El concepto “salud” es algo etéreo y ha variado mucho a lo largo de los siglos, pero a mí me gusta bastante una definición de la OMS de 1948 que dice que “es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. La definición es bastante ambiciosa y parece imposible llegar, pero aquí, creo, lo que cuenta es participar y no tanto ganar. Y ¿como se concreta, esta participación? Al final todo se reduce a la forma en que nos integramos en el entorno, y esto lo hacemos de dos maneras: comiéndonoslo y habitándolo, lo que incluye también cómo nos relacionamos con los demás; aquí apunto algunas ideas para mejorar esta integración. Son diez ideas y no deben entenderse como conceptos aislados, sino que están todos interrelacionados, como si se tratase de eslabones de una cadena; si se cumple uno, el siguiente será más fácil de realizar y el objetivo estará un poco más cerca. Ahí van.
- Come alimentos reales. ¿Una obviedad? No tanto: todos los expertos coinciden en recomendar que reduzcamos o eliminemos los alimentos ultraprocesados –sí, aquellos que tanto nos gustan– y comamos alimentos de verdad. ¿Cuáles son? Cereales, legumbres, verduras, fruta, pescado, carne, semillas…
- Más alimentos integrales. Este consejo cuelga del anterior. La evidencia científica disponible nos dice que es mejor comer los alimentos en su forma integral –es decir, preferir siempre el grano integral al grano refinado o la harina, por ejemplo– y que el consumo de alimentos integrales está relacionado con una menor mortalidad por cualquier causa. No es broma.
- Más vegetales. Ricemos el rizo. Todo indica que las dietas basadas en vegetales –no es necesario que sean vegetarianas– son mucho más sanas. La Escuela de Salud Pública de Harvard, por ejemplo, recomienda que contenga verduras, tanto crudas como cocinadas, al menos la mitad de cada comida.
- Menos carne roja y procesada. Este consejo es desalentador para los carnívoros, pero la mayoría de estudios nos dicen que la carne roja industrial y sobre todo la procesada –embutidos, salchichas o hamburguesas industriales– nos perjudica y perjudica el medio ambiente.
- Menos automedicación. Este consejo se debe leer bien, porque no les estoy animando a saltarse las prescripciones de su médico de ninguna manera, sino que hablo de aquel botiquín improvisado que todos lleváis en la bolsa. Mejor evitarlo, que los medicamentos no son caramelos y tienen efectos secundarios.
- Muévete. Si estos consejos estuvieran en orden jerárquico, este sería el segundo o el primero. No es sólo que el sedentarismo nos esté matando, es que movernos nos hace vivir: el cuerpo está diseñado para moverse y cuando hacemos actividad física todo funciona mejor. No moverse es como tener un Ferrari aparcado en el garaje durante años: el día que queramos sacarlo, estará todo oxidado.
- Duerme. Cuando dormimos bastantes horas –unas ocho– es cuando nos reparamos, tanto física como mentalmente. Los que sufren insomnio crónico saben bien de qué hablamos, así que ni que sea por respeto a los que no pueden dormir aunque quieran, métase en la cama antes. Al día siguiente, como pasaba con el dinosaurio del cuento de Monterroso, ‘Masterchef’ aun seguirá allí (bendita televisión a la carta).
- Medita. No se trata tanto de ponerse en posición de loto y cerrar los ojos –cosa muy recomendable, por cierto– sino de practicar actividades relajadas y placenteras que te permitan reducir el nivel de estrés. Para algunos será simplemente respirar, tocar el piano, hacer ganchillo o mindfulness.
- Más aire libre. Muchos estudios señalan que el entorno es capaz de modificar el comportamiento de las personas y todos concluyen que el entorno más favorable y saludable desde el punto de vista psicológico es el natural, ya que reduce el estrés porque desencadena la atención involuntaria, aquella que no nos exige un esfuerzo consciente.
- Ser asertivos. La asertividad es una de las asignaturas pendientes de la comunicación de nuestro país. Consiste en defender nuestras ideas respetando las del otro: hace aumentar tu autoestima y la de la otra persona, crea entornos de trabajo y de relaciones más fluidos y… te deja muy descansado, la verdad.