El tiempo que dormimos es fuente de vitalidad. Mientras dormimos, se pone a punto todo lo necesario en nuestro organismo para funcionar bien durante el día. La enorme falta de conciencia sobre ello lleva a nuestra sociedad a menospreciar el descanso y robarle horas, incrementando el riesgo de accidentes laborales o en la carretera, y provocando un bajo o menor rendimiento en nuestras actividades cotidianas.
“El sueño es un estado fisiológico por el que pasamos cada día, en el que fundamentalmente quien toma el mando es el cerebro, un órgano extremadamente inteligente. Sabe, perfectamente, cómo trabajar en beneficio nuestro. Mientras dormimos, hace un repaso exhaustivo de todo el organismo, tiene el gran compromiso de cuidar de nosotros con un ejercicio muy bien planificado. Traicionamos al cerebro si no dormimos, porque no le permitimos realizar la puesta a punto de todo lo necesario para nuestra capacidad funcional óptima, para ser mejores personas y más competentes, desprotegiendo así nuestra salud”. Así de gráfico y contundente presenta Antoni Esteve, presidente y fundador de AdSalutem Institute for Healthy Sleep, presidente del Institut Guttmann y miembro numerario de las Reales Academias de Medicina y Farmacia, la importancia del sueño en esta nueva sesión de Barcelona Global Duets. Esteve es presidente y fundador de AdSalutem Institute for Healthy Sleep, presidente del Institut Guttmann y miembro numerario de las Reales Academias de Medicina y Farmacia.
Y, según explica el profesor del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Universidad de Stanford, Luis de Lecea, “hay bastantes hipótesis acerca de la función reparadora del sueño y sobre qué es lo que realmente ocurre a nivel celular, en nuestras neuronas, mientras dormimos”. Se sabe que “el dormir es una oportunidad para reponer recursos que precisamos para la vida diaria, que si no dormimos lo suficiente no se reponen de la manera adecuada”, señala De Lecea.
Ambos expertos otorgan al dormir bien la función del reset que nuestro organismo precisa para un funcionamiento óptimo, un beneficio que la sociedad, en general, ignora. “Tal vez los culpables somos nosotros, los del lado de la ciencia. El conocimiento que tenemos del sueño es extraordinario, mucho mayor del que teníamos hace 20 años, pero nos está costando transmitir a la sociedad ese vínculo tan estrecho entre sueño y salud. Nos sentimos responsables de esa consciencia”, admite Antoni Esteve. Citando al descubridor de las fases del sueño REM, pionero en las investigaciones en medicina del sueño, y fundador del primer laboratorio de sueño del mundo, el Centro de Investigaciones del Sueño, en la Universidad de Stanford, William Charles Dement, Luis de Lecea puntualiza que, como decía Dement, “el sueño no es importante, es esencial, una de las patas de la salud”. Pero todavía falta mucho para que se reconozca como tal. El descanso, el sueño, es universal, todos los animales duermen, y será por algo”, expresa.
Tal como precisa Antoni Esteve, “dormir 8 horas garantiza poder llevar una vida ordenada las 16 horas restantes”. Guardar buenos hábitos, que no cometamos excesos, ni siquiera el hacer más ejercicio de la cuenta, mantener hábitos nutricionales, buenos equilibrios, una vida social activa, así como también conocer cuáles son nuestras necesidades, ayuda. Y lo importante —precisa también Esteve— “es saber aplicar recetas propias a nuestras vidas, saber cómo nuestro organismo puede mejorar su funcionamiento. Todo ello nos ayudará a tener un sueño plácido”. Ese —puntualiza— “es el círculo virtuoso, la retroalimentación entre el dormir bien y el funcionar adecuadamente durante el día y, en cambio, hablamos de un círculo vicioso, si algo de ello no funciona bien”.
La siesta, ¿ayuda?
Dormir entre 10 y 15 minutos después de comer es, según declaró Antoni Esteve, “una forma inteligente de permitirle a nuestro cerebro hacer un reset y prepararnos para el descanso nocturno”. Y puso como ejemplo a las empresas más punteras, tecnológicas, que han previsto sus espacios adecuados para que sus trabajadores descansen esos 10 o 15 minutos después de la comida. Sin embargo, Luis de Lecea apuntó que no a todas las personas les funciona la siesta.
En lo que sí coinciden ambos especialistas en el sueño es que uno de los grandes obstáculos para lograr las horas suficientes de descanso, un sueño de calidad, es el estrés. En palabras de Luis de Lecea, “el estrés es el mayor enemigo del buen sueño. Por ello, la manera de manejar el estrés es fundamental. Desde el punto de vista biológico, un animal estresado ante la amenaza de un depredador se activa en modo huida, como mecanismo de defensa. Y nuestro cerebro funciona igual ante los problemas que nos estresan”.
La terapia cognitiva conductual para el sueño, personalizada, enfocando en cada persona sus problemas y sus amenazas de la integridad del sueño, trata de corregirla con varios métodos cognitivos, haciendo al paciente consciente de sus problemas.
Dormir para prevenir enfermedades
Las consecuencias de no dormir bien son muchas, “una larga lista”, apunta Luis de Lecea, que solo como ejemplo cita que a nivel neuronal se acumulan errores metabólicos en el ADN, mientras que dormir bien ayuda a repararlos. Durante el sueño, además, se restablece un equilibrio inmunológico muy importante, y, en cambio, puede darse inflamación crónica por falta de sueño. En definitiva, ese tercio de nuestras vidas en el que dormimos afecta a toda nuestra actividad fisiológica.
En cuanto a las horas que son necesarias para considerar que dormimos bien cada noche, Antoni Esteve indica que dormir entre 7 y 9 horas es lo que se considera sueño saludable, pero precisando también que siempre hay los extremos. Si es suficiente con 5 o 6 horas, aunque sea muy extraño, pero si la persona lo gestiona bien y ese tiempo le permite mantener todas sus actividades con suficiente capacidad para llevarlas a cabo durante todo el día, estará bien. Sin embargo, Esteve aprovechó para poner el ejemplo del conocido cardiólogo Valentí Fuster, que siempre se había mostrado muy orgulloso porque con las cuatro horas que dormía decía tener de sobras para reponerse, y el resto del tiempo que no dormía lo podía usar para trabajar. Pero eso fue hasta que Fuster participó en un estudio sobre el riesgo cardiovascular por falta de sueño. “Las conclusiones fueron tan determinantes que se convirtió en el mejor embajador de la necesidad de dormir”, dice Esteve.
Antoni Esteve: “dormir 8 horas garantiza poder llevar una vida ordenada las 16 horas restantes”
Todos estos argumentos formaron parte de la segunda sesión del ciclo Barcelona Global Duets, organizado por Barcelona Global y que este año cuenta con la colaboración de The New Barcelona Post. Son una serie de diálogos que pretenden confrontar la mirada de dos barceloneses globales, uno residente en Barcelona y otro que vive y trabaja en el extranjero. En esta ocasión, Antoni Esteve presidente y fundador de AdSalutem Insistute for Healthy Sleep, presidente del Institut Guttmann y miembro numerario de las Reales Academias de Medicina y Farmacia y Luis de Lecea, profesor del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Universidad de Stanford, han protagonizado el debate Sueño y envejecimiento saludable celebrado este lunes 13 de marzo, y moderado por la también socia de Barcelona Global, Bibiana Ballbè, fundadora de la agencia de creatividad TheCreativeAgency. La sesión pudo seguirse en directo por streaming y ahora también la tenéis disponible en este mismo artículo o en el canal de Youtube de Barcelona Global.
Y, aprovechando la doble perspectiva California-Barcelona, también se planteó si hay diferencias sobre los mejores o peores hábitos para acompañar un buen sueño en Estados Unidos y en España. Y, aunque no se conocen estudios comparativos, “lo que sí es cierto es que de forma pública, en Estados Unidos es más común que se hable de la importancia del sueño, incluso a nivel cultural es algo en lo que aquí aún tenemos mucho por recorrer. La investigación que hace Luis, aquí no se hace. En Estados Unidos, grandes estudios de investigación del sueño reciben importantes fondos, cosa que aquí es solo una aspiración”, declaró Antoni Esteve.
Cómo revertir la desinformación sobre sueño y salud
Tanto Esteve como De Lecea consideran que una buena promoción del sueño reparador, como puntal de nuestra salud debería iniciarse ya durante el proceso educativo de las personas, “no en las facultades, sino en las escuelas, que se permita incorporarlo en la enseñanza primaria”, precisaron. “En etapas como la infancia y la adolescencia, además, que son periodos esenciales para la formación de circuitos neuronales, dormir bien es fundamental para tener un cerebro sano en la edad adulta”, indicaron.
Un cerebro sano en la edad adulta, y también un mejor envejecimiento, son los beneficios directos de un sueño de calidad, según apuntaron los especialistas. “Es ciencia pura” —aseguraron— “vivir más años y en mejores condiciones depende, en gran medida, de cuidar nuestro sueño. Si logramos restituir el sueño, la calidad cognitiva, cardiovascular y muchos otros factores mejoran. En cambio, cuando padecemos estrés y nos hacemos mayores, el organismo se adapta peor a las amenazas de un hecho amenazador (depredador), el cerebro está menos dispuesto a ese tipo de situaciones porque tiene menos recursos, responde peor y se van acumulando daños en él”, señalaba Luis de Lecea.
Luis de Lecea: “vivir más años y en mejores condiciones depende, en gran medida, de cuidar nuestro sueño
Si dormimos peor, la prevalencia de problemas es más alta, pero eso es algo que se puede revertir, tal como apuntó Antoni Esteve, el sueño es un factor modificable. El científico se lamentaba del tiempo que la sociedad ha perdido por el hecho de no prestar atención cuando existe un problema de sueño para intentar recuperar el sueño saludable. También echa en falta, incluso entre los profesionales sanitarios, la falta de conocimiento aún cuando el problema persiste. “No nos queda otro remedio que prescribir medicamentos como solución. Son medicinas extremadamente efectivas y sin apenas efectos adversos, pero su uso continuado sí que puede conllevar serios problemas de salud”. Sí, admitió que la falta de sueño no se aborda médicamente suficientemente bien.
Desde California, y como investigador del tema, Luis de Lecea comentó la descomunal tendencia general al consumo de hipnóticos, frente a la alternativa que sería la terapia cognitiva conductual, con tratamientos de 6 o 8 semanas, pero admitió que no se hace porque es muy caro. El estrés continuado, la falta de ejercicio, el entorno en el que se duerme –como por ejemplo una habitación desordenada-, todo lo que afecta es parte de la terapia. De Lecea considera que “la educación puede mejorar muchísimo las estadísticas y reducir el consumo de hipnóticos”. Porque, según comentó De Lecea, “el problema que tiene la medicación es que duermes, pero no se lleva a cabo el proceso natural de reparación. Y, de ese modo, no se descansa, aunque se duerma. Si se duermen 8 horas, pero al levantarse se siente poco ánimo y fatiga, es que algo no va bien”.
No es extraña, sin embargo, esa falta de información, puesto que De Lecea también se refirió a la “poquísima atención que se le dedica a explicar el sueño a los estudiantes de medicina, tanto de los mecanismos básicos del dormir, como a las terapias que lo propician”.
Sin embargo, la investigación sigue apuntando hacia un envejecimiento más saludable y el sueño tiene en ello su papel protagonista, no solo para prevenir enfermedades, sino también como predictor. Los trastornos del sueño empiezan a figurar ya en estudios como predictores de enfermedades neurodegenerativas, según dejaron constancia en la sesión de Barcelona Global Duets. Los expertos ponían fin a ella invitando a consultar y aplicar el decálogo de la higiene del sueño, que recoge hábitos como mantener siempre un mismo horario para ir a dormir, reducir al máximo el consumo de sustancias que estimulan el sistema nervioso o procurar las condiciones óptimas en la habitación en la que se duerme, de luz, temperatura y silencio.