Agenda cultural Barcelona enero 2021

AGENDA CULTURAL
por JACOBO ZABALO

Una selección mensual de conciertos,
artes escénicas y exposiciones.

MÚSICA Y
ARTES ESCÉNICAS

MÚSICA Y ARTES ESCÉNICAS

 01 / 01 / 21 

Andrea Motis

Palau de la Música, 28 de enero

La trompetista, cantante y compositora Andrea Motis es una de las artistas favoritas del público barcelonés, como demuestra el éxito de convocatoria de todas sus actuaciones y la recepción de sus grabaciones, una de las cuales (Emotional Dance) aparecida ni más ni menos que en Impulse!, la discográfica de jazz que editó muchos de los discos del mítico John Coltrane. En su actuación junto al vocalista Randy Greer, en el escenario modernista por antonomasia, alternará sus diferentes facetas creativas, mostrando una gran versatilidad interpretativa y una apertura de miras en la confección de un programa centrado, con todo, en la tradición del swing, que se remonta a Duke Ellington. Aunque el formato no es el de la Big Band, Randy Greer, nieto de uno de los baterías de Ellington, insuflará un aire de autenticidad a los temas recreados por la trompetista barcelonesa, a quien acompañará su descubridor Joan Chamorro al contrabajo, el guitarrista Josep Traver, Esteve Pi en la batería y otro indispensable del jazz catalán, el pianista Ignasi Terraza.

Tolstoi en el Lliure

Teatre Lliure, hasta el 17 de enero

Prosiguen las funciones de Les tres germanes de Tolstoi hasta el 17 de enero, en una puesta en escena, la de Julio Manrique, que ha sido reconocida por público y crítica, muy destacada asimismo por las actuaciones del trío de protagonistas, Cristina Genebat (en el papel de Olga), Maria Rodríguez (Maixa) y Elena Tarrats

(Irina). La historia de estas tres hermanas en un contexto rural -en que nada relevante parece suceder, lejos de la capital- deja aflorar, sin embargo, las inquietudes e ideales irrealizables. Tensiones sin resolver, habitualmente desapercibidas u obviadas, se manifiestan en circunstancias extraordinarias. Como toda buena representación ficticia, la deslocalización espaciotemporal de la trama no impide que el espectador tienda puentes y la interprete al hilo de su propia experiencia, siendo invitado, desde la vivencia poco acostumbrada del tedio, a reparar y actuar frente a la nueva realidad -insólita, pero nada ficticia- que se impone.

Revisiting the Godfather

L'Auditori, 9 de enero

La libertad característica del jazz permite -y hasta podríamos decir que “obliga”- a la práctica de la revisitación, la reformulación ex novo de melodías preexistentes, poco importa sí son archiconcocidas. Más bien al contrario, la noción jazzística de standard refiere la validez atemporal de una pieza, que se perpetúa en el curso de sus múltiples actualizaciones, aquellas “revisitaciones” que parece almacenar en potencia.

Uno de los artífices del presente concierto, Joan Vidal -intérprete, compositor y director- protagonizó en la misma sala, junto a un grupo de músicos y amigos, un Revisiting Zarathustra cuya grabación audiovisual ha sido programada en la presente edición del Festival Clàssics (bajo la noción de “Reset, volver a pensar lo esencial”). Similarmente, Revisting the Godfather es un proyecto ideado por Lluís Vidal, Néstor Giménez y Lluc Casares -además del ya mencionado Joan Vidal- para la Barcelona Art Orchestra. Un conjunto de músicos excelentes, que enunciarán y desarrollarán con la creatividad que permite el jazz aquellos temas icónicos de la saga protagonizada por la familia Corleone. Temas familiares también para el espectador, que se transforman y reaparecen, dando a pie la novedad y acaso haciendo revivir algunas de las escenas más emotivas o dramáticas de la trilogía de Ford Coppola.

Mischa Maisky con la OCM

Palau de la Música, 31 de enero

Una de las orquestas que nos está ayudando a paliar la ausencia de grandes conjuntos internacionales es la Orquestra Simfònica Camera Musicae, referida a menudo por sus siglas (OCM) y generalmente dirigida por Tomàs Grau.

Con músicos locales, que no se ven afectados por las complicaciones del transporte, y solistas de renombre, puntualmente internacionales -como Maria Joao Pires, el pasado mes de diciembre- se ofrecen propuestas muy atractivas también por las obras programadas, saciando la necesidad de música clásica en vivo. Mischa Maisky es el artista invitado en esta ocasión. Un violonchelista consagrado, que interpretará la que probablemente sea la obra concertante más lucida para su instrumento, compuesta por el bohemio Antonín Dvořák. Una obra extensa en duración (cerca de 50 minutos) y de alcance sinfónico, por el gran número de recursos orquestales que pone en juego: posee un primer movimiento expansivo, de respiración amplia, repleto de desafíos técnicos; un segundo donde la habilidad melódica del compositor vuelve a emocionar; y, ya de cierre, un tercero exultante y afirmativo, en que el violonchelo entabla un inolvidable dúo con el primer violín. Además de esta espectacular composición, el programa incluye dos piezas para orquestra de Maurice Ravel, la suite Daphnis et Chloé nº2 y el antológico Bolero. Pieza carismática, presente en el imaginario popular, que sigue fascinando.

Les contes d'Hoffman

El Liceu, del 18 al 31 de enero

Aun siendo una de esas óperas que trascienden entre el gran público por la excepcionalidad de uno de sus pasajes, concretamente la extática “Barcarola” (un tipo de composición que se origina en el canto de los gondoleros, con un compás característico, marcado por el empleo

de su pértiga), Los cuentos de Hoffmann presenta varios aspectos interesantes, comenzando por su protagonista -una de las figuras prominentes del primer romanticismo, E. T. A. Hoffmann (1776-1822)-, cuya vida se ficcionaliza al hilo de sus propias ficciones. El que fuera autor de maravillosos y siniestros relatos como El hombre de la arena, El magnetizador o Los elixires del diablo, convive en la ópera de Jacques Offenbach con algunas de sus criaturas, en un ejercicio de metaficción típico de cierto romanticismo. De hecho, él mismo lo potenció -sin ir más lejos- en su relato Don Juan. Se articulan historias de amor imposible, como la del joven Natanel enamorado de la fría Olimpia, en una puesta en escena -la del Liceu, por parte de Lauren Pelly- que los organizadores no dudan en tildar, abundando en un oxímoron epocalmente sintomático, de “preciosa (y también siniestra)”. La participación de un elenco con cantantes de gran nivel -entre los cuales John Osborn, Ermonela Jaho, Stéphanie d’Oustrac i Alexander Vinogradov- garantiza una experiencia musical intensa, para descubrir más allá de la evocadora y nocturna barcarola -que con voces entrelazadas y un compás balsámico mece al oyente- el otro lado del romanticismo, menos amable. Ese lado oscuro, que ya había apuntado inauguralmente El cazador furtivo de Carl M. von Weber sesenta años antes, en 1821.

EXPOSICIONES

EXPOSICIONES

 01 / 01 / 21

Jaume Plensa

Galería Senda, hasta el 30 de enero

El escultor Jaume Plensa (Barcelona, 1955) es uno de los artistas más internacionalmente reconocidos, pero también es muy apreciado por el público barcelonés, que tiene la suerte de poder pasear por la ciudad e interactuar con algunas de sus obras. Es el caso de la giocondiana Carmela, busto enorme que parece seguir con la mirada al espectador, cuando camina por los alrededores del Palau de la Música. El artista barcelonés protagonizó, de hecho, una de las exposiciones más exitosas de los últimos tiempos en el Macba, y en el presente año ha sido noticia por hacer entrega al Hospital Clínic de una impresionante obra, Blau, como homenaje a los sanitarios implicados en la lucha contra a la pandemia. La Galería Senda ofrece una exposición bajo el título “La llarga nit”, que elocuentemente promueve el recogimiento, la introspección o la contemplación del mundo interior. Una de las piezas más monumentales -unos dos metros de altura, y no es la única obra de gran tamaño que exhibe la Galería Sendra hasta el 30 de enero- Minna’s Word, muestra el rostro de una joven con los ojos cerrados y el dedo índice frente a los labios, en inequívoca señal de silencio.

Su figurativismo es tan evidente como la invitación a trascender la figura. Pues no revela historias particulares sino, a través de una actitud o estado de ánimo, una especie de salto por encima de los rasgos concretos. Quizá esta dialéctica quede ejemplarmente ilustrada por la etérea obra Invisible Ana, que los organizadores describen como “una cabeza en malla de acero, suspendida por hilos sutiles que sobrevuela la sala delicadamente”. Aunque no es la única dialéctica -la de la des-figuración figurativa- que parece derivarse de la obra de Plensa. Como el arte de los grandes, trasciende por su capacidad para suscitar interpretaciones o lecturas más o menos personales. A propósito de aquella obra, prosiguen los organizadores hablando de la existencia de “armaduras metálicas que, en lugar de blindar el cuerpo para protegerlo, muestran su fragilidad y sugieren que la vulnerabilidad es la auténtica fortaleza de lo humano”. Un discurso obviamente asignado desde afuera, que puede coincidir o no con las intenciones del autor, pero que en cualquier caso confirma el impacto genuino de la obra de arte en quien la percibe, y la incorpora en su propia comprensión de la realidad con una conciencia nueva; en otras palabras, acercándose a la conciencia de que toda comprensión resulta de una proyección propia.

Los cuadernos de Picasso

Museu Picasso, hasta el 4 de abril

Pablo Picasso conservó la mayoría de sus cuadernos de dibujo. Un hecho especialmente revelador, que confirma la importancia que daba a esos espacios en blanco para la realización de bocetos y probaturas, y también para la improvisación y la experimentación.

En este sentido, no es exagerado decir que pueden ser comprendidos como una suerte de diario: materiales altamente representativos de sus inquietudes, que reflejan asimismo la evolución de su técnica pictórica. Los organizadores de la exposición en el barcelonés Museo Picasso recogen la expresión en francés que podía leerse en uno de sus cuadernos de 1907 -Je suis le cahier- precisando que literalmente significa “yo soy el cuaderno”. Pero también puede significar -de un modo no menos literal- “yo sigo el cuaderno” (“suis”, del verbo suivre). La homofonía, y exacta grafía de dos verbos tan distintos manifiesta con feliz elocuencia el hecho de que Picasso deviene el Picasso que conocemos -es el que es- en la medida, también, que sigue el rastro de la inspiración ahí plasmada. Los expertos cifran en ciento setenta y nueve el número de cuadernos, de los cuales se exhiben en la presente ocasión diecinueve, correspondientes a sus primeros años como creador, es decir, cuando su conciencia de artista se está fraguando. Los organizadores de la exposición admiten que, para resultar interesante, ésta “debe mostrar la totalidad de los dibujos, empleando la tecnología conveniente para hacerlos atractivos al público, y mostrar la constelación de temas que van apareciendo en los cuadernos, temas frecuentes en la obra del artista o temas que van desapareciendo con el paso del tiempo”. Además de las imágenes contenidas en los cuadernos, el visitante podrá hacerse una idea del momento de su creación gracias a las obras y documentos que los contextualizan.

Bill Brandt

Fundación Mapfre, hasta el 24 de enero

Último mes para disfrutar de la retrospectiva dedicada al fotógrafo Bill Brandt, que puede visitarse en el nuevo centro artístico de la Fundación Mapfre hasta el próximo 24 de enero. Una verdadera ‘masterclass’ acerca de las posibilidades y límites de la representación de la belleza, evidente en la riqueza de matices y texturas del blanco y negro de sus

fotografías. Comisariada por Ramón Esparza, la exposición articula las subtramas que conforman el amplio espectro de la realidad vivida durante los años treinta y cuarenta. Años que Brandt plasma desde una perspectiva social —mostrando las costumbres de las clases pudientes en contraste con la mala vida de los obreros— pero también sobreabundando en su sensibilidad de poeta visual, a nivel paisajístico. Brandt se adentra en la naturaleza de la psicología humana, en efecto, pero también revela el contraste entre las formas geométricas y aquellas que prosperan semi azarosamente en parques y otros espacios abiertos. La representación de los cuerpos es objetiva, perfectamente reconocible, pero también inquietante cuando se muestran desnudos y, en ocasiones, deformados. No deja de asombrar, en este sentido, el poder evocador de la sombra, el aspecto siniestro o unheimlich (literalmente, “inhóspito”) que recoge el comisario en una de sus explicaciones, citando a Freud y —más cercano a nosotros— al pensador barcelonés Eugenio Trías, quien lo entendió como límite de lo bello.

Diálogos intrusos

MNAC, hasta el 7 de noviembre

Una impecable Madre de Dios de Lluís Dalmau, pintada a mediados de siglo XV, se expone frente a un sillón desgastado y manchado de Antoni Tàpies. Obras que pueden contrastar de manera irremisible, despertando la perplejidad. Con todo, se trata de una confrontación deliberada.

Una, de entre las 19 propuestas en la serie de Diálogos intrusos, que el MNAC dispone junto la Fundación Suñol para suscitar interrogantes, o cuando menos logra sacudir las expectativas del visitante: “obliga -según los organizadores- a hacer una reflexión crítica de la historia (…) supone una ruptura de las narrativas lineales dentro de las colecciones del museo y una nueva manera de articular la visita, estableciendo relaciones estimulantes y sugerentes. Este proyecto quiere probar experiencias de contraste estimulantes al alcance también para el gran público”. Por supuesto, las obras de la exposición comisariada por Sergi Aguilar, director de la Fundación Suñol y Àlex Mitrani, conservador de arte moderno del museo, se acompañan de soporte textual. Todo ello para facilitar el disfrute de una propuesta que, desde la tensión que fomentan las piezas contemporáneas -posteriores a la segunda mitad del XX, algunas de las cuales inherentemente transgresoras-, proporciona una nueva mirada sobre el lugar del arte canónico, y su carácter necesariamente actual, ratificando la validez esa idea planteada a modo de subtítulo por los organizadores: “todo es presente”.

Tàpies a los 30

Fundació Antoni Tàpies, hasta el 6 de junio

El número 30 cobra un sentido especial, en la medida que refleja tanto los años de vida de la Fundación Tàpies como la edad (la década) en que el artista concibió algunas de sus principales obras -las llamadas “pinturas matéricas”- que se exponen precisamente para celebrar la efeméride de la galería, en la exposición Tàpies als 30.

“Estas obras se caracterizaban por la densidad de las texturas y por el uso de una gama de colores en la que predominaban los tonos grises, ocres y terrosos. Con estas pinturas Tàpies ocupó un lugar preeminente en los círculos de vanguardia tanto españoles como internacionales”, recuerdan desde la Fundació. Se refieren al contexto de la década de los 50, en que su vínculo con Estados Unidos o Japón se afianza. Algunas de las obras aquí compiladas proceden por supuesto de la Fundació Tàpies, pero resulta especialmente interesante poder contemplar creaciones habitualmente fuera del circuito expositivo, aquellas que proceden de la familia del artista o de colecciones particulares.

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