Imágenes del área metropolitana hace cincuenta años.
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Gestión o caos metropolitano

El Cercle d'Economia publicó en 1973, hace 50 años, un histórico informe en el que señalaba los problemas de la Gran Barcelona y reclamaba un gobierno supramunicipal

Este 2023 se conmemora el 50 aniversario de la publicación del histórico informe Gestión o caos: el área metropolitana de Barcelona por el Cercle d’Economia. Fue un diagnóstico sobre la realidad de un territorio en pleno crecimiento caótico por la ausencia de políticas comunes para su ordenación y que reivindicaba, entre otras cuestiones, un organismo supramunicipal con autoridad sobre los ayuntamientos de la denominada Gran Barcelona, que el Cercle consideraba indispensable para el futuro económico de Catalunya. Hoy, pese a los avances en esta materia, todavía quedan importantes asignaturas metropolitanas pendientes.

Manuel Vázquez Montalbán firmó un artículo sobre la publicación del informe en la revista Triunfo, donde exponía que su importancia radicaba en que el diagnóstico del Cercle escapaba de la única “crítica combativa” de los colectivos sociales e implicaba de forma contundente por primera vez a la burguesía catalana, que veía en aquel caos una clara degradación de las posibilidades de expansión económica de Barcelona y su área de influencia.

Y es que, hace 50 años, el área metropolitana de Barcelona representaba el 10% de la población española y generaba el 16% por producto nacional bruto. Sin embargo, todo aquel potencial peligraba por un desenfreno especulativo que expulsaba a ciudadanos de Barcelona hacia lo que se había convertido en un cinturón suburbial, a la vez que las actividades industriales se dispersaban sin orden ni estrategia alguna por el territorio. Se imponía, pues, gestión sobre el caos.

Era necesario intervenir y planificar para corregir todo aquel caos. Joan Mas Cantí, entonces presidente del Cercle, resumió en la presentación del informe que su propósito era que Barcelona y todas las ciudades del área fueran “espacios ordenados racionalmente” para no perder de vista que “se crece para algo, y que este algo es poder vivir mejor”. Es por ello, que el Cercle reivindicaba “definir con la máxima precisión el espacio sobre el que deberá actuar la programación urbanística”. Y añadía: “El reconocimiento definitivo del territorio del área metropolitana de Barcelona —de todo su territorio— como principal espacio de gestión urbana en la provincia de Barcelona y la proyección en el plano legislativo de este reconocimiento aparecen como un requisito fundamental”.

El informe del Cercle d’Economia publicado en 1973.

La publicación de Gestión o caos tuvo un gran impacto y, aunque no fuera determinante en aquellos años del tardofranquismo, sí tuvo gran influencia. Un año más tarde, se constituyó la Corporación Metropolitana de Barcelona, y en 1976 se aprobó el Plan General Metropolitano (PGM). La Corporación nació para dar respuesta a la tan reivindicada autoridad supramunicipal, y el PGM sigue vigente a la espera de la aprobación del Plan Director Metropolitano.

La Corporación, promovida por el alcalde franquista José María de Porcioles, la heredaron los primeros alcaldes democráticos de Barcelona, Narcís Serra y Pasqual Maragall. El primero había sido precisamente uno de los redactores del informe y Maragall lo sustituyó en la alcaldía con el firme propósito de utilizar la Corporación para la construcción de la Barcelona metropolitana. Sin embargo, esto generó la reacción de Jordi Pujol, que la disolvió en 1987 al considerarla un contrapoder de la Generalitat, una Catalunya dentro de Catalunya presidida por su gran rival Maragall.

La gran Barcelona necesita un gobierno con competencias ejecutivas reales.

Pese a la liquidación de la Corporación, sería justo reconocer que el área metropolitana ha avanzado en estas cinco décadas del caos a la gestión. No obstante, sigue habiendo asignaturas pendientes. La principal, la ausencia de un gobierno metropolitano con competencias ejecutivas reales. Este tipo de ejecutivos supramunicipales se están implantando en muchas metrópolis europeas. Hasta Londres, que también en la década de 1980 liquidó su Greater London por idénticos motivos que Pujol, lo ha recuperado.

En Barcelona, no va a ser fácil seguir los pasos de la capital británica por la desconfianza que este proceso despierta también en los municipios, celosos de perder parte de su autonomía. Como muestra, la presente campaña electoral, en la que las declaraciones sobre el área metropolitana son solo de oficio y a base de obviedades. En la práctica, ha desaparecido la reivindicación de un gobierno a la imagen de la Corporación.