Las emociones que sentimos en el desenlace de una película, escuchando la letra y melodía de una canción, o sentados en la butaca de un teatro, interpelados por aquella historia que vivimos tan de cerca, ¿cuánto valen? ¿Cuánto vale todo aquello que no se ve, pero que nos hace sentir bien? ¿Qué daríamos para volver a pasar un par de horas riendo con los monólogos de aquel cómico? Música, teatro, cine, danza…, la cultura es un beneficioso bálsamo y estímulo que mejora el bienestar personal. Pero, ¿cómo se mide eso en cifras? ¿En cuánto se cifra el rédito para quien lo hace posible?
Ahora un estudio nos lo dice, con datos numéricos. Se ha traducido a valor monetario el peso intangible de la cultura. Lo han hecho conjuntamente la Escuela Superior de Música Reina Sofía y la consultora internacional EY. La escuela de música quería dar a conocer su propio ejemplo, como centro de formación musical de alto rendimiento, que forma cada año 150 músicos internacionales y celebra más de 300 conciertos. “Vivimos la paradoja de saber, todos, en primera persona, que la cultura es una tabla salvavidas, pero los artistas malviven”, expone la directora de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, Julia Sánchez. Explica que “después de la pandemia, el cine, los teatros, los espacios de conciertos se fueron llenando, la lectura y la música nos habían ayudado mucho, y acabamos nombrando el derecho al acceso a la cultura, como un bien necesario. Pero, ¿cómo puede ser que aquello a lo que damos tanto valor sea tan frágil y no sostenible?”.
A partir de esta reflexión, la escuela de música se propuso iniciar una investigación que ayudara “a poner en valor la cultura como alimento del alma, pero no como pensamiento filosófico, sino explicándolo, demostrándolo con datos”, dice Sánchez.
Para hermanar cultura y economía, demostrando que ambas se necesitan y se pueden potenciar mucho mutuamente, propusieron su reto a la consultora EY, especializada en finanzas e inversiones, que identifica negocios interesantes en los cuales pueda entrar capital privado. “Nos pareció que había realmente una gran oportunidad en el sector cultural, que era el gran olvidado en el contexto económico, a pesar de dejar tantos impactos positivos en la sociedad, ayudando a mejorar la educación, la calidad de vida y la felicidad de las personas”, explica Cecilia de La Hoz, socia de EY, que aceptó la propuesta de poner el foco en las entidades culturales.
Aplicando métricas de la economía han podido mostrar que la cultura puede ser un sector atractivo y rentable para las empresas. Lo demuestran en el informe El valor de la cultura. El papel de las Artes Escénicas y la Música Clásica en la economía de impacto, que ha sido presentado estos días en la CASA SEAT, en pleno centro de una ciudad llena de propuestas culturales. El sector cultural aporta el 2% del PIB en el España, y da trabajo al 3,5% de la población (datos del 2020). Son algunas de las cifras que recoge el estudio, porque lo primero que vieron al ponerse a trabajar, según explica Julia Sánchez, “es que no había datos para defender la contribución económica y social de la cultura. Y nos pusimos a leer informes, porque teníamos que apoyarnos en investigaciones y datos científicos, en vez de usar frases filosóficas, como que la cultura es el alimento del alma”.
La Fundació Catalunya Cultura, un ente nacido para tender puentes desde la cultura hacia las empresas, y viceversa, ha querido traer a Barcelona la presentación de este informe pionero que une economía y cultura, como sectores que se necesitan, porque demostrar esto es justamente el propósito de la fundación. “En el mundo cultural, ni vamos unidos, ni sabemos explicar el valor del trabajo que hacemos”, dice la directora de la Fundació Catalunya Cultura, Maite Esteve. Y nos recuerda que “en la escuela, las asignaturas de cultura son las Marías, las que menos lamentamos si un día no las podemos hacer”. En su presentación del informe, en el auditorio de CASA SEAT, Esteve también reprochó que demasiado a menudo “pedimos que vengan artistas a actuar gratis, a cambio de darles visibilidad. Como si a un abogado le pudiéramos hacer lo mismo”. La comparación apelaba al camino que hay que recorrer todavía para poner en valor todo lo que nos aportan quienes se esmeran en vivir haciendo realidad actividades culturales que enriquecen a la sociedad.
Hace dos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya reconoció a las artes escénicas y a la música como valioso preventivo de enfermedades mentales. En el informe de EY lo recogen y lo apuntalan con estudios llevados a cabo en diferentes países. “A menudo nos cuesta encontrar el lenguaje y las razones para convencer a los empresarios para que se sumen a nuestro proyecto”, expresaba en la presentación del informe el presidente ejecutivo de la Fundació Catalunya Cultura, Eloi Planes. De aquí la importancia del trabajo que se ha hecho, porque recoge y documenta las razones y el lenguaje que faltaban, en un momento propicio, además, según explica la directora de la Escuela Superior de Música Reina Sofía. “Es un momento muy bueno para la cultura, desde el punto de vista de los inversores, porque las empresas ya no buscan únicamente ganancias financieras, también quieren ver un retorno de impacto social de sus acciones, tal como piden los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). “Si las entidades somos capaces de ser sostenibles, podemos generar modelos atractivos para las empresas patrocinadoras y mecenas que ayuden a activar todavía más el potencial de las entidades culturales. Cada vez hay más empresas que apuestan por proyectos que reportan más que dinero”.
Eloi Planes: “A menudo nos cuesta encontrar el lenguaje y las razones para convencer a los empresarios para que se sumen a nuestro proyecto”
Por eso, el informe pone de relieve todo aquello de la cultura que hace diana en la economía de impacto, “aquella que busca el crecimiento y el desarrollo económico, pero, a la vez, contribuir a solucionar problemas sociales y medioambientales”, explican los promotores del estudio. “¿Qué día nos daremos cuenta del impacto de la cultura en la mejora de la educación? Tenemos millones de ejemplos, como aprender las lenguas y una mejor oralidad a través del teatro, que al mismo tiempo refuerza la personalidad y trabaja la vergüenza”, expone la directora de la Fundació Catalunya Cultura, Maite Esteve. Agradece la realización del estudio, “porque a todo aquello que íbamos explicando a las empresas, ahora le hemos puesto una base científica, porque todo lo que quieres que tenga valor en el mercado necesitas explicarlo bien y demostrarlo. Nosotros traducimos el mundo empresarial y el mundo cultural, para que ambos se entiendan y se acerquen”, dice.
Por eso, según los impulsores del estudio, “hace falta mucho trabajo de pedagogía en el sector empresarial, pero también en las empresas culturales”. De ahí que el informe, además de resultados de estudios del impacto real de la cultura en la salud, en la educación, en la ocupación o en la productividad, incluya también una hoja de ruta para auditar, detectar puntos fuertes y débiles de las empresas y autónomos del sector cultural. Ellos también deben perder el miedo a implementar las estrategias de crecimiento empresarial para convertirse en sostenibles.
La presentación del estudio precedió a un debate sobre el necesario tándem de la cultura y la economía. Participaron Sílvia Martí, vicepresidenta corporativa de Moventia; Alicia Rubí, socia de Attalea Partners; Esther Sarsa, socia de inversión sostenible de Miura, y Valeri Viladrich, gerente de la Fundació Teatre Lliure.