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BARCELONA Y GASTRONOMÍA, AHORA EN UN SOLO LUGAR

Barcelona se rinde a la croqueta: cinco locales para celebrar su día

El Día Internacional de la Croqueta merece una celebración a la altura de esta icónica delicia gastronómica. Barcelona, ciudad de sabores y tradiciones, ofrece múltiples opciones para disfrutar de este plato. Desde recetas clásicas hasta versiones innovadoras, te presentamos cinco locales donde las croquetas se convierten en auténticas protagonistas.

Las croquetas se han convertido en las reinas del aperitivo y cada 16 de eneroDía Internacional de la Croqueta, encontramos la excusa perfecta para rendirles el homenaje que merecen. La nuestra, cinco recomendaciones para saborearlas.

Porque en Baco y Boca hemos probado croquetas que son verdaderas obras maestras. Y aunque la lista de locales donde las preparan a la perfección es extensa, aquí hemos seleccionado solo cinco ideales para celebrar el Día Internacional de la Croqueta como se merece.

Maleducat, la croqueta “perfecta”

Sería casi maleducado no reconocer la genialidad de Víctor Ródenas, Marc e Ignasi García, elaborando —y sirviendo— sus croquetas de jamón ibérico de bellota. En Maleducat, las croquetas son perfectas (si la perfección existe): con un crujiente rebozado, un cremoso interior y un sabor a jamón de bellota inconfundible.

Las croquetas de Maleducat.

Pero lo que realmente las eleva a otro nivel es la experiencia: cuando los tres anfitriones te las sirven con su característico humor y te sugieren el vino perfecto para maridarlas, el bocado se transforma en una celebración de sabores. En el número 54 de la calle Manso.

Batea, con sabor a mar

Batea es de esos locales de moda donde además de buena fama sirven muy buena cocina. Esta marisquería moderna ha conseguido casar la cocina marinera atlántica con la mediterránea, un matrimonio duradero para foodies y amantes de la buena mesa.

Croqueta de Batea.

Su creatividad —siempre respetando el producto y las raíces—  también la catamos en sus croquetas. Aquí, no solo despuntan unas, puesto que sus chef van sorprendiéndonos con diferentes variedades, como las de carabinero, chipotle y picaña; o las de bacalao y chorizo gallego, ¡deliciosas! En el número 605 de la Gran Via.

Gaig, homenaje a la cocina tradicional

No necesita grandes presentaciones. Carles Gaig es el “rey” de la cocina catalana y como no podía ser menos, borda las croquetas. Porque en su reino de alta cocina tradicional, además de los archifamosos canelones, brillan sobremanera sus croquetas caseras. Auténticos bocados de felicidad cremosos por dentro, crujientes por fuera y con un sabor auténtico.

Las croquetas de Gaig.

Además de poderlas saborear en sus restaurantes (Gaig y Petit Comité), también se pueden comprar para disfrutar en casa. Petit Comité está en el Pasage de la Concepció y Gaig en la calle Nau Santa Maria.

My Fucking Restaurant, imaginativas croquetas slowfood

El chef italiano Matteo Bertozzi, junto a su socio Paolo Mangianti, han conseguido ubicar este restaurante “canalla” del Raval en el mapa gastronómico barcelonés. Entre sus especialidades, imprescindibles sus croquetas, siempre imaginativas y con un toque “delicioso” de autor.

La croqueta de osobuco de My Fucking Restaurant.

Sus croquetas de osobuco, redondas y presentadas encima del propio hueso, ya son todo un clásico de la carta, pero sus nuevas croquetas de asado coreano no se quedan atrás. ¡Simplemente extraordinarias! Y además, elaboradas con productos eco y de proximidad, no en vano el local pertenece al movimiento Slow Food. En el número 35 de Nou de la Rambla.

Collonut, las del bar auténtico

En “un bar que tiene todo lo bueno que tiene un bar”, reproduciendo su propio claim, no podían faltar unas deliciosas croquetas. En cualquiera de sus locales (cuatro en Barcelona, uno en Badalona y otro en Gavà), las croquetas de Collonut son de las que se denominan “de otro nivel”.

Las croquetas de Collonut.

Con un rebozado crujiente y una bechamel tan suave que parece derretirse en la boca, sus croquetas son una auténtica joya: desde las clásicas de jamón ibérico o de pollo, hasta las de ternera y trufa o las de espinacas. En Barcelona, se pueden encontrar en las calles Marina, Olesa, Gran de Sant Andreu y Gelabert.

El curioso origen de la croqueta

Y si tras estas recomendaciones hemos conseguido que “tengas hambre” de croquetas, aquí unos bocados para saber más sobre ellas.  La palabra “croqueta” deriva del francés croquer, que significa “crujir”, y de su diminutivo croquette, que podríamos traducir como “crujientita”.

Sin embargo, los franceses no son los únicos que se disputan la invención de este bocado exquisito. En el siglo XVII, el chef François Massialot, que trabajó para la corte del Duque de Orleans, ya mencionaba una receta llamada croquets en su libro Le cuisinier roïal et bourgeois. Aquellas primeras croquetas no tenían bechamel, sino que eran bolitas fritas de carne, trufa y especias.

El giro en la receta llegó gracias a un hombre que no inventó la bechamel, pero sí la popularizó: Luis de Béchameil, un mayordomo de la corte de Luis XIV. Fue su cocinero quien decidió incluir esta salsa en las croquetas, probablemente inspirado por recetas italianas.

El tapeo ideal, unas croquetas (Foto: Collonut),
El tapeo ideal, unas croquetas (Foto: Collonut),

No fue hasta 1817 cuando la croqueta moderna hizo su debut oficial. El chef Antonin Carême preparó un plato de croquettes à la royale para un banquete de lujo, sorprendiendo al príncipe regente de Inglaterra y al Archiduque de Rusia con esa combinación perfecta de cremosidad y crujiente. Desde entonces, la croqueta dejó de ser un plato humilde para convertirse en un símbolo de sofisticación.

En España, y aunque nos creamos muy croqueteros, no empezamos a cocinarlas hasta el siglo XIX. Las primeras croquetas que llegaron a nuestras mesas llevaban patata como base (un ingrediente más barato y abundante en la época), y con el tiempo evolucionaron hasta convertirse en las que conocemos hoy, con bechamel como protagonista indiscutible.

Croquetas: un bocado lleno de variantes

Hoy en día, las croquetas son un lienzo en blanco para la creatividad culinaria. Existen croquetas de todo tipo de ingredientes, desde clásicos como jamón o pollo hasta combinaciones más atrevidas como gorgonzola y nueces, pulpo a la gallega o incluso chocolate. Fuera de nuestro país, además, se sofistican. En Países Bajos, las kroketten suelen rellenarse con ragú de carne y se acompañan con mostaza. En Japón, las korokke destacan por su uso de patata como base principal, mientras que en la India las croquetas se reinterpretan con especias como el curry, creando sabores intensos y exóticos.