Dijimos no, no a muchas cosas. “Eso sí que no”, dijimos. Durante una década estuvimos usando pantalones bajos; pantalones que permitían mostrar el ombligo, y las puntillas de las braguitas (perdón por los diminutivos al hablar de ropa interior; he escrito en Marie Claire) de tan bajos que eran. Si buscan en Internet el concepto Muffin top (la parte de arriba de la magdalena) verán fotos alegóricas de gente con pantalones bajos de tallas demasiado pequeñas. Dijimos que no volveríamos a llevar los pantalones hasta la cintura como habíamos hecho en los ochenta. No, no, eso sí que no. La moda de los ochenta no la volveríamos a llevar nunca.
Pero sin saber cómo, sin darnos cuenta, han vuelto los pantalones altos hasta la cintura. Aquellos pantalones que decíamos que eran “de Bertín Osborne”, para indicar que eran como de señor de antes, señor de los ochenta, claro, más de los ochenta que el vaso de tubo. Y ahora, mira, ya nos empiezan a parecer pasados de moda (e incómodos) los pantalones bajos. Y poco a poco también, también, nos vamos poniendo pantalones más altos, como los de Bertín Osborne, y decimos que los bajos son incómodos, en realidad. Y, un día, pensamos, dejarán de existir los vaqueros con roturas y también diremos que “parece mentira, ¿cómo es que nos poníamos vaqueros rotos de serie?”.
Hay una conspiración mundial, claro, hay una logia que se reúne en secreto para decidir, cada año, que estará de moda y que dejará de estar de moda. “Ahora reintroduciremos el pelo rizado como el de la morena de Abba y Eva Nasarre”, dicen. Y nosotros acatamos. Por eso quiero advertir, desde aquí, a los habitantes de la ciudad turística que es Barcelona que ha pasado lo que no pensábamos que pasaría nunca. Hace décadas que nos reímos de los turistas con chanclas y calcetines. Era quizás el único consenso al que habíamos podido llegar. El cien por cien de la población estaba de acuerdo en que las chanclas con calcetines eran indeseables, horteras, ridículas. Pero he aquí que la logia ha decretado que ahora las chanclas con calcetines (estos calcetines rosas y azules, como hechos en un taller de tintes) son cuquis y monas y graciosas y están de moda. Algunas chicas por la calle ya las llevan y el otro día, la cajera de un Bershka le contaba a una madre y a una hija que era tendencia. Supongo que un día no muy lejano volverá el vaso de tubo y entonces diremos: “Es que la copa de balón era muy incómoda, no sé cómo es que la usábamos…”. No somos nada.