Barcelona acoge, pero hagámoslo bien

Hace tiempo que Barcelona ha sido receptiva con los que vienen de fuera. Algunos han venido a hacer negocios, a construir, a soñar haciendo realidad aquello que les movía; a hacer una visión realidad; a pintar, y muchos, a desarrollarse personal, profesionalmente, etc. Desgraciadamente, Barcelona también recibe personas que han sido expulsadas por el conflicto, por el conflicto armado, por el conflicto social, por el conflicto racial, por el conflicto. Su situación geográfica, el puerto, el clima, y sus barrios y distancias asequibles, la hacen un receso natural para aquellos que llegan, cansados, hambrientos, dolidos.

El conflicto afecta a todas las sociedades, el conflicto demasiado presente en nuestra sociedad, ya sea al volante de un vehículo que transforma a su conductor cabreado por los bolardos de la calle Balmes, como en la actitud beligerante de los que se creen con la misión divina de expandir sus fronteras por no sé qué visión historicista, que contamina y que justifica una guerra. Pero en los conflictos, sufrimos todos, directa e indirectamente, y Barcelona ha sido cojín, muelle y cuna de muchos de los que salen directamente afectados, los refugiados, los nómadas por obligación, que sin un destino fijo, cuando salen, salen para sobrevivir.

No podemos no hablar en estos momentos del drama humanitario, en estas fechas, del éxodo más bestia de los últimos 100 años en Europa, a tan solo unos 2.500 kilómetros de Barcelona, el conflicto en Ucrania. Ahora ya son millones los que han abandonado el país y los que lo harán en las próximas horas, días y meses; cada decisión individual para proteger la vida “suma y sigue sumando” y, no habrá una Europa solidaria, si no está cohesionada en la recepción de tanta y tanta gente desafortunada por un conflicto bélico en el que nadie pensó ni se gestionó adecuadamente, ni la diplomacia, ni la política internacional, ni siquiera la inteligencia militar.

No habrá una Europa solidaria, si no está cohesionada en la recepción de tanta y tanta gente desafortunada por un conflicto bélico en el que nadie pensó ni se gestionó adecuadamente

En esta avalancha de refugiados hay que trabajar como europeos y Barcelona está reaccionando en el marco europeo desde una perspectiva social e individual. Son de aplauso las iniciativas que están mostrando la solidaridad en la ayuda humanitaria enviando materiales, sacos de dormir, comida, productos sanitarios, etc. Parece que la respuesta es masiva y efectiva y Barcelona lo está haciendo de forma suficientemente ordenada en grupos muy articulados. Enviar ayuda es señal de respuesta ante la necesidad y está funcionando. También está funcionando el transporte, hoy los refugiados entran y llegan a la UE y se pueden mover fuera de la frontera una vez en Polonia u otros países próximos y se les facilita la movilidad hasta ciudades como, por ejemplo, Barcelona. De hecho, aquí la iniciativa individual ya está dando ejemplos de barceloneses que cogen una furgo a título individual, o un convoy de vehículos para llevar refugiados a Barcelona como el de la Fundación Primavera Sound o incluso aviones como hace Open Arms. ¡Bravo por la iniciativa privada a la espera de que la Europa institucional despierte y actúe!

Pero el reto de Barcelona, ciudad históricamente solidaria donde se erigieron las mutuas de accidentes de trabajo a principios del siglo XX para aquellos que sufrían accidentes laborales, o decenas de proyectos llenos de voluntariado remarcable, no está en si seremos capaces de llevar refugiados o enviar material, es si haremos bien lo que a largo plazo Barcelona tiene que poder gestionar como ciudad: la acogida coordinada, sostenible, y con garantías de dar a estas personas cierta calidad humanitaria en la que las condiciones de vida permitan a madres, mujeres, abuelas y abuelos, niñas y niños refugiados desarrollarse personalmente e integrarse en nuestra sociedad temporalmente o por siempre jamás, ya sea de vuelta a su país de origen cuando llegue la paz o como futuros vecinos de nuestras ciudades.

Barcelona tiene un reto, acoger y acoger bien. No servirán de nada miles de convoyes y aviones volando a la frontera con Polonia si Barcelona no tiene una red de recepción coordinada y bien articulada de centros, domicilios y ubicaciones con garantías de una vida mejor que la que llevarían en medio de un conflicto bélico. Y de esto saben mucho en la Fundació Barcelona Actua, en el corazón de Gràcia, entidad con la que tengo el privilegio de colaborar menos de lo que querría. Laia Serrano dirige la fundación y hace años que acogen refugiados de conflictos de todo el mundo que han arraigado en Barcelona. Iniciativas de la fundación como las BAC Stations para acoger personas con necesidades de este tipo son ejemplo del buen trabajo hecho en Barcelona desde hace años de acogida en condiciones, coordinada con instituciones y entidades y de alta calidad humanitaria.

La Fundació Barcelona Actua lleva muchos años enfatizando cómo de relevante es la cooperación y la coordinación con criterio de profesionalidad sostenible con el movimiento de acogida de refugiados. Hace falta ante todo poner la energía en nosotros mismos y en nuestro alrededor para crear las condiciones de acogida. La iniciativa individual es muy importante, por supuesto, y admirable como Barcelona puede responder, pero el gobierno municipal, las entidades y sus ciudadanos tienen que hablar el mismo lenguaje, hagámoslo bien: son personas. Tampoco podemos olvidar otros conflictos en el mundo, otros refugiados que en el pasado ha habido que acoger y que quizás la dimensión y la distancia no los pusieron en la portada de los periódicos. Los medios se centran, con lógica, en el principal conflicto bélico de la historia de Europa en muchas décadas, pero todavía tenemos refugiados, menores extranjeros no acompañados, y otros muchos flujos de personas que son expulsados de su casa.

Hace falta ante todo poner la energía en nosotros mismos y en nuestro alrededor para crear las condiciones de acogida

Barcelona, con toda su iniciativa individual no puede verse abocada a un descontrol, como está pasando en Varsovia o Cracovia, donde miles de personas han dormido al raso en estaciones de tren llenas a rebosar; en Varsovia, hoy, el 10% de la población de la ciudad de más de dos millones de habitantes ya son “refugiados ucranianos que vagan por la ciudad y esto no ha hecho más que empezar”, me decía ayer mi buen amigo polaco, Jacek, que ha abierto su oficina en el centro de la ciudad para acoger a 30 madres y niños; pero esto no va así, ni aquí, ni allí.

Barcelona puede ofrecer una acogida en condiciones si empezamos con una buena coordinación institucional, de entidades con personas individuales, anónimas y generosas que ponen a disposición de la crisis, su casa. Por lo tanto, la ciudad solidaria que somos, que se despierta para acoger en un conflicto que no durará poco, y que no ha hecho más que empezar, no puede tener grietas en su estructura de acogida, perderemos todos la energía y las buenas intenciones de muchos ciudadanos. Las entidades y las administraciones tienen la responsabilidad de coordinar y garantizar que estas muestras de solidaridad se traducen en actuaciones de acogida, como las que querríamos para nuestros hijos, madres o abuelas si pasaran por el mismo calvario. Hay que instar a la colaboración pública que se coordine con las entidades y estas con los ciudadanos de Barcelona; Cruz Roja ya está en marcha en Montjuïc y hay que empezar por aquí, que lleguen y empiecen un camino ordenado hacia una “nueva vida” como nuevos barceloneses, aunque sea de forma temporal.

Por eso y con este objetivo, Barcelona Actua y otras entidades están organizando sesiones informativas y de respuesta a las iniciativas individuales para poder hacer una mejor gestión de la solidaridad, ya que la solidaridad en forma de caos hace que las energías se pierdan y se diluyan y de nada servirá a aquellos que ahora huyen del fuego, del conflicto y de la irracional y despiadada voluntad de reconquista impropia de nuestra civilización.

Para más información sobre cómo dar cabida a su iniciativa de ayudar y acoger en Barcelona, consulte la web de la Fundació Barcelona Actua o la del Ayuntamiento de Barcelona; también nos informa la Generalitat. Somos Barcelona, sabemos recibir a los que vienen de fuera, lo hemos demostrado a lo largo de los siglos. Ahora también, pero más que nunca, hagámoslo bien.