Más de 500 drones, 800 kilos de pirotecnia, luces a gran altura y un corazón latiente sobre Montjuïc han acompañado a miles de barceloneses para despedir 2024 y abrir el año nuevo desde la Avenida Maria Cristina de la capital catalana.
Con el nombre de Barcelona batega, el show de luz y fuego de la compañía francesa Groupe F ha querido dar el salto de año con el amor y los abrazos como hilo conductor. A los pies del MNAC, el espectáculo ha hecho vibrar a los asistentes desde diez minutos antes de medianoche, para recibir las campanadas entre fuegos artificiales.
La dimensión de la pirotecnia y la cantidad de drones ha hecho visible el espectáculo no sólo desde el entorno de Monjuïc, sino desde puntos diversos de la capital catalana. Y es que los 500 drones con efectos pirotécnicos han volado hasta 180 metros de altura, danzando en coordinación con los fuegos artificiales al son de una banda sonora compuesta para la ocasión.
Este baile sincronizado bebe de la creatividad artística, y también de la tecnología, que se han combinado para posibilitar un show que ha requerido más de 15.000 órdenes para coordinar sus diversos elementos y detalles.
Y esta danza ha arrancado con el arte como protagonista: coincidiendo con el 50 aniversario de la Fundació Miró en 2025, el espectáculo ha homenajeado al artista inspirándose en algunas de sus emblemáticas obras, como el mosaico de La Rambla y la escultura Dona i Ocell.
Además de Miró, el cielo barcelonés también ha rendido homenaje a autores de obras emblemáticas de las calles de la ciudad, como el fotógrafo y artista conceptual Joan Fontcuberta, y el icono del graffiti neoyorquino Keith Haring.
Pero no sólo el arte y la ciudad han protagonizado el despliegue de luces y música, que también ha hecho referencias a la naturaleza, a la convivencia, a la amistad y a la solidaridad. Y es que, como explicó el director de Groupe F, Christophe Berthonneau, el espectáculo ha estado impregnado del deseo de que la paz pueda acompañar la entrada de 2025.
De nuevo, el espectáculo se ha realizado sin los chorros de la Font Màgica, que está en proceso de reparación tras la sequía. Sin embargo, este año no se ha quedado como un mero elemento decorativo pasivo, sino que ha cambiado el agua por fuego: 15 máquinas de llamas móviles han añadido dramatismo y calor a un espectáculo que ha cerrado el año con la esperanza y el propósito, como siempre, de que el próximo sea mejor.