Alba Muñoz
Alba Muñoz ha publicado recientemente ‘Polilla’, una novela de no ficción sobre una Sarajevo plagada de sombras mal cicatrizadas.
EL BAR DEL POST

Alba Muñoz: Comerse el mundo con un portátil y un par de botas

“Nunca me ha obsesionado un único asunto, más bien me interesan muchos temas diversos, soy tastaolletes”, ríe a pie de barra la periodista y escritora Alba Muñoz, mientras degusta un gimlet y deja que sea el vibráfono de Mulatu Astatke el que marque el compás de la conversación, según la noche va tomando forma y llenando el Bar con sus rostros, secretos y esencias.

Cronista vocacional, infatigablemente inquieta y, como mandan los cánones de la mejor tradición periodística, buscadora de atolladeros en los que meterse de lleno, Alba Muñoz rehúye las tentaciones y comodidades de la estabilidad. “No me interesa, no me gusta aburrirme y estoy satisfecha de haber sabido aceptar esta naturaleza aventurera, sacrificando una esclavitud acomodaticia para ser dueña de mi tiempo. Es algo por lo que he luchado y sigo luchando mucho, como cualquier autónomo en este país, pero es mi manera de vivir y no querría otra”.

A los veintipocos, recién licenciada, ya tenía claro que ella no iba a acabar macerando “en una redacción de periodistas dinosaurios”. Quería moverse, pisar calle, viajar lejos en busca de grandes historias: “Con unas botas y un portátil, me podía comer el mundo”.

Su mirada azul-interrogante brilla, viviendo con la misma intensidad aquella promesa que, hace casi dos décadas, se hizo a sí misma y que en estos años ha sido capaz de cumplir, trabajando como reportera independiente en varios puntos del orbe para cabeceras como El País, la BBC o El Mundo, “y tocando muchos palos periodísticos, aunque me he acabado especializando en crónica y en los documentales”. Su ópera prima del género, Now you are a woman, ganó el premio del público del festival FIRE!! en 2019, y la parroquiana avisa de que está preparando nuevos proyectos.

La historia llegó en tiempo de descuento

Recién terminados sus estudios de periodismo, Alba Muñoz recibió un regalo de su madre: “Me pagó una expedición universitaria a Bosnia, donde fuimos, en furgoneta, unos cuantos periodistas noveles en busca de historias”. Durante las tres semanas que duró aquel viaje, habló con infinidad de personas de todo tipo sobre las huellas de una guerra que todavía pesaban una década y media después de su fin; buscó “esa gran historia que me iba a catapultar hacia lo más alto del estamento periodístico”, ríe. Pero no hubo manera. Parecía que el scoop la eludía hasta la última noche, a pocas horas de tener que subirse a la furgoneta para volver a Barcelona. “Aquella noche conocí a Darko, prototipo de malote balcánico, del que me enamoré. Sin pensarlo, me subí a un taxi y me fui con él porque sentía que, si lo hacía, por fin iba a dar con esa historia digna de contar”. Y llegó, en tiempo de descuento.

“Al cabo de unos días, a través de Darko, entré en contacto con un piso secreto donde se refugiaban mujeres que habían sido víctimas de explotación sexual. Entonces supe que había dado con lo que andaba buscando”, pero aquella cobertura acabó dando para mucho más que un reportaje. “Se me movieron muchísimas cosas dentro que tenían que ver conmigo, con mi vida, con mi relación con la familia, con los amigos”. Y habló de ello con el por entonces jefe de internacional de La Vanguardia, Félix Flores. “Él me dijo que la verdadera historia estaba en lo que había detrás de la historia, en aquella peripecia vital”.

Alba Muñoz trabaja como reportera en varios puntos del mundo para diversas cabeceras.

Fue cuando Alba Muñoz decidió sacrificar el reportaje y darle el tiempo suficiente para moldearlo, respirarlo, masticarlo, digerirlo, hasta que tomara otra forma que ha acabado siendo la del libro que acaba de publicar, Polilla (Alfaguara): una novela de absoluta no ficción que refleja aquellos días de amor, violencia, miedo, arrebato y peligro en una Sarajevo plagada de sombras mal cicatrizadas y pasiones de todo tipo, bajas y elevadas. Un mundo vivido, recordado, sufrido y gozado que oscila entre cielo y luz y alcantarillas y oscuridad.

Abocados a una desmemoria constante

De alguna manera, la periodista sigue enamorada de una Barcelona de entre siglos que fue cobijo de anarquistas y espiritistas. Aquella ciudad burguesa y portuaria, putera y botiguera, mística y prodigiosa, que en 1888, además de acoger la Exposición Universal, hacía lo propio con el Congreso Internacional Espiritista, mientras las hechuras de la Rosa de Foc se iban conformando hasta deflagrar en una Semana Trágica que marcaría el alma del anarquismo europeo del siglo pasado. Esa es la Barcelona en la que le gusta pensar.

“Pero ha dejado de ser espontánea”, lamenta. “Está siendo colonizada por un turismo masivo que mata su alma callejera y acaba siendo un escenario urbano de gente que viene de fiesta y de gente agotada que trata de sobrevivir y poder seguirse permitiendo vivir aquí”. Y sorbe el último trago de su gimlet, antes de sentenciar: “Eso aboca a los barceloneses una desmemoria constante”. Y, presa de un silencio reflexivo, se lía un cigarrillo de Golden Virginia para salir a fumar a la calle.

Alba Muñoz ganó el premio del público del festival FIRE!! en 2019 con su ‘Now you are a woman’.

—Lo que no puede sucumbir a la desmemoria, porque es imposible de olvidar, es la calidad de nuestra oferta gastronómica, por si quieres probar alguna ración, que aún tenemos la cocina abierta.

Una sonrisa ladeada se plasma en el rostro de Alba Muñoz, que acaba de liar su cigarrillo con parsimonia y, tras unos segundos, determina: “A estas horas de la noche, con los frutos secos que pongáis con los cócteles, ya hago”. Y sale hacia la calle, pero en el umbral de la entrada del Bar se detiene, se da la vuelta y, casi hablando sobre las notas del Way to nice de Mulatu, pide:

—Eso sí, ¡con los fruto secos ponme otro gimlet!