Ramon Gener
Ramon Gener, en el Bar Antúnez de Barcelona. @Àngel Bravo
UN COLACAO CON...

Ramon Gener: “Cada año viajo a la tumba de Beethoven y hablo con él”

Hace posible lo imposible: contagiar la pasión por la lírica y seducir a los más escépticos. Cada ópera y cada sinfonía que desgrana es un acto de amor a la música. Humanista, músico y divulgador, es sobre todo un comunicador nato que confiesa no enfadarse nunca. La fama sobrevenida con programas de éxito como 'Òpera en texans', 'This is Opera' o 'This is Art', que se ven en 72 países, le ha convertido en un fenómeno que todavía hoy perdura. Le escuchamos en la radio, prepara un nuevo programa para TV3 y mañana se subirá al escenario del teatro Tívoli junto a José Corbacho con el espectáculo 'Love, Love, Love'.

¿Al entrar en un bar prestas atención a la música que suena?

— No. De hecho me horroriza que haya música en los bares porque la música a mí me pide que me pare a escucharla. Y estar aquí hablando contigo y al mismo tiempo estar oyendo esto de fondo (hace una mueca), no puedo. Me irrita mucho oír música.

— Que no escucharla.

— No, sólo me irrita oírla. Y especialmente la música que está hecha sólo para ser oída.

— Por lo tanto, esa música de ambiente que ponemos en las cenas…

— Horrorosa. Nunca pongo música en las cenas. Y en el coche, por ejemplo, soy incapaz de escucharla, porque hay mucho ruido.

— ¡Ostras, pues a mí me encanta escucharla en el coche!

— ¡No! ¡Prohibido! ¡Irás al infierno!

— Entiendo que para ti el acto de escuchar música debe ser exclusivamente eso, escuchar.

— Sí, porque la persona que ha hecho esa música la ha hecho con la intención de que la escuchen. A mí la música me pide que la escuche y eso hago.

— ¿Cuál es tu primer recuerdo relacionado con la música?

— En el Liceu con 6 años yendo a ver Norma. Mis padres nos llevaron a mí y a mis hermanas. Era una función de tarde, un domingo y cantaba Montserrat Caballé. Recuerdo perfectamente que me dormí.

— No te cautivó en absoluto.

— No.

— Imponer la música de pequeño en casa, ¿es el camino más rápido para que la cosa no funcione?

— Depende. No me atrevería a decir esto. Cada persona es un mundo. Mi ejemplo lleva a esta conclusión, pero conozco a mucha gente a la que se la impusieron de pequeño y está encantada. Cuando yo tenía 11 años y dije “no quiero volver nunca más al conservatorio porque esto es un horror” no estaba encantado. Pero ahora agradezco que mi madre me llevara allí con 6 años.

— ¿Tus hermanas comparten la misma pasión por la música que tú?

— Es esa cosa que tiene la música, que hemos sido educados exactamente igual, pero después cada uno hace su camino. En mi caso, mi relación con la música es de vida. Es como un matrimonio.

Ramon Gener

— ¿Has conocido a alguien a quien la música no le provoque ninguna emoción?

— Esa persona no existe. Lo que más odio es a los impostores. Esa actitud de “no me gusta la música” es una pose. No existe nadie a quien la música no le interpele de una u otra forma, con mayor o menor intensidad.

— ¿Escuchas música todos los días?

— Diariamente estudio música, que es distinto. Mi relación con la música ahora no es tanto de “voy a escucharla”, sino que la estudio. Por ejemplo, cuando tengo que dar una conferencia estudio porque tengo que estar contando cosas constantemente a la gente. Y hay gente que ha venido a escucharme muchísimas veces y siempre quieren saber algo nuevo. Por eso necesito estar buscando y rebuscado una y otra vez.

— Y tratándose de obras que ya conoces, ¿todavía te sorprenden? ¿Siempre encuentras algo nuevo?

— Siempre. Sobre todo, en la gran música. Hay músicas infinitas, insondables. Por ejemplo, Parsifal que estos días se representa en el Liceu. Esta obra es insondable.

— ¡Y larga! 5 horas de ópera.

— Y larga, cierto.

— ¿Cómo preparas a alguien que nunca ha ido a la ópera para ver Parsifal?

— No puedes. Yo recuerdo de pequeño ir a ver a Tristán (Tristán e Isolda) que también es una ópera larguísima y complicadísima y oír a mi padre decirle a mi madre “estamos escarmentando a los niños”. ¡Y tenía toda la razón del mundo! Para ir a escuchar según qué tipo de música necesitas prepararte, saber qué vas a ver y por qué lo vas a ver.

— Con la música mainstream, pop, de consumo rápido, ¿todo esto no hace falta?

— Mira, ahora estamos preparando un programa para TV3 que se llama Això no és una cançó y es justamente sobre la música pop.

— ¡Quiero saber más!

— Es una clase de 15 alumnos, de edades comprendidas entre los 20 y los 25 años y todos son músicos fantásticos. Uno toca el piano, otro el violonchelo, uno viene del hip hop, el otro del heavy, otro del clásico y no quiere oír hablar de nada más y también hay un cantante de ópera. Todos vienen de ámbitos muy diversos de la música, pero todos son muy buenos. Y cogemos una canción icónica del pop, del rock o del soul y la deshacemos y estudiamos toda. Y hay canciones que dan para contar muchas cosas.

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— ¿Cómo cuál?

— Por ejemplo, Respect de Aretha Franklin. Más allá de la música en sí misma, que también la explicamos y la desarrollamos, hay toda una historia de Aretha Franklin como mujer, negra, que reclama sus derechos. La música siempre es música.

— ¿Qué quieres decir?

— Pues que tú puedes ir a ver Parsifal y un do está escrito exactamente en el mismo lugar donde está escrito el do de Viva La Vida de Coldplay. Por tanto, desde este punto de vista, todo es música. Luego hay músicas que son más o menos complejas técnicamente, pero el final del camino siempre es: ¿Esta música a ti qué te dice? ¿Esta música en qué te transforma? ¿Esta música cómo te interpela? ¿Cómo te hará mejor? Viva La Vida son sólo cuatro acordes, es muy simple.

— ¡Y se ha convertido en todo un himno! Dime otra canción.

— Ya no te digo más porque no estoy seguro de si puedo contarlo.

— ¿Por qué en la vida los silencios incomodan tanto y en la música son tan importantes?

— Porque cuando tú estudias las notas también estudias sus equivalentes en el silencio. Daniel Barenboim dice algo muy bonito: que las dos notas más importantes de un concierto siempre son el silencio antes de comenzar y el silencio después de terminar. Y estoy bastante de acuerdo, porque el silencio forma parte de la música.

— ¿Qué ópera tiene los silencios más bellos?

— Yo creo que escuchar el silencio es escuchar a Mahler. O a Bruckner. Es la consumación total de la música.

— Cuando tu padre murió de Alzheimer, cuando lo hizo por segunda vez, porque tú dices que la primera fue cuando le diagnosticaron, explicas que se convirtió en el Bolero de Ravel. ¿Por qué?

— Me ocurre con todas las cosas de la vida, que todo tiene una explicación musical. Cuando me llamó mi mujer y me dijo: “ven que se está muriendo” recuerdo estar en el rellano de casa, antes de entrar al piso y oír la cadencia de su respiración. Porque hay un momento en que el cuerpo se rebela, no quiere morir, se aferra a la vida. Y escuchaba esa cadencia (entona el Bolero de Ravel), cada vez más fuerte. Cada vez estaba muriendo más y cada vez era más fuerte. Y mi padre murió en el colapso del fortísimo del Bolero de Ravel. Y después vino el silencio máximo. Y esto me ocurre con todo.

— ¿A tu padre le gustaba Bolero de Ravel?

— Mi padre no era un hombre musical. Mi madre era la que tenía la afición, la que escuchaba ópera en la radio y quería tocar y cantar, pero no tuvo la oportunidad de hacerlo.

Ramon Gener

— ¿Existe una canción para tu madre también?

— Sí, pero puede que no le guste que lo diga.

— Durante el duelo por la muerte de tu padre escribiste un libro precioso El amor te hará inmortal (Ara Llibres) donde hablas del dolor y la pérdida viajando al pasado y repasando grandes mitos de la música. ¿Te ayudó?

— Fue un poco como cuando a Amy Winehouse le preguntaban: “¿Y tú por qué no haces más canciones?”, y ella decía “yo es que sólo sé hacer canciones de las cosas que me pasan”. Pues a mí me ocurre lo mismo. Cuando escribo o hago algo debe ser porque me interpela personalmente. A mí el futuro no me interesa para nada. Yo siempre he querido ir al pasado. Yo iría a ver a Beethoven, yo iría a hablar con Freddie Mercury, yo iría a escuchar a Schubert tocar el piano.

¿Qué le dirías a Freddie Mercury si pudieras hablar con él?

— Le daría las gracias. Le preguntaría si estoy haciendo bien mi trabajo. Mi ilusión es morirme y que cuando esto ocurra pueda encontrarme con las personas a las que he dedicado mi vida y que me digan: “joder Ramón, no lo hiciste tan mal”.

— ¿Has ido a ver a Queen sin Freddie Mercury cantando?

— ¡He ido a ver a Queen con Freddie Mercury cantando! En el Miniestadi, en 1986. Yo acababa de conocer a la que después sería mi mujer y recuerdo que tenía los álbumes A Day at the Races y A Night at the Opera y quedé totalmente fascinado.

— ¿Qué canción de Queen te emociona?

— Es complicado, pero quizás te diría Bohemian Rapsody. El primer día que la escuché no entendí nada. Y me puse a estudiarla para intentar averiguar de qué iba todo esto. Y como Freddie Mercury era muy buen músico, hay algunas cosas que se explican en la letra, pero la mayoría de cosas de esta canción se explican en la música. Y esto me emociona.

Ramon Gener Cristina Puig

— ¿Es verdad que tienes la foto de Beethoven en tu mesita de noche?

— Sí. Beethoven es como mi Dios. Berlioz decía que todo el mundo debe tener el derecho de escoger a sus dioses, que nadie te los puede imponer. Y contaba que debían ser cuatro, porque las mesas tienen cuatro patas. Y cuando empecé a hacer la lista de mis cuatro dioses me di cuenta de que sólo aparecía Beethoven, así que mi mesa tiene sólo una pata, pero es muy gruesa.

— ¿Has pensado en la música que quieres que suene el día de tu funeral?

— No quiero que haya música.

— ¿Crees que en los funerales no debe sonar música?

— Quizás sí, pero esto es muy personal. Me gustaría que me pasara como a Verdi, que en su testamento dejó escrito que no quería música, sólo un Ave María, pero al final fue inevitable. Cuando el féretro pasaba por las calles de Milán, la gente se puso a cantar Va, pensiero (Nabucco). A mí, si me dejan escoger, diré que no quiero que pongan música.

— ¿La música cura?

— La música hace todo. Cura, enferma, te enamora, te enoja… Tiene el poder de hacer cualquier cosa. Quizás no tiene el poder de curar, pero tiene el poder de hacer que creas que te curas. Como la música tiene esa relación tan personal con la gente, si tú estás enferma normalmente te pondrás música triste.

— ¿Nos gusta flagelarnos?

— Es porque necesitas que alguien te escuche. La única persona que siempre te va a escuchar es la música.

— ¿Cómo si fuera tu amigo?

Exacto. La música es el único amigo que siempre te será fiel, estará siempre a tu lado. Al cuarto día de estar mal si llamas a un amigo o amiga, al final dirá: “ya está Cris llamando otra vez para explicarme sus desgracias”. Pero la música siempre te escuchará. Cuando estás triste no eres tú que eliges la música que quieres escuchar. Es la música que te elige a ti, la que te escucha.

Ramon Gener

— ¿Qué música te pones cuando estás triste?

— Los últimos cuartetos de Beethoven. Tienen una profundidad del alma muy especial. Y me ayudan a pensar mucho, me reconfortan.

— ¿Es verdad que nunca te enfadas?

— Es verdad, nunca me enfado. Porque una vez me enfadé mucho con una persona y no lo merecía. Ni él ni yo. Y decidí que nunca más volvería a enfadarme con nadie. Y si alguien me hace alguna fechoría, pienso, pues ya está.

— Pero habrá cosas que te saquen de quicio, que te molesten.

— Sí, pero ya no me irritan, no me exaltan. No vale la pena.

— ¿Qué viaje te ha marcado la vida?

— Hay un viaje que hago todos los años. Voy a Viena a la tumba de Beethoven y hablo con él y después voy a Londres a ver los Girasoles de Van Gogh a la National Gallery.

— ¿Cada año?

— Sí, es mi terapia. Voy al cementerio central de Viena, al rincón de los compositores, donde están todos: Strauss y Schubert —junto a Beethoven, porque era su ilusión—, el monumento a Mozart, porque nadie sabe dónde está enterrado… Y me siento allí y charlamos. Y con los Girasoles hago lo mismo. Voy a la National Gallery al atardecer cuando los turistas ya están cansados ​​de dar vueltas y el museo se vacía. Y en mi banco, delante del cuadro, me siento y le cuento a Van Gogh qué le he contado el día antes a Ludwig (Beethoven).

— ¿Vas solo o acompañado?

— Solo, acompañado, no podría hacerlo.

Ramon Gener

— ¿Cómo has vivido el fenómeno Ramon Gener? ¿Te gusta?

— Me ha llegado a gustar mucho y eso es muy peligroso.

— ¿Porqué engancha?

— Existe el peligro de que en algún momento pienses que eres mejor que los demás. Y no.

— ¿Cómo surge esto tuyo con José Corbacho?

— Nace en un acto privado. Él tiene una productora y organiza muchos actos. Presenté uno en el Tívoli y Corbacho me vio y me dijo: “tenemos que hacer algo juntos”. Y empezamos a escribir. Primero era un espectáculo sólo conmigo, pero después lo hicimos para los dos y nació Love, Love, Love, además de una amistad a la que le tengo mucho cariño porque le quiero mucho.

— Mañana [10 de junio] estaréis en el Tívoli. ¿Por qué sólo una función?

— Porque tenemos unas agendas y unos calendarios horrorosos y cuesta mucho cuadrar con Corbacho, conmigo, con la banda. ¡Reunir a todo el mundo es un drama! Pero me hace muy feliz hacerlo porque pasamos un buen rato, nos reímos y escuchamos mucha música que, quizá, sea un pedazo de la banda sonora de tu vida…

— ¿Cómo te gusta tomarte el ColaCao?

— Con grumos (responde mientras apura el último sorbo). De pequeño ya lo tomaba así y ahora también.