Hablar del uso de la cal es hablar de la historia de la humanidad. Este compuesto químico derivado de la piedra calcárea es un material básico utilizado en múltiples sectores económicos, como la agricultura, la construcción, la minería, la producción de piensos o la industria papelera, del vidrio y de los curtidos. Sin cal, por ejemplo, no se podría fabricar acero, ya que es indispensable en el proceso de producción de las siderúrgicas. Asimismo, la cal es necesaria para depurar gases contaminantes y también para el proceso de potabilización y remineralización del agua y tratamiento de las aguas residuales.
En Catalunya existen cuatro fábricas de cal. La de mayor dimensión, con una capacidad instalada de 135.000 toneladas al año —el 40% del total— se encuentra en Pacs del Penedès (Barcelona) y pertenece a Cales de Pachs, una empresa familiar fundada en 1967 y que actualmente lideran los hermanos Xavier y Valentí Grané. A pesar de que la cal es un material muy regional que, en general, viaja poco, Cales de Pachs ha logrado en los últimos diez años elevar al 50% el peso de las exportaciones gracias a la apuesta por la innovación y el desarrollo de nuevas aplicaciones para la cal de alto valor añadido.
“Antes, dependíamos en un 60% de la industria del acero; este nivel de dependencia era peligroso y decidimos diversificarnos hacia otros sectores apostando por el I+D+i, lo que nos ha permitido dar nuevos usos a la cal y reducir el peso del acero al 15% o 20%”, explica Xavier Grané. Según el empresario, Cales de Pachs se ha especializado en “producir a medida” para cada cliente, fabricando distintos derivados de la cal que se adapten a los problemas y necesidades que les plantean los clientes.
Esta especialización con productos de mayor valor añadido ha permitido a la empresa no solo exportar el 50% a una treintena de países —de Europa, África, Asia y América—, sino también diferenciarse de las grandes multinacionales del sector, que centran su actividad en la producción de commodities y precios bajos. Entre estas nuevas aplicaciones destaca, por ejemplo, la producción de óxido de calcio para ayudar al reciclaje de plásticos o un aditivo que permite mejorar las propiedades del hormigón y que es utilizado por una de las mayores empresas del mundo de pavimentos técnicos para grandes naves logísticas e industriales.
En 2022, Cales de Pachs facturó cerca de 30 millones de euros, frente a los 20 millones del ejercicio anterior. Según Grané, este incremento del 50% responde a la subida de precios motivada por los elevados costes energéticos a los que ha tenido que hacer frente el sector y al aumento de las ventas. El ejercicio se ha cerrado con un ebitda récord de 7,3 millones y el objetivo es facturar entre 33 millones y 34 millones de euros en 2023. La plantilla de la empresa es de 62 personas, 20 de ellas en Microlime, su filial de Portugal.
En Catalunya, Cales de Pachs explota dos canteras de donde extrae la piedra caliza necesaria para la producción de cal. Una se encuentra junto a la fábrica de Pacs del Penedès y la otra está ubicada en el Garraf, en el término de Vilanova i la Geltrú, unas instalaciones que compraron a Cemex en 2014 y de las que ahora han logrado ampliar la concesión minera. Concretamente, con la vista puesta en el largo plazo, la compañía duplicará la superficie de su concesión en el Garraf, lo que permitirá hacer frente al agotamiento del recurso de la cantera de Pachs, que, según Xavier Grané, “tiene una vida limitada”. “A la larga, todo el material lo extraeremos del Garraf”, avanza. En paralelo, Cales de Pachs ha homologado una tercera explotación en Catalunya, un “aprovechamiento de un subproducto” de una cantera situada en Bellvei del Penedès.
La gran apuesta de Cales de Pachs, sin embargo, es Portugal, país donde contemplan ejecutar una inversión de 13 millones de euros con el objetivo de duplicar su capacidad de producción. Cales de Pachs desembarcó en el mercado luso en 2010 con la compra de una fábrica local, iniciativa que fue muy bien recibida en el país, especialmente por su potente industria papelera, ya que la empresa catalana rompió el monopolio que hasta entonces ejercía en ese mercado la multinacional belga Lhoist. Ahora, en Portugal, Cales de Pachs posee dos fábricas, cada una equipada con un horno de producción. El horno de la planta principal se estrenó en 2017 y, desde entonces, “no ha parado”, explica Grané, por lo que la empresa quiere construir ahora un tercer horno que permitirá duplicar la producción en el mercado luso y hacer frente al auge de la demanda.
“La fábrica de Portugal ya está produciendo las mismas toneladas e incluso más que las que hacemos en Pacs, lo que eleva nuestra producción a 230.000 toneladas de cal al año”, afirma el directivo. Ante las expectativas de crecimiento futuro, la empresa ya ha iniciado el proceso para obtener la financiación necesaria para poder acometer esta inversión de 13 millones en el nuevo horno. Para ello, negocia la firma de contratos de abastecimiento a largo plazo con las empresas papeleras y mineras del país. El objetivo es poder iniciar las obras a finales de 2023 y, en dos años, poder duplicar la producción.
Aunque este proyecto de Portugal es la mayor inversión que está sobre la mesa, Cales de Pachs tiene en marcha otras iniciativas, como la construcción de un parque solar de 1,3 MW destinados a autoconsumo en su complejo de Pacs del Penedès. El proyecto ocupará una superficie de 13.000 metros cuadrados y se encuentra ahora en fase de tramitación.
Cales de Pachs impulsa otras dos importantes iniciativas de carácter medioambiental que la sitúan como una compañía puntera en este sector. Por un lado, se ha propuesto que, en dos años, el 100% del combustible que utilizará en sus dos hornos de Pacs del Penedès será biomasa, y, en segundo lugar, desarrolla con Veolia un innovador proyecto de I+D para fijar el CO₂ que, de manera natural, se libera de la piedra caliza cuando se transforma en cal.
Para fabricar óxidos de calcio o cal viva y otros productos como hidróxido cálcico y óxido de magnesio, Cales de Pachs introduce la piedra caliza en hornos que alcanzan una temperatura superior a 1.000 grados, en un proceso que se dilata durante 20 horas. Hasta hace unos años, el 100% del combustible que se utilizaba era el coque de petróleo, pero la empresa fue pionera en introducir el uso de la biomasa, lo que permite aprovechar la energía calorífica de subproductos como las cáscaras de almendras, huesos de aceituna, posos de café o palets de madera. Por primera vez, en 2022, Cales de Pachs se abasteció en un 50% de biomasa y en 50% con coque de petróleo y ahora el reto es alcanzar el 100% de biomasa, avanza Xavier Grané.
Proyecto de I+D con Veolia para fijar el CO₂
El empresario explica que el 25% del CO₂ que se emite en la producción de una tonelada de cal corresponde al combustible, pero el 75% responde a “al proceso natural de descarbonatación de la piedra caliza”, algo que no se puede evitar si se quiere obtener cal. En este sentido, trabajan con Veolia en el proyecto para intentar fijar, es decir, atrapar, esas emisiones naturales de CO₂. Reducir las emisiones es un objetivo indispensable para el grupo empresarial, ya que el sector de la cal es de los más afectados por la nueva normativa europea que obliga a tener que pagar por los derechos de emisión. “Hasta 2020 los derechos de emisión que teníamos asignados eran gratuitos; si necesitamos pagar por los derechos dejamos de ser competitivos, puesto que una tonelada de CO₂ cuesta 90 euros, frente a los 120 euros de una tonelada de cal”, argumenta. Grané lamenta que este tipo de normativas acaban beneficiando a los grandes grupos y perjudican a las pequeñas empresas, por lo que cree que debería haber “una cierta protección” de los pequeños operadores para favorecer la competencia.
En el campo del CO₂, y en alianza el Grupo Sorigué y el Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2), Cales de Pachs participa también en el desarrollo de un material que, adherido a distintas superficies de las ciudades, puede capturar CO₂ utilizando la luz solar.