Peter Vives
El actor Peter Vives en el restaurante Tragaluz de Barcelona.
UN BITTER KAS CON...

Peter Vives: “Yo quería ser actor para que me quisieran”

Mitad neozelandés mitad catalán. Y se nota porque durante toda la charla aparecen muchas expresiones anglosajonas. Llega a nuestra cita preocupado por su pelo despeinado y porque no se ha arreglado. Antes que actor fue modelo, pero no quería que se le valorara sólo por su aspecto. Ha estudiado Física y Psicología, toca el piano y se confiesa amante del ajedrez. De adolescente fue víctima del 'bullying' hasta que un día dijo basta. Cuando terminamos la entrevista se acuerda de que tiene un amigo abajo esperándole desde hace media hora, pero había puesto el móvil en silencio. Es un sabio despistado.

— ¿Qué estarías haciendo un viernes a esa hora si no hubieras quedado para tomar algo conmigo?

— Mi vida cambia tanto en función de si trabajo o no, que no tengo una rutina. ¿Tú la tienes? Yo cada viernes estaría haciendo algo diferente, pero cuando trabajo no puedo combinarlo con nada más, y ahora estaré tres meses trabajando. Quizás podría buscar un hueco para ir al gimnasio, pero poco más.

— Por lo tanto, ¿estarías ensayando?

— Sí, ahora mismo, ensayando Nada de Carmen Laforet. Es la primera vez que se adapta al teatro. Estrenaremos en el teatro María Guerrero de Madrid y me hace mucha ilusión.

— ¿No tener una rutina es lo que más te gusta?

— ¡Es lo que más me disgusta! Estamos programados para tener rutinas y ahora que la tengo, químicamente soy más feliz. Estoy un poco estresado, voy cansado, pienso en la obra y me despierto a medianoche, pero soy más feliz. La apatía de no esperar nada, de que no suene el teléfono, de no poder trabajar cuando tú quieres, es terrible.

“Lo que más me gusta del teatro es que tienes la respuesta inmediata del público cuando has acabado de contar la historia”, Peter Vives

— ¿Puedes moverte con tranquilidad por Barcelona o la gente te para para pedirte fotos?

— Va en función de lo que está pasando a nivel de trabajo. Si emiten una serie en la que salgo, como ha ocurrido ahora en Netflix con El tiempo entre costuras o cuando hacía La Riera, sí que hay gente que se acerca y me dice: “Tú eres el actor, ¿verdad?”.

— ¿Eres el actor?

— Sí, y es muy curioso, porque llevo más de quince años haciendo series y no me dicen: “Eres el de La Riera, o el de Velvet… me dicen “tú eres el actor”. ¡Y me encanta! Como si sólo hubiera uno.

— ¿Nunca te llaman por tu nombre?

— Rara vez. Y tampoco me dicen “eres el malo de Velvet o el Nil de La Riera“. Yo soy el actor. Y lo prefiero, porque igual hace tres años que he terminado la serie y da pereza que todavía te recuerden por un papel. Lo que más me gusta del teatro es que tienes la respuesta inmediata del público cuando has acabado de contar la historia. ¡Es magnífico!

— Ayer te envié un mensaje a las siete de la tarde para recordarte que hoy habíamos quedado. Me has contestado a las cinco de la mañana. ¿Sufres insomnio o todavía no te habías acostado?

— Me encantaría decirte que madrugo, pero tiene un motivo haber respondido a esa hora. Esta semana hemos pasado de ensayar por las mañanas a ensayar de tardes. Y acabar un ensayo a las once de la noche, habiéndote involucrado emocional y físicamente con el personaje, hace que cueste conciliar el sueño…

— ¿Cansa que digan que eres el actor más guapo del panorama teatral español?

— ¿Dicen esto?

— Suele ser la entradilla de todas las entrevistas que te hacen. ¿Estás harto?

— Hubo una época, cuando empecé a hacer moda, que para mí esto era un problema.

El actor Peter Vives.
El actor Peter Vives en un momento de la entrevista.

— ¿Por qué?

— Porque no quería que se me atribuyera sólo un bien externo, que no tenía ningún mérito. Por eso quise priorizar la carrera de actor.

— ¿Ser guapo era un problema?

— Vete a saber si inconscientemente, por culpa de esto, empecé a estudiar Física y piano.

— No le veo la relación.

— Una forma de decir que no soy sólo lo que se ve por fuera. Aunque también te digo que soy muy curioso y me gusta aprender siempre cosas nuevas. Soy muy mental.

“Quienes hacen bullying no son conscientes del daño que hacen”, Peter Vives

— ¿Más mental que emocional?

— Soy muy mental y nada impulsivo. Juego al ajedrez y le doy muchas vueltas a las cosas. Me hice actor porque quería que me quisieran. Por eso idealicé tanto a los actores de Hollywood.

— ¿Me lo explicas?

— Sufrí bullying en la escuela y también en el pueblo. Tenía trece años.

— ¿Por qué te hacían bullying?

— Va muy ligado a lo que te decía de ser querido. Mi madre venía de fuera, de Nueva Zelanda. Fue la del medio de tres hermanos y siempre tuvo la sensación de que pasaba algo desapercibida. Ella es extremadamente agradable y me crió para que fuera una persona muy educada, para que fuera bueno. Todo el mundo decía siempre: “¡Qué niño más simpático! ¡Qué bien educado que está!”

El actor y modelo Peter Vives en una entrevista con Cristina Puig.

— Son valores que todos deberíamos transmitir, ¿no?

— Mi madre me decía siempre: “Con los niños de clase comparte siempre el desayuno”. ¿Y sabes qué pasa? Que si compartes el desayuno creen que pueden tenerlo todo de ti. Al final debes entender que todas las personas tienen el mismo peso.

— ¿En qué sentido?

— Pues que haciendo esto te estás dando menos importancia a ti. Terminas perdiendo la noción de qué es lo que realmente quieres tú. Tienes que escucharte, y esto es un trabajo que estoy haciendo ahora con 37 años.

“Era el único niño de la clase que le daba mucho valor a las hormigas y lloraba cuando los niños las pisoteaban para divertirse”

— ¿Lo hacías porque tu madre te decía que lo hicieras?

— Lo hacía porque quería que mi madre me quisiera y estuviera contenta conmigo, como quieren todos los hijos. Pero a los doce y trece años la vida social de los niños empieza a tener valor.

— ¿Cómo recuerdas esa etapa del bullying?

— En el pueblo venía un niño con una escopeta de bolas y me disparaba en las piernas. Y había esa mentalidad de decir: “¡Son cosas de niños!”.

— Y para ti era traumático.

— ¡Es que eres un niño! ¡Te estás formando como persona! Quienes hacen bullying no son conscientes del daño que hacen. Es algo muy humano querer probar nuestros límites y reírse de los demás. Pero yo era distinto. Y no quiero que suene condescendiente, pero era el único niño de la clase que le daba mucho valor a las hormigas y lloraba cuando los niños las pisoteaban para divertirse.

— Eras un niño sensible.

— No me siento especialmente sensible. De hecho, te diría que me noto bastante apático.

“Debes tener muy claro dónde están los límites, hasta dónde puedes dar”

— ¿En qué momento se acabó el acoso?

— Recuerdo que, a los catorce años, el primer día de verano en Selva de Mar ocurrió algo. Ya íbamos en moto y un día un chico vino con una bolsa de patatas, las tiró al suelo y me dijo: “Recógelas”. Y en ese momento pensé: “Si lo hago me vendrán tres meses de mierda, o sea que algo debe cambiar”. Y por primera vez en mi vida, temblando, me atreví a decir que no. Me volvió a decir que las recogiera, le volví a decir que no, nos peleamos, la moto se fue por el suelo… y nunca más volvió a pasar nada.

— ¿Qué aprendiste?

— Que está muy bien ser buena persona pero que debes tener muy claro dónde están los límites, hasta dónde puedes dar. Si yo llego a saber antes que si un niño me viene por detrás, me coge de la oreja y me tira al suelo le puedo dar un puñetazo… ¿sabes qué quiero decir? Y mi esencia era: “Sé buena persona”. Y creo que por eso el bullying se alargó tanto en el tiempo.

— Ser buena persona son los valores que intento inculcarle a mi hija.

— Es que educar es muy difícil. Justamente he hecho una canción sobre eso, que dice: “Todos tenemos la misma gravedad, ninguna vida pesa más que la otra”

— ¿Y cómo trabajaste todo esto?

— No me lo trabajé. No fui al psicólogo hasta muchos años después. Pero por suerte en cuarto de ESO hice una película, físicamente hice un cambio, y empecé a gustar a algunas chicas. Y fue para mí como la noche y el día. Los chicos que me acosaban me dejaron en paz. Fueron momentos de mucha felicidad.

“A mí hacer teatro me cambió la vida. Es terapéutico”

— ¿Dirías que has olvidado todo aquello?

— No lo creo. Porque me sigue produciendo rabia cuando pienso en ello, pero no me sale nada de maldad si me los encuentro. Soy muy polite (educado). ¿Sabes cómo creo que se arreglaría todo esto? Haciendo más asignaturas de Filosofía y Ética.

— Estudias Psicología, aparte de Física, que ya lo hemos comentado.

— De hecho, yo quería hacer Filosofía, que era lo que más me gustaba, pero al final hice Psicología, porque creía que con el mundo de la interpretación cuadraba más. Y porque tenía la facultad al lado… y porque había una chica que me gustaba (ríe).

— ¿En casa había alguien que se dedicara a la interpretación?

— Mi padre era abogado, hacía de mediador, y mi madre profesora, y también trabajaba en el Hospital de Sant Pau traduciendo textos científicos. Y a mí me salió la posibilidad de realizar una película con Disney, The Cheetah Girls 2, mientras estudiaba Física.

El actor Peter Vives.

— ¿Si esa película, en vez de rodarse en Barcelona, se hubiera rodado en Los Ángeles, crees que habrías hecho carrera allí?

— Fue una reflexión que me hice. Había la posibilidad de ir un año allí, pero me quedé. Por cagado… vete a saber.

— ¿Les pareció bien que dejaras los estudios para hacer una película?

— En casa veían surrealista que yo con 18 años pudiera saber qué quería hacer en mi vida. Incluso me dieron la opción de que me tomara un año sabático. A mí hacer teatro me cambió la vida. Es terapéutico.

“He llegado a romper un plato en una discusión”

— ¿Qué relación tienes con Nueva Zelanda, más allá de que tu madre sea de allí?

— Mira, ahora acaban de ganar la Copa del América. ¡Los neozelandeses son unos cracks en rugby y navegando!

— ¿Tienes familia allí?

— Tengo tíos.

— ¿Vas a menudo?

— Cada diez años. Me toca ahora en enero porque fui con 27 y ahora con 37 volveré. Yo no viviría allí, porque no quiero hacer diez horas de avión para ir a cualquier parte. Están aislados. Antes viviría en Sidney, que me encantó. A mí lo que me gusta es Barcelona. Podemos coger un avión y en una hora plantarnos en Francia o en Inglaterra. Tenemos cultura y tenemos mar, que me encanta.

— ¿Cómo eres cuando te enfadas?

— He llegado a romper un plato en una discusión.

— ¿Te cuesta contar hasta diez?

— Muchísimo. Ya no es ni contar hasta diez. La clave es salir por la puerta y volver a los veinte minutos.

— ¿Y te cuesta pedir perdón?

— No. De hecho, pido demasiado perdón. Empatizo muy rápido con el otro. Pero ¿qué ocurre? Que espero que los demás también lo hagan. Lo que decíamos de ser buena persona.

Peter Vives, actor y modelo.

— ¿Qué ha aportado el piano a tu vida?

— Hubo una época, a los 16 años, en la que quise dejar el piano. Coincidió con la época del acoso escolar. Porque al niño sensible sólo le faltaba tocar el piano, ¿sabes? ¡Los niños tenían que jugar al fútbol! Y mi madre me dijo: “Si quieres dejar el solfeo, déjalo, pero nunca dejes de tocar el piano”. Y empecé a componer.

— Sabio consejo el de tu madre.

— ¡Fue clave! Llegaba a casa y me ponía a hacer canciones.

— ¿Quién es la primera persona que escucha tus canciones?

— Mis padres. Mi padre murió hace dos años. De hecho, fue a la SGAE y las registró.

— ¿Nunca te has planteado hacerlas públicas?

— Mira, la última canción que he hecho va justamente de todo lo que hemos estado hablando. Habla de que We all have the same gravity, y si todos tenemos la misma gravedad, significa que no debemos orbitar en torno a nadie. Ni de un director, ni de una relación, ni de nadie.

— ¿Te lo aplicas en el día a día?

— ¡Ojalá! Pero piensa que yo canto desde la emoción.

“Mira si llevo mal el perder, que no juego al ajedrez contra otra gente, lo hago con el ordenador”

— ¿Qué no se imagina la gente de ti?

— Que soy muy campechano, muy transparente. Mis amigos enseguida me notan si me pasa algo.

— Me has dicho antes de que juegas al ajedrez.

— ¡Sí, me encanta! Es como un reto intelectual que además no te permite tomar decisiones viscerales. Es lo contrario del puto teatro. ¡Siempre termino las partidas con un dolor de cabeza horrible!

— ¿Tanto si pierdes como si ganas?

— Mira si llevo mal el perder, que no juego contra otra gente, lo hago con el ordenador.

— ¿Si te pierdes, dónde te busco?

— ¿Dentro de las sábanas? (Ríe) También me puedes encontrar caminando por la carretera de les Aigües. O en el supermercado mirando las ofertas, haciendo cálculos mentales de litros y precios. Mi padre lo hacía mucho. No sólo con el precio, sino también con los gramos de los ingredientes. Todas estas cosas pueden hacerme tomar una decisión.

— ¿Con quién te tomarías un Bitter Kas?

— Contigo.

— ¡Gracias! ¿Con alguien más?

— Pues mira, con Enrique Tomás que sé qué hace unos días te tomaste uno con él.