Cuando aterrizó en nuestra ciudad con 33 años, Friedrich von Schönburg no imaginaba lo intensa y singular que iba a ser su etapa como directivo de El Palace Barcelona. Ese histórico hotel en la esquina de Gran Via con Roger de Llúria, abierto como Ritz, cumplía aquel 2019 su centenario.
La célebre marca, apellido del legendario César Jean Ritz, padre de la hostelería moderna junto al chef Auguste Escoffier, dejó de utilizarse en el hotel de Barcelona en 2005 por una serie de litigios de la antigua propiedad. La del cambio de nombre fue una historia recurrente, aunque ahora va quedando atrás.
De hecho, la juventud de Von Schönburg forma parte de ese paso adelante de la casa: fue su director general interino desde febrero de 2020 y ya asumió oficialmente el cargo en enero de 2021, lo que le convirtió, con 35 años, en el director de un cinco estrellas gran lujo más joven de Europa. Toda una excepción, pues un puesto así generalmente es más propio de un personaje maduro y de dilatada trayectoria, casi el de un cónsul o embajador de larga experiencia.
De hecho, su madre quería que fuese diplomático y su padre pensaba que su papel en la vida sería el de banquero. Friedrich, sin embargo, quería ser actor. “Y nada de eso pasó. Al final me entregue completamente al mundo de la hotelería y aquí estoy en Barcelona dirigiendo un hotel que tiene tantos años como potencial”, comenta con un suave acento andaluz, pues aunque su nombre y apellido hagan pensar otra cosa, nació en Málaga y se crió en Marbella.
Un estilo que es herencia familiar
Es cierto que María Luisa de Prusia y Rudolf Graf von Schönburg —conocido como el Conde Rudi— querían otro tipo de trabajo para él, aunque ahora están felices por ver a su hijo al timón de una de las instituciones de la hotelería continental. Su madre, viajera y siempre vinculada a obras solidarias y benéficas, dirigió Unicef en Andalucía durante décadas y su padre fue director de un establecimiento legendario: el Marbella Club, el lujoso y a la vez relajado hotel fundado a mediados de los 50 por el príncipe Alfonso de Hohenlohe-Langenburg, uno de los lugares predilectos de la jet set y que situó a esa localidad de la Costa del Sol como destino de lujo durante años.
“Siempre vi a mis padres como personas impecables en las formas y eso, creo, acabas haciéndolo tuyo. Tanto por su pasado como por sus trabajos, ellos son grandes anfitriones”, indica, mientras recuerda que su primera experiencia real en hotelería fue durante una huelga en el Marbella Club: “Tuve que hacer de todo, porque los clientes estaban alojados y había que seguirlos cuidando. Mi padre estaba en mil cosas y mi madre se convirtió en la telefonista del hotel para mantenerlo vivo. Ahí es donde me entró la pasión por este mundo: tratar bien a los demás y hacer que se sientan en su casa. Por lo tanto, adiós al potencial banquero, al deseado diplomático y también al actor”, dice riendo.
“Siempre vi a mis padres como personas impecables en las formas y eso, creo, acabas haciéndolo tuyo. Tanto por su pasado como por sus trabajos, ellos son grandes anfitriones”, indica Von Schönburg
Así, el joven Friedrich acabó pasando del colegio alemán de Marbella a la Ecole Hôtelière de Lausanne, un clásico del sector, fundada en 1893 durante el boom del inicio de los viajes y el turismo en la Suiza de finales del siglo XIX. Allí pasó cinco años que compaginó con prácticas en grandes hoteles de Madrid, París y Andalucía, tiempo que recuerda con cariño y ojos pícaros, aunque en la línea de discreción de un gran hotelero, no entra en detalles. Después trabajó con su hermana en su empresa de organización de eventos y márketing con base en Valencia.
Luego llegó una década ya plenamente activa en varios de los mejores hoteles de Londres: The Savoy, Claridge’s, Rosewood, The Connaught… establecimientos de altísimo caché que fueron una segunda escuela. “Mi plan era estar dos o tres años en Reino Unido para desarrollar luego mi carrera en otros países, pero… las ofertas de trabajo en hoteles tan importantes y en los que se aprende tanto, hicieron que ese periodo se acabase convirtiendo en una larga década londinense, que me sirvió mucho para afrontar con más tablas la etapa actual”.
…Y Barcelona
La llegada a la capital catalana hace algo más de dos años salió de una oportunidad: la propiedad de El Palace estaba buscando un “segundo de a bordo”, que en la jerga hotelera se denomina Hotel Manager, para actuar como mano derecha del director general, algo que desarrolló hasta febrero de 2020, cuando la covid-19 ya acechaba. A partir de entonces, con el director general de larga baja, asumió su papel de manera interina durante el periodo de cierre. “Esto sí que fue todo un máster: tener que cerrar un hotel y quedarte con las llaves de unas rejas que nunca están cerradas fue algo que no olvidaré. Veníamos de un buen año 2019, implementando nuevos proyectos y dándole un necesario aire nuevo al hotel… aunque de repente todo paró. Fue duro, extraño y aleccionador”, reconoce.
La reapertura fue progresiva: en verano del año pasado, ante el severo bajón de reservas, se optó por no activar las habitaciones y suites, aunque sí que se abrió la terraza: “Tenemos un precioso jardín de 1.500 metros cuadrados en la parte más alta de nuestro hotel, con vistas preciosas a toda la ciudad. Diría que es el jardín más grande de una azotea en Barcelona y la activamos para que la conociesen y disfrutasen los y las barcelonesas. Se ha convertido en todo un éxito y el 90%-95% de personas que nos visitaron el pasado verano no la conocían”, indica, satisfecho.
“Esto sí que fue todo un máster: tener que cerrar un hotel y quedarte con las llaves de unas rejas que nunca están cerradas fue algo que no olvidaré”, reconoce el director
Abrir el hotel a la ciudad es una de las fijaciones de Von Schönburg. Este mismo mes se reactiva un cine al aire libre a la puesta de sol con tumbonas, palomitas, cóctel y una programación de películas en las que nunca falta alguna de 007, pues se declara bondista. “Estamos procurando que pasen muchas cosas en el hotel, que sea un polo de atracción y que vuelva a ser uno de los grandes centros sociales de Barcelona. Pretendemos que en nuestro precioso hall siempre pasen cosas y que la gente entre a El Palace, lo haga suyo y se sienta bien”.
El director vive cerca del hotel y reconoce que es muy feliz en el Eixample junto a su pareja, Amanda, que desde Barcelona está desarrollando Classpass, aplicación de fitness, bienestar y belleza para todo el sur de Europa. Reconoce todas las virtudes de la ciudad, aunque echa a faltar más brío en las instituciones locales para que el rearranque de 2021 coloque a la ciudad en el lugar que le corresponde: “Si queremos seguir siendo un destino deseado y en el que la gente aspire a pasar unos días atractivos e incluso quedarse más tiempo, hay que afinar algo más en seguridad, limpieza y urbanismo. Nosotros ponemos todo de nuestra parte para embellecerla y necesitamos ese equilibrio”, reconoce.
En marcha de nuevo
Con la reapertura total del hotel el pasado 1 de abril, El Palace activó sus 120 habitaciones y suites, que arrancaron con una discreta ocupación, aunque progresivamente van logrando cierta vuelta a la normalidad. Durante todo este tiempo el director y su equipo han modernizado procedimientos, han horizontalizado la cadena de mando, mejorado la comunicación externa e interna, implementado tecnología no usada en los 102 años de historia de la casa y mejorado diferentes departamentos.
El Palace activó sus 120 habitaciones y suites a principios de abril: arrancaron con una discreta ocupación, pero progresivamente van logrando cierta vuelta a la normalidad
Hay un especial interés en devolver el hotel a los circuitos del lujo internacional gracias a acuerdos con diferentes compañías del sector y reactivar un restaurante de referencia en el espacio que durante años ocuparon los célebres Diana y Caelis. “Los tiempos no son los mismos y estamos viendo que podemos tener alta calidad combinando la historia del hotel, su estética y belleza, aunque con cierta informalidad. Encontraremos ese equilibrio del mismo modo que estamos haciendo en otras zonas de restauración del hotel. No paramos y estamos muy ilusionados con los tiempos que vienen”, concluye.
Después de 102 años de historia, El Palace tiene un nuevo capitán que ya está enderezando el rumbo de un hotel que necesitaba brio y nueva vida con un equipo que está motivado para hacerlo, al que ahora se ha añadido un pequeño-gran fichaje: Lulu, la pequeña teckel del director que ejerce de anfitriona de las mascotas de los clientes de un hotel que ahora también es pet friendly. Los tiempos cambian.