La música Alba Pujals.
La trombonista y compositora Alba Pujals.
EL BAR DEL POST

Alba Pujals: El placer de la cocción a fuego lento

“La música es una cuestión de paciencia, de sumar día a día. Un proceso en el que aprendes poco a poco y no se dan pasos de gigante”. Para la trombonista y compositora Alba Pujals, que admite que no puede vivir sin estar siempre cerca de algún instrumento que la conecte a la música, como si se tratara de una línea directa para conversar con los espíritus y las musas que jamás debe quedar desatendida, la música es como un buen sofrito. Requiere paciencia, oficio y perseverancia. “Mica en mica s’omple la pica, es una expresión que me gusta mucho y que refleja mi forma de entender lo que hago”.

Mientras razona sobre todo ello, el bajo de Bob Cranshaw y la batería de Mikey Roker acompasan el piano de Mary Lou Williams y las notas de Syl-o-gism avanzan guiando al oyente por un juego que trasciende la melodía para ir construyendo, mediante solos, momentos de absoluta singularidad artística. El mismo concepto que la acompaña como compositora que, como buena artista, no deja de interrogarse sobre la dirección emprendida, sobre si las coordenadas son las adecuadas. “Nunca pienso que podría ser peor, sino que tiendo a exigirme más, a pensar que lo que hago podría ser mejor”. Una necesidad de buscar la mejor versión del yo muy propia de una artista que, el año pasado, debutaba con Apologia (The Changes), primer álbum que pronto va a tener sucesión.

“En unos días empieza la grabación del siguiente disco, que voy a realizar entre Barcelona y Nueva York. Ahí presentaré oficialmente el nuevo repertorio, en marzo del año que viene”. Para esta aventura, le acompañan amigos y compañeros como Oriol Vallès, Giuseppe Campisi o el pianista estadounidense Esteban Castro.

Las ganas de arrancar ya con este nuevo capítulo brillan por encima de los miedos, y Alba exulta mientras, tras deleitarse con un menú —“mi formato favorito, que refleja la sencillez y la proximidad de los bares y restaurantes de barrio”—, se toma un prudente café descafeinado: “Mañana tengo mucho trabajo y me quiero acostar pronto… soy muy organizada, ¡aunque siempre creo que puedo serlo más!”, ríe.

Pasiones innatas

Aunque su madre, Neus Roigé, era pianista, la parroquiana no sabría vincular su pasión por la música exclusivamente a la figura materna. “No sé muy bien de dónde me viene. Empecé a estudiar música a los nueve años, pero me hubiese gustado empezar mucho antes”. Tal vez, una de las palancas fuera el eclecticismo musical que se respiraba en casa, “donde podías oír un preludio de Chopin, a los Supertramp o discos de rocksteady”.

Con su madre y hermanos mayores empezó pronto a ir a conciertos de todo tipo. “De niña vi a Laurel Aitken, por ejemplo. Vi muchos conciertos. Y, realmente, las epifanías que he tenido en mi vida han ocurrido durante conciertos. O bien haciendo música, y dándome cuenta de algún avance, de algún aprendizaje”. Un poco como cuando se consiguen sabores a base de trabajar bien el producto sobre los fogones.

La compositoria Alba Pujals.
Alba Pujals prepara su próximo disco entre Barcelona y Nueva York.

Ha vivido en Ámsterdam y en Nueva York, donde frecuentó la prestigiosa Juilliard School: el centro donde estudiaron talentos como Miles Davis, Tito Puente, Nina Simone o Wynton Marsalis. “Sólo el hecho de superar el proceso de admisión ya fue para mí todo un logro”, afirma, orgullosa de “seguir haciendo música con el mismo empuje e ilusión del primer día, sin tirar la toalla”.

Quiero y no puedo

Oriunda de Les Fonts, entre Rubí y Terrassa, y actualmente afincada en Sant Feliu de Llogregat, la artista estableció pronto un vínculo con Barcelona. “Desde los nueve a los dieciséis estudié en la Escola Oriol Martorell de Nou Barris. De adolescente venía a conciertos o a mirar discos en calle Tallers y, poco después, bajábamos con Oriol Vallès, que también es de Terrassa, casi cada fin de semana para ir a tocar a varias jam sessions”.

— O sea que Barcelona es donde has hecho, esencialmente, vida cultural.

“¡No te creas! También he disfrutado de mucha actividad musical y cultural en el Vallès”, replica, y sorbe un poco de café en silencio, tras lo cual frunce el ceño y prosigue: “Además, es que ahora el modelo de Barcelona se ha vendido al formato de los festivales. Hay festivales de todo, un planteamiento que funciona bien para determinados intereses, pero que no es bueno para el tejido cultural urbano porque aboca a una forma de consumo artístico que mata al ecosistema cultural”. De nuevo el fuego lento, el chup-chup. “La escena artística se construye día a día, local a local, proyecto a proyecto, no tiene sentido sustituir toda esa pluralidad, embutiéndola en un formato donde ocurren mil cosas en poco tiempo. Eso hace caja, pero no teje, y creo que los poderes institucionales deberían cambiar de modelo, pensar un poco más en el largo plazo, más allá de sus legislaturas, y en el beneficio no sólo de ellos, sino de la ciudadanía a la que se supone que sirven”.

La compositora catalana Alba Pujals.
Pujals cree que Barcelona “se ha vendido a los festivales”.

— Pero no menos cierto es que aquí tenemos mucho talento, muy buena cantera de artistas.

La mirada de Alba Pujals brilla con intensidad. “¡Es que es eso! Y me da la sensación de que no se pone en valor. Hay músicos y artistas excepcionales, pero Barcelona siempre está mirando hacia fuera y ninguneando lo que tiene. En este sentido, creo que es una ciudad de quiero y no puedo. ¡Y mira que podría!”.

— Hablando de querer, ¿te gustaría tomar algo más, después del café?

La artista sonríe, Mary Lou Williams sonando, el paisanaje del Bar animándose según la tarde avanza, mira la hora. “Tengo un bolo de unos amigos que tocan más tarde en Jamboree… pero oye, una cervecita sí me tomaré”.

— ¡A esta invita la casa!