Aalta botica
La entrada de la tienda, ubicada en Enric Granados 114.
EL RESTAURANTE

Aalta botica, remedios gastronómicos

En el número 114 de la calle Enric Granados, dónde hasta hace poco había una ortopedia, ahora se dispensan otro tipo de tratamientos: exquisiteces culinarias administradas por vía oral

Enmarcada entre dos columnas jónicas, la entrada de Aalta botica tiene la simetría serena de un templo griego, pero el minimalismo de la fuente escogida para el rótulo –Spartan Extra Light, todo minúsculas—nos remite a una categoría inconcreta del lujo posmoderno.

Pero, ¿Qué hay, aquí dentro? Al asomarnos, intuimos la forma de un jamón sobre una vitrina. Y, al cruzar la puerta, nos saluda una barra impresionante de ónix dorado, iluminada por una lámpara negra de diseño geométrico que no parece ser de IKEA. Miramos a nuestro alrededor y dejamos que la mirada pasee sobre el paisaje de botellas, latas y tarros que descansan sobre los estantes de madera de nogal color chocolate.

Medio abducidos por el confort armonioso del conjunto, una voz rompe el silencio para interpelarnos:

— “¿Has probado alguna vez los tomates de San Marzano?”

Quién nos habla es Josep Amor, y lo hace con el entusiasmo desbordante de quién busca adeptos para su causa. Sin tiempo de responder a su pregunta, Josep nos cuenta que los pomodori llegan de la Azienda Agricola que Anna Crescenzo tienen en Sarno, a los pies del Vesubio, cerca de Salerno; y que no ha sido nada fácil hacerse con ellos; pero que, si me apetece, puedo probarlos aquí mismo, en la tienda, porque los sirven acompañados de una crema de parmesano 30 meses, albahaca fresca y flores de ajo, y que me recomienda mucho hacerlo, porque valen mucho la pena.

Con la misma ilusión en los ojos, nos explica que este producto llega en dos formatos diferentes: pelati, es decir, los tomates enteros y pelados, previamente cocidos y conservados en el propio jugo de cocción en un tarro de cristal; y en forma de passata, que sería la salsa que se obtiene de su cocción, “pasada” por aceite de oliva.

El Sr. Amor, aparte de profesarle amor a los tomates y tener el don de la oratoria, es el orgulloso copropietario del negocio de Aalta botica, junto a su hija Patricia –que lidera el proyecto como directora—y su yerno, Riccardo Ferrari.

Entre los tres han dado vida a un espacio donde es posible comprar y degustar productos de máxima delicadeza, seleccionados con un criterio forjado por multitud de viajes y experiencias gastronómicas alrededor del mundo, pero dando mucho protagonismo a lo mejorcito de sus países de origen.

De cara al público, aparte de la familia propietaria, la tienda cuenta con un equipo de siete profesionales entre los que destacan un sommelier, un chef y un maestro charcutero.

Vista del interior desde la entrada, con la barra de ónix dorado en primer plano.

El nombre del proyecto, aalta botica, remite a las antiguas boticas en las que el boticario ofrecía hierbas, jarabes y fórmulas magistrales para curar los males de la clientela. Trasladado a la tienda de ultramarinos, la idea es que los productos que en ella se ofrecen tienen idéntica capacidad de sanarnos.

Jugando con el paralelismo farmacéutico, en los estantes de la tienda, medio disimulados entre botellas y latas, aparece algún frasco de vidrio ámbar o un albarelo pintado a mano, en el que se puede leer “Lavanda” o “Romero”.

Pero la voluntad de este espacio, más allá de curarnos mediante el hedonismo, es la de dar a conocer la historia que se esconde tras cada etiqueta. Un ejercicio pedagógico que busca elevar el producto más allá de su función primaria, para ubicarlo en una tradición, en una forma de trabajar o en un determinado paisaje.

En las vitrinas y neveras de este refugio gourmet, hay grandes vinos, cavas y champagnes, pero también productos singulares como el salmón Upstream, pescado en las Islas Feroe y ahumado en Italia con madera de haya de los Apeninos; el jamón de bellota de doble montanera de Arturo Sánchez o los quesos parmesanos de Caseificio Santa Rita, elaborados con leche de vaca Bianca Modenese y disponibles en curaciones que van de los 24 a los… 155 meses.

Los tomates de San Marzano, servidos con crema de Comté 30 meses.

En esta botica también podemos encontrar mantequilla bretona de la casa Bordier, botes de especias de la marca danesa Mill & Mortar, conservas de las rías gallegas y unos extraordinarios hojaldres caramelizados de la Confitería Milhojas de Cabezón de la Sal (Cantabria).

Productos de kilómetro mil, cien y cero, como es el caso del Pastrami de Rooftop Smokehouse, el Panettone de l’Atelier o los helados de I+D Desserts, creados por Rubén Álvarez, maestro heladero a cargo de proyectos como Studio 33/35 y Esneu. Los postres artesanos llevan la firma de David Gil, que durante ocho años fue el responsable de repostería del grupo ElBarri. Mucha atención al Babá al ron o a la tarta de queso, que, recordemos, pueden degustarse en la misma tienda.

En aalta botica se puede desayunar, tomar el aperitivo, almorzar o cenar, y abren de 8:30 h a 22:30 h en horario ininterrumpido de martes a sábado.

Sea cual sea la hora elegida, es imprescindible probar el bikini de aalta botica.

Su fórmula magistral consiste en pan de croissant –elaborado por Jordi Morera–, jamón cocido ibérico, Comté 30 meses y salsa “tartufata” Inaudi. Un remix glorioso del sandwich más barcelonés y universal.

El bikini de la casa.

Toda la carta del espacio de degustación de Aalta botica está construida con los productos que se venden en la misma tienda. El concepto es ofrecer una cocina de ensamblaje y no de transformación, para que el cliente pueda replicar las recetas en su casa sin complicarse mucho la vida. La idea es abrir, combinar y degustar.

aalta botica también tiene marca propia: anchoas de Santoña, mejillones, boquerones o navajas. También patatas chip fritas en sartén, aceite de oliva de Córdoba y un vermut del Priorat de un color miel que hipnotiza con solo mirarlo.

El packaging escogido para la marca vuelve a trasladarnos al botiquín. 

La caja de anchoas (120 g) especifica que contiene 10-12 filetes, a ingerir por “via oral” y que en caso de duda, consulte con su boticario.

Patricia Amor, co-propietaria y directora de aalta botica.