Gaudier es muy detallista y ha puesto todo su empeño en sacar brillo a todas las estancias del edificio que dirige, siempre sin olvidar que es uno de los lugares con más solera de la ciudad. Las dos novedades más relevantes de la planta noble que alberga el Círculo del Liceo son la apertura del despacho del presidente y la nueva iluminación de La Rotonda, decorada a principios del siglo XX por Ramon Casas con doce óleos espectaculares.
“En el despacho del presidente está la historia de la casa. Además del mobiliario original ahí está el libro de firmas y las fotografías de todos los presidentes. Creo que es muy buena idea que la gente vea este despacho que se ha conservado en muy buen estado. Respecto a la Sala de Ramon Casas hemos contado con el patrocinio de Juan Uriach que contrató a Jordi Bometón, antiguo técnico de Biosca y Botey, y que ha instalado leds que se manipulan con un sistema que permite mover los focos por ordenador. El material de la nueva iluminación ha tenido un coste muy elevado y de ahí la importancia del mecenazgo particular”.
Los doce lienzos de Casas inspirados en temas musicales son una de las joyas del Círculo y los socios saben muy bien que fue un milagro que se salvaran en el incendio de 1994 en que el Liceo fue declarado siniestro total. En muchas retinas se conserva la imagen de los bomberos sacando las pinturas del artista modernista en perfecto estado. Cada una de las obras es un deleite. Observar los faros del automóvil que conduce una mujer, cosa insólita en aquella época, con el pabellón del Círculo del Liceo en la Exposición Universal de 1888 al fondo, es una experiencia inolvidable…
Vecinos inseparables
El Círculo no se entendería sin su vecino El Gran Teatre del Liceu. “Siempre hemos tenido una relación óptima. El Círculo se abrió seis meses después, el 20 de noviembre de 1847 y desde entonces han caminado juntos. Lo inauguraron los patronos que dieron el dinero para hacer el Liceo porque buscaban un sitio donde reunirse”. Y respecto a las comparaciones con el Círculo Ecuestre, Gaudier destaca que “esta casa siempre ha estado muy vinculada a la cultura y ellos más al mundo empresarial”.
En la actualidad el Círculo tiene mil veinte socios y socias. “La iniciativa que funcionó muy bien fue la campaña de captación con la que conseguimos 300 socios nuevos; empezó hace dos años y acabó en octubre. Un socio podía traer un amigo sin cobrar la entrada y esto animó a mucha gente”. La cuota de entrada es de 4.500 euros y la cuota social anual es de 1.080 euros. Hay tarifas especiales para abonados del Gran Teatre del Liceu, para menores de cuarenta años y para hijos de socios.
Revolución en la casa
Gaudier revolucionó la agenda de actividades. “Antes de la pandemia teníamos muchas actividades presenciales y con la covid muchas de ellas se han podido hacer vía Zoom. Por ejemplo, las conferencias online han acompañado al socio y han sido una forma importante de seguir en contacto los meses que estábamos cerrados”.
La terraza fue la estrella del verano. “Con la pandemia pensamos qué les podíamos ofrecer y organizamos la terraza en dos meses. Hicimos una pequeña obra para colocar una nevera y abrimos en junio. La terraza del Círculo llega para quedarse. Desde la azotea se ve el Tibidabo y Montjuïc, unas vistas privilegiadas. Aquí el servicio siempre es el mismo y eso genera una sensación de protección. Queremos abrirla al público a finales de mayo, pero dependerá del tiempo. La intención es abrirla hasta octubre”.
Uno de los servicios importantes es la restauración. “Siempre hemos tenido un servicio de restauración externo y desde hace un año la cocina la lleva Mantequerías Pirenaicas que ofrece un menú semanal y también un plato del día. Con las restricciones de horarios todo se ha complicado, pero nos hemos reinventado y hemos probado a ofrecer desayunos y aperitivos”.
La economía del club está saneada. “Subvenciones cero. Somos autosuficientes y tenemos un buen colchón financiero. Los ingresos son las cuotas de los socios, el alquiler de los espacios y las exposiciones”. Una primera exposición en 2016 con motivo del Año Casas abrió la veda. “La primera exposición fue la de Ramón Casas que atrajo a mucha gente que nunca había pisado el Círculo, ahora tenemos una de Alexandre de Riquer y en el futuro tenemos prevista una de Masriera”.
La Rambla sin el turismo de masas es el sueño de cualquier barcelonés y la pandemia nos hace replantear el modelo idóneo para este paseo conocido internacionalmente. “Hace años que ha perdido el atractivo para mí y su degradación es incuestionable. Paseo Rambla arriba Rambla abajo pero no me paro; no hay ni tiendas ni comercios que me atraigan. El único sitio era el Restaurante Amaya… La Rambla será siempre turística, pero el Ayuntamiento tiene que adecentarla; cambiar los hábitos va a ser muy complicado”, concluye. Gaudier fue el fundador de Comercial Importadora Gafa, la empresa distribuidora de los zapatos Sebago.