“Barcelona puede ser en el siglo XXI una de las ciudades de referencia para vivir y trabajar a nivel global”, aunque, primero, debe hacer los deberes y dotarse de las herramientas adecuadas para ejecutar intervenciones urbanísticas estratégicas que contribuyan a impulsar su economía, a resolver el reto de la vivienda y a asegurar el éxito de la transición de la tercera a la cuarta revolución industrial. Estas son algunas de las principales reflexiones que realizó Ramon Gras, City Science Researcher de Harvard y co-fundador de la consultora Aretian Urban Analytics and Design, durante su participación en la tercera sesión de los Barcelona Global Duets, una serie de diálogos sobre cuestiones de actualidad fruto de la mirada de dos barceloneses globales socios de Barcelona Global.
Ya tenéis disponible en este mismo artículo el vídeo de la conversación que Gras mantuvo con otro miembro del International Council de Barcelona Global, Aleix Paris, ingeniero de software de la empresa californiana de vehículos autónomos Waymo, propiedad de Alphabet, el hólding al que también pertenece Google. Según Paris, el coche autónomo permitirá “salvar millones de vidas” y posibilitará que las ciudades sean más eficientas y tengan un volumen de congestión muy inferior al actual.
En colaboración con The New Barcelona Post y moderados por la periodista y consejera delegada de TheCreativeAgency, Bibiana Ballbè, Gras y Paris debatieron en este Duets sobre movilidad y sobre el futuro de las grandes ciudades y ambos coincidieron en señalar que la capital catalana se encuentra muy bien posicionada para ocupar una posición destacada en la liga global de las ciudades más aventajadas del mundo. “Veo a Barcelona en buena forma”, admitió Gras nada más arrancar el diálogo y después de haber vivido unos meses en la ciudad, ya que ahora su residencia habitual está en Boston. En la misma línea, París destacó que en una visita reciente quedó “sorprendido de lo bien que funciona el transporte público en comparación con muchas ciudades de Estados Unidos”.
Para este ingeniero especializado en software de robótica, Barcelona encaja con la tipología de ciudad donde el vehículo autónomo “tiene mucho potencial”, aunque no se atrevió a aventurar cuándo podremos ver circulando a los primeros coches sin conductor. Este futurible, sin embargo, ya es realidad en las ciudades estadounidenses de Phoenix y San Francisco, donde Waymo ya ha lanzado el primer servicio de viajes autónomos del mundo, que los ciudadanos pueden utilizar como un taxi a través de la aplicación Waymo One. “Efectivamente, los coches autónomos ya existen, ¡yo los he probado! Parece ciencia ficción y aún me sorprende ver un coche sin nadie en el volante, pero esta tecnología ya es una realidad. Pronto empezaremos a operar también en Los Ángeles”, explicó Paris, que trabaja en la central de la compañía en Silicon Valley (California).
El ingeniero explicó que los vehículos autónomos que están diseñando tienen capacidad para adaptarse a las ciudades existentes y que podrán convivir perfectamente con los vehículos tradicionales durante toda la fase de transición, que se prevé larga. “Nuestro coche se adapta totalmente a las ciudades tal y como existen hoy. Predice a bordo y en tiempo real qué van a hacer los otros usuarios de la carretera, ya sean peatones, ciclistas o los conductores tradicionales. Interactuamos de manera parecida a un humano para poder llegar a la destinación de manera segura”.
Desafíos éticos y legales
En opinión de Paris, el futuro de las ciudades será mucho mejor con los coches autónomos, ya que habrá menos accidentes y se salvarán “millones de vidas”. “Se estima que cada año 1,3 millones de personas mueren por accidentes de tráfico y el 94% se deben a errores humanos. Con el vehículo autónomo tendremos ciudades más eficientes, con menos accidentes y con menos congestión, porque habrá, por ejemplo, menos kilómetros vacíos de un taxi buscando pasajeros. Este tipo de vehículos serán un buen complemento para el transporte público y harán que sea menos necesario tener un coche personal, es decir, harán falta menos parkings y eso implica más espacios verdes… serán ciudades más sostenibles y, además, todos los vehículos autónomos son 100% eléctricos, por lo que se reducirán también las emisiones”, avanza.
Aleix Paris: “Se estima que cada año 1,3 millones de personas mueren por accidentes de tráfico y el 94% se deben a errores humanos. Con el vehículo autónomo tendremos ciudades más eficientes, con menos accidentes y con menos congestión”
Tanto Paris como Gras explicaron que también están en marcha diversas iniciativas para aplicar el vehículo autónomo al sector del transporte y la logística, con camiones de largo recorrido que no necesitarán parar y mejorarán la seguridad vial, y vehículos de reparto que optimizarán la distribución en el centro de las ciudades, un sistema que ya se está probando en Chicago. “Es una realidad que se va abriendo paso, pero que presenta algunas dificultades de tipo legal y psicológico que hará que la transición sea un poco lenta”, apuntó Gras. Según el urbanista, este sector todavía debe resolver ciertas casuísticas y enfrentarse a “dilemas morales” de difícil resolución, como por ejemplo, qué vidas hay que priorizar en caso de accidentes. “Si hay accidentes, ¿las responsabilidades de quién serán?”, se preguntó Gras.
Aleix Paris le respondió que el hecho de “tener que elegir entre una vida u otra es un caso límite” y que esta situación de preguntarse a quién salvar en caso de accidente “simplemente no procede, porque ¡vamos a salvar a todos!”. “El coche de Waymo puede percibir los obstáculos a tres campos de futbol de distancia”, enfatizó.
A la espera de que esta tecnología se vaya perfeccionando y avanzando, ambos expertos coincidieron en que es básico impulsar el coche eléctrico y, para ello, es necesario incrementar sustancialmente los puntos de recarga. “Tanto en Estados Unidos como aquí, sólo el 1% del parque total de vehículos son eléctricos o híbridos. Es necesario crear un sistema de puntos de carga bien distribuidos para que no sea un elemento limitante. Pero hay otro problema: el incentivo económico. EEUU, por ejemplo, es un país que tiene abundantes combustibles fósiles… eso dificulta mucho esa transición hacia el vehículo eléctrico”, reflexionó Ramon Gras.
La herencia del Pla Cerdà
El urbanista indicó que Barcelona, a pesar de lo que se pueda pensar, tiene una posición aventajada en materia de movilidad, ya que el 74% de los desplazamientos se realizan en transporte público o a pie, “un porcentaje muy elevado” que es impensable en muchas ciudades americanas con un modelo urbanístico de baja densidad que dificulta la eficiencia del transporte público. “Efectivamente, en Silicon Valley es literalmente lo que ocurre: baja densidad de población y mucha extensión. Todo queda lejos, por lo que el coche es absolutamente necesario”, dijo Paris, que apuntó que en San Francisco, a diferencia de otras capitales, sí que es “fácil vivir con un coche eléctrico”.
Para Gras, el modelo de Barcelona “es un buen punto de partida” para lograr aplicar, por ejemplo, conceptos como el de la ciudad de los quince minutos, que permite a los ciudadanos poder acceder andando a todos los servicios esenciales. Este ideal, sin embargo, todavía está muy lejos de la mayoría de grandes ciudades del mundo, ya que, según Gras, “de los 500 millones de personas que viven en las regiones metropolitanas, menos del 5%, un 4,5%, cumplen con estos estándares”.
En este punto, Gras reivindicó la figura de Ildefons Cerdà, de quien siente una “gran admiración” por su “visión humana”, por “poner a las personas en el centro” y aplicar unos criterios que hoy “siguen totalmente vigentes”. “Era brillante, pero desgraciadamente no siempre tuvo el reconocimiento que se merecía. Fue un hombre visionario que se anticipó 200 años a su época. Lo admiro mucho y sirve de inspiración”, subrayó Gras.
Ramon Gras: “Ildefons Cerdà era brillante, pero desgraciadamente no siempre tuvo el reconocimiento que se merecía. Fue un hombre visionario que se anticipó 200 años a su época. Lo admiro mucho y sirve de inspiración”
Según el urbanista, las virtudes que tiene la capital catalana se deben, precisamente, a Cerdà: “Barcelona cuenta con un legado importante, porque el 45% del diseño morfológico es herencia del Pla Cerdà, que tenía unos niveles bien pensados de densidad y distribución de usos”. En este sentido, Gras explicó que Barcelona tiene una densidad de 16.500 habitantes por kilómetro cuadrado y su morfología propicia, por ejemplo, que su gasto hídrico sea de los más bajos del mundo y que los tiempos de desplazamiento en transporte público o el volumen de las emisiones sean “notablemente inferiores a ciudades comparables como Atlanta o Seattle”.
El modelo de Boston
Tras ser preguntado por la ciudad del globo que puede ser un buen referente para Barcelona, Gras apuntó a Boston. “Es una ciudad que tiene muchas virtudes: una calidad urbanística superior, transporte público muy desarrollado y un tejido de usos muy bien pensado”, que ha favorecido que la ciudad tenga algunos de los mejores hospitales, universidades y centros de investigación del mundo. “Boston dispone de cinco ecosistemas de innovación maduros, es el distrito de innovación más potente del mundo gracias a Harvard y el MIT, con 45.000 profesionales… dos terceras partes de los cuales trabajan en actividades intensivas de conocimiento y generan una cantidad descomunal de patentes e innovaciones”, señaló.
Según Gras, Boston ha sabido “sacar partido de una estrategia muy interesante: generar una tensión creativa entre el mundo de las nuevas ideas, es decir, del mundo académico y de los centros de investigación punteros, con los verticales de la industria, tanto de servicios como de producto de alto valor añadido”. En Europa, también han surgido iniciativas interesantes y “ecosistemas de innovación muy potentes”, detalló, en ciudades como Budapest, Manchester, Liverpool, Toulouse, Ámsterdam, Róterdam y Tallin.
Talento individual y talento colectivo
¿Y Barcelona? “Barcelona tiene un problema —constató Gras—: nuestro talento individual es superior al colectivo. Tenemos a gente con mucho talento, en todos los ámbitos, en cambio, los sistemas de toma de decisión, de relación, dificultan ciertamente el desarrollo del talento. Tenemos una cultura organizativa pobre y eso provoca que tengamos a grandes compañías que se han estancado en la tercera revolución industrial y no en la cuarta; un tejido de pymes con grandes dificultades para crecer, y un ecosistema de startups muy notable cuantitativamente, pero que, sin embargo, ofrece una calidad en los productos y servicios que desarrollan inferior a la de otros países. Eso dificulta la atracción de talento, dificulta el recorrido de los jóvenes para desarrollar su carrera profesional y genera incentivos para que la gente se vaya”.
Ante esta contundente realidad, Bibiana Ballbè le preguntó si ¿somos conscientes de que nos pasa esto en Barcelona? Y Gras se sinceró de nuevo: “Siento decirlo, pero creo que no. Hay una autopercepción un poco distorsionada”, sentenció, y criticó que en muchos ámbitos la ciudad se ha quedado “anclada en el pasado”, lo que explica que “contantemente” se mire a los Juegos Olímpicos del 92. “A veces estamos queriendo volver a un pasado que no volverá y desaprovechando las oportunidades del presente”, advirtió.
¿Y qué hay que hacer entonces? “Es menester dar un nuevo impulso tanto urbanístico, como económico”, reivindicó, tras recordar que el urbanismo tiene un impacto directo en la economía y que también influye en la atracción y retención del talento. “Hay que impulsar intervenciones estratégicas bien planificadas que nos ayuden a pasar de la tercera revolución a la cuarta con éxito para que no nos encontremos dentro de diez años con que hemos perdido oportunidades”, reiteró.
En opinión de Ramon Gras, “Barcelona tiene los ingredientes, pero no las herramientas” para ser un referente europeo en un nuevo urbanismo que permita impulsar la economía y la cuarta revolución industrial. “Hay estrategias de diseño urbanístico que favorecen que estas economías del conocimiento puedan florecer”, destacó. “Por eso, hay que poner las herramientas al servicio de que estos ingredientes se combinen de la mejor manera para que las dinámicas favorezcan esta transición”, dijo Gras, que enumeró diversos retos a los que debe hacer frente Barcelona en el campo urbanístico, como la construcción de viviendas, la dinamización de la economía y la escasez de recursos hídricos y energéticos que sufre la región metropolitana de forma estructural.
Según explicó, estas herramientas son fruto de avances tecnológicos y científicos, como la inteligencia artificial, que permiten “disponer de un diagnóstico más fino” a la hora de tomar las decisiones y establecer proyecciones con múltiples escenarios de futuro” que respondan a las necesidades. “Son herramientas que están en el mundo académico, pero que todavía no se han integrado en el sistema de toma de decisiones en las grandes ciudades”, lamentó.
Así, en una ciudad donde el espacio es muy limitado, instó a tomar consciencia de la importancia de pensar muy bien el diseño morfológico, para que el trazado de las calles, la densidad de los espacios urbanos y los usos que se asignen respondan realmente a las necesidades de futuro y a los sectores industriales y económicos que se quieran favorecer. “No hay una consciencia social suficientemente fuerte de que hay una parte de los sectores de la economía que están en riesgo de desaparecer en los próximos años si no hay un impulso de innovación y de sofisticación de los productos y servicios. Disponemos de los ingredientes, pero precisamos de un impulso regenerador, sea en zonas estratégicas, como el Besòs o las Tres Xemeneies, o sea en Esplugues, en L’Hospitalet… Se requiere de un impulso territorial, urbanístico y económico importante”, reflexionó el experto.
Gras defiende un modelo urbanístico para la región metropolitana de los cinco millones de habitantes que apueste por el policentrismo armónico, basado en una distribución igualitaria de servicios esenciales, pero con una concentración de usos en zonas muy estratégicas que favorezcan las actividades intensivas en conocimiento y que se produzca la “tensión creativa necesaria entre la universidad y la empresa”, tal y como ocurre en Boston. “Si combinamos esa visión de diseño y gestión con esas intervenciones localizadas de mucha calidad, Barcelona puede ser en el siglo XXI una de las ciudades de referencia para vivir y trabajar a nivel global, sentenció.
Aleix Paris también pidió un mayor esfuerzo de colaboración entre el mundo de las universidades y las empresas. “En Barcelona hay talento y buenas universidades, pero debería potenciarse más la colaboración entre ambos, como ocurre en EEUU”, aseveró, tras mostrarse “optimista” con el futuro de la ciudad. “Barcelona es una ciudad moderna, con buen transporte público y centros de investigación muy potentes; tiene el potencial, tiene el talento, nos falta retenerlo”, concluyó Paris.