El centro de trabajo flexible Gran Via Meeting and Business Center tiene su semilla en la Barcelona olímpica que aún no había oído hablar del ahora tan extendido coworking. Fue en 1992 cuando un equipo impulsado por Beatriz Portillo abrió una oficina virtual en Rambla Catalunya, y cinco años después puso el primer pie en el número 630 de la Gran Via, con un espacio en su cuarta planta.
En estos 30 años, el centro se ha ido extendiendo por el edificio, ubicado junto al paseo de Gràcia. Ahora, ha logrado el objetivo que se marcó hace años: ocupar el 100% del inmueble. Para hacerlo, se ha hecho con la última planta que le faltaba por gestionar, y la ha reformado para convertirla en espacios para oficinas prime, con una inversión de 500.000 euros. Los 450 metros cuadrados de la planta se suman a la superficie del centro, que alcanza los 3.200 metros cuadrados, distribuidos en seis plantas.
Tras la incorporación de esta planta, ubicada en el tercer piso, la empresa prevé un aumento del 15% en la facturación para este año. El centro, que los dos últimos años ha registrado incrementos de en torno al 30%, prevé cerrar este ejercicio facturando 1,7 millones de euros. “De cara a 2025, esperamos alcanzar nuestro objetivo de llegar a los dos millones de euros”, destaca Portillo, ahora socia directora de Gran Via Meeting and Business Center, gestionado por un equipo formado íntegramente por mujeres. Junto a su hermana y una tercera socia, Portillo fue la impulsora del proyecto hace 30 años, después de inspirarse en un documental sobre Estados Unidos en el que se abordaban las oficinas flexibles y virtuales.
El centro de trabajo opera con una ocupación “continuamente casi al completo” de entre el 90% y el 95%, y con poca rotación. El edificio alberga actualmente 47 oficinas de diversos tamaños, que van desde pymes a grandes empresas internacionales de múltiples ámbitos, como el tecnológico, el farmacéutico, el financiero y el del marketing. “El equipo más grande que tenemos ahora está formado por 70 personas”, destaca Portillo. Con una capacidad de unos 320 escritorios, ocho salas de reunión, un business club como cantina y también una sala de silencio en la que concentrarse sin ruidos ni conversaciones, el centro trabaja para ser un workspace boutique de referencia en Barcelona.
El centro ofrece servicios diferenciales, como un apartamento en el Paseo de Gràcia para sus clientes y los clientes de sus clientes, y genera espacios y eventos para que su comunidad se pueda interrelacionar. Además, “una gran ventaja es que la dirección gestione el edificio desde el propio edificio: ofrecemos un servicio absolutamente personalizado y con atención inmediata”, reivindica Portillo.
Ahora que han logrado operar en el edificio al completo, la empresa prioriza invertir en el inmueble para seguir impulsando mejoras. “Si queremos estar en la línea de lo que demanda el mercado, tenemos que estar al día y escuchar lo que buscan las empresas. Promovemos inversiones continuas y constantes”, destaca Portillo.
Y es que la competencia no es poca, en una Barcelona en la que el coworking está en auge y en la que el 3% del stock de oficinas está ya concebido como espacios de trabajo flexible. La situación dista mucho de la que había en la ciudad cuando el centro empezó a operar en 1997, como resalta Portillo, que ve positivo el nivel de competencia y el papel de otras empresas.
“Agradecemos que nuestra competencia se expanda, porque da a conocer el concepto y lo extiende. Donde antes tenías que batallar para explicar lo que ofrecías, ahora ya se entiende y se conoce el modelo”, asegura la directora. Desde esta óptica, los competidores pasan a ser también colaboradores. “Nos reunimos periódicamente y abordamos problemáticas conjuntas”, también desde la asociación ProWorkSpaces, de la que Portillo es vocal.
En este contexto, el centro continuará invirtiendo para mejorar sus instalaciones y prestaciones. Tras haber conseguido el objetivo de gestionar todo el edificio, la empresa sigue mirando hacia dentro del inmueble, pero empieza a poner un ojo más allá. Sin objetivos ni calendarios definidos por ahora, la empresa no descarta expandirse en un futuro en nuevas ubicaciones, incluso en otras ciudades: “A corto plazo no ocurrirá, pero es una puerta que no está cerrada, sin desviar el foco de Gran Via 630”.