkual. Ibós se lanzó a impulsar la startup en 2019 en Bellpuig junto al también ceo Oriol Aldomà, amigo antes dedicado a la docencia al que solía regalar algunas de sus manzanas: “Nos animamos a promoverlo entre los dos, y vimos que en otros países, como Estados Unidos, era rentable vender producto imperfecto”.
Después de unos ocho meses de cocción de la idea y de desarrollar el proyecto, vendieron las siete primeras cajas de fruta, a su familia, en febrero de 2020. Luego, llegó la pandemia. Por una parte, el confinamiento benefició las ventas online, aunque “las empresas de transporte no estaba preparadas por el alud de pedidos que se generaron en todas partes”. Superados los efectos de la pandemia, la startup leridana fue ganando clientes y, con ellos, incrementando su facturación, duplicándola año a año. De los 300.000 euros que facturaron en 2020, pasaron a 800.000 en 2021, y superaron los 1,3 millones de euros en 2022. El año pasado fueron 2,8 millones de euros, hasta plantarse en los 5,5 millones de euros que prevén para este 2024. En paralelo, Talkual también ha ido ampliando su plantilla, hasta los 34 trabajadores de los que dispone actualmente.
Talkual, que ha crecido a base de fondos propios y sin recurrir a rondas de inversión, opera a través de un modelo de suscripción con sus clientes finales: actualmente cuenta con 8.000 suscritos activos, a los que entrega unas 5.000 cajas semanales de fruta y verdura. En ellas, los clientes reciben producto de temporada, en un surtido que pueden personalizar vetando los productos que no desean recibir.
Además de canal de venta directo con el cliente final, la startup también cuenta con una línea de negocio B2B con oficinas que ofrecen fruta a sus trabajadores. Esta línea, con la que Talkual surte a 160 empresas, es una de las que la startup quiere reforzar. De cara al futuro, se marca otro gran objetivo: lanzarse a la internacionalización. “Empezamos a tener un nivel de facturación que nos permite intentarlo”, asegura Ibós. Para ello, Talkual está analizando mercados europeos para perfilar su estrategia internacional.
También como novedad dentro de los planes de Talkual, la empresa está desarrollando un supermercado online de productos que van más allá de la fruta y la verdura, pero que están igualmente vinculados a productos imperfectos, como frutos secos que se descartan por su coloración cuando tienen las mismas propiedades y sabor que los que se encuentran en cualquier gran superficie.
La startup cuenta no sólo con clientes en toda la España peninsular, sino también con proveedores de fruta y verdura a nivel estatal. “Al principio nos costó encontrarlos, pero ahora las sinergias son muy claras y contamos con muchos productores”, destaca Ibós. La empresa ha trabajado desde su creación con unos 400 productores, y cuenta con un centenar fijos durante el año. Los proveedores cambian semanalmente, en función de la temporada y del producto, y suelen superar la decena cada semana.
“Yo soy payés, y conozco a los payeses. Y es fácil cuando lo que proponemos es comprar aquel producto que las grandes superficies no quieren comprar”, recalca Ibós, que pone en valor que el proyecto no sólo beneficia a los productores, sino que contribuye a reducir el desperdicio alimentario: “Desechar producto que es bueno es algo muy duro, y venimos a combatirlo”.