BSC
El superordenador Marenostrum en la antigua capilla de la Torre Girona de la UPC.

El cambio climático visto desde el superordenador de Barcelona

La infraestructura científica ubicada en la antigua capilla de la Torre Girona permite modelar el clima global y plantear varios escenarios, como cuál será su evolución si las emisiones contaminantes se reducen o continúan aumentando. Estas simulaciones pueden servir para entender por qué se producen determinados fenómenos como la ola de calor de esta semana, pero requieren de más inversión para poder incidir desde el ámbito local.

“El cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando”. Así de contundente se ha mostrado el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC por sus siglas en inglés) en su último informe, publicado en una semana donde los incendios y las olas de calor han vuelto a evidenciar los riesgos que la humanidad ha provocado al planeta. Con la participación de más de 200 científicos, se han analizado 15.000 documentos para evaluar los cambios que se están produciendo en el clima. Se ha concluido que muchos de ellos no tienen precedentes en centenares de miles de años y que algunos de ellos ya no se podrán revertir hasta de aquí siglos o milenios. Y, sobre todo, se ha señalado una vez más que la acción humana es la clara responsable.

La única institución barcelonesa y catalana que ha participado en el informe ha sido el Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC) y lo ha hecho a través del investigador ICREA y director del Departamento de Ciencias de la Tierra del BSC, Francisco J. Doblas-Reyes, uno de sus autores. Las simulaciones climáticas que Doblas-Reyes y su equipo hacen desde el superordenador MareNostrum también han formado parte del análisis del IPCC, así como artículos que se han hecho sobre el cambio climático desde el BSC.

Esta infraestructura ubicada en la antigua capilla de la Torre Girona, en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), permite modelar el clima global pasado y futuro, y plantear varios escenarios, como cuál será su evolución si las emisiones contaminantes se mitigan, su variación dependiendo en qué grado se hace… Las capacidades del superordenador también suponen poder analizar todos estos datos —casi infinitos— y extraer solo la información necesaria para poder obtener conclusiones.

Francisco J. Doblas-Reyes BSC
Francisco J. Doblas-Reyes ha sido uno de los pocos investigadores españoles que ha participado en el informe del IPCC.

Infraestructuras científicas y centros de investigación como el BSC tienen la capacidad de participar en discusiones de primer nivel como las del IPCC, pero su investigación depende de conseguir fondos, mayoritariamente europeos, que son competitivos y tienen una duración limitada, además de que no les permiten centrarse solo en Catalunya y el resto de España para incidir en su entorno más inmediato. Todo esto les coloca en una posición de debilidad, lamenta Doblas-Reyes. De este modo, fenómenos más locales como el temporal Gloria o el Filomena no se acostumbran a abordar desde el BSC, a pesar de que la capacidad para hacerlo existe. Según el experto, hay que apostar por destinar recursos de manera estructural a estas investigaciones, como ya hacen otros países europeos y Estados Unidos, con el objetivo de poder determinar qué contribución ha tenido el cambio climático a estos episodios y por qué se han producido, facilitando la búsqueda de políticas que puedan incidir más directamente.

Otra de las maneras que tiene el BSC de hacer llegar el conocimiento que genera sobre el cambio climático pasa por trabajar de la mano de las empresas. Por ejemplo, compañías como Decathlon se dirigen al departamento de Doblas-Reyes para conocer cómo la variabilidad climática puede afectar a su actividad económica. Los investigadores del BSC evalúan su operativa y les señalan las vulnerabilidades, con el objetivo de capacitarlas para que puedan adaptarse mejor a la situación medioambiental. Empresas del sector vitivinícola, como Codorníu y la Familia Torres, también han buscado la ayuda de los investigadores del área de Ciencias de la Tierra, así como del sector eléctrico, como Iberdrola.

Esta tarea también la hacen con instituciones. En este sentido, el experto remarca como cada vez más las administraciones tendrán que tomar decisiones que regulen este fenómeno, entendiendo los datos que actualmente hay disponibles y sabiendo traducirlos en normas. “Hace falta una implicación más grande de los agentes que experimentarán los cambios”, subraya, pero no con pequeños proyectos, sino con una inversión que dé estabilidad. Es por eso que ve necesario que se creen compañías que puedan trasladar el conocimiento que genera el BSC a otras empresas e instituciones. A diferencia de otras áreas de investigación del superordenador, el departamento de Ciencias de la Tierra todavía no ha visto nacer ningún spin-off que responda a la emergencia climática, una cuestión que todavía representa un mercado demasiado pequeño, pero que, sin ningún tipo de duda, crecerá con el tiempo.

BSC marenostrum
Investigadores del BSC trabajan de la mano de empresas como Decathlon para prepararlas mejor ante al cambio climático.