Núria Queraltó: Reinventarse en busca de sentido

“La verdad es que yo solía ser más bien ave nocturna. Sobre todo, en mi juventud, cuando acabábamos la fiesta en alguna churrería o en la playa, viendo salir el sol. A veces en un bar del centro del que no recuerdo la calle donde servían un cap-i-pota delicioso. A la hora de estudiar o de escribir, también he preferido hacerlo cuando la ciudad duerme, pues me puedo concentrar mejor. Pero ahora ya me cuesta más salir por la noche, me tiene que ilusionar la ocasión”. La escritora y trabajadora social Núria Queraltó reflexiona a pie de barra sobre un pasado noctívago mientras saborea “una caña bien fría” de horario vermutero y se deja embelesar por los compases del Never had enough of nothing yet de Ray Charles. 

“Soy una mujer que ha llegado a la madurez contenta y agradecida por lo que he vivido, aprendido y reído. He llorado y reído mucho, y también he llorado de la risa. Mi prioridad siempre ha sido encontrar sentido a las cosas que he ido haciendo, para mí es un requisito irrenunciable para ser feliz. Por eso estudié Trabajo Social. Por eso leo y por eso escribo: para tratar de explicarme el mundo o de imaginarme otros posibles. Leer y escribir abre ventanas, como viajar”, explica, con su nueva novela, Matriu (Voliana), recién salida del horno.

“Este es un libro muy especial para mí, porque lo dedico a mi madre y lo he cocinado a fuego muy lento. Básicamente es una novela de personajes sobre una saga familiar de tres generaciones de mujeres, pero el trasfondo de la trama son aquellas cosas que, a menudo, se silencian en las familias y, al no hablarlas, se convierten en tabúes que pueden perseguir las generaciones posteriores, como un especie de fantasma”.

La escritora quedó marcada por el repentino fallecimiento de una amiga a los 20 años: “Me puso por primera vez cara a cara con la muerte”

Con varios títulos publicados, tanto obra suya como colectiva, Núria pone en valor el aspecto relacional del hecho de escribir, trascendiendo la primordial pulsión por contar el mundo y abordando “el hecho de conocer a personas que se acaban convirtiendo en amigas: autoras, editores… gente fantástica”. Precisamente se muestra especialmente satisfecha por conservar amistades atesoradas en diferentes épocas y situaciones. “Los vínculos que persisten a través de los años me hacen sentir orgullosa”. Y se le nota en los fregaos en los que anda metida: “Este 2024 será el quinto año consecutivo en que seguiré formando parte del jurado del Certamen Literario Castell de Canyelles. Y me he involucrado en un proyecto de libro colectivo de relatos que está en fase muy inicial. ¡Siempre me ha hecho una especial ilusión participar en libros colectivos!”.

Buenas razones de ser

La necesidad de encontrar un sentido a las cosas no es algo innato en la parroquiana, sino que se remonta a un momento muy concreto y difícil de su vida. “A los 20 años, el repentino fallecimiento de una amiga me marcó mucho. Me puso por primera vez cara a cara con la muerte y me desveló la urgencia de encontrarle sentido a vivir. Recuerdo que pensaba que, ya que estoy aquí, quiero hacer algo útil. De repente, había pasado de ser una cap de trons a necesitar tener un propósito de vida”. 

Aquel cambio de coordenadas vitales acabó llevándola al otro lado del océano. “Dejé trabajo y estudios y me marché dos años a un barrio marginal de Santo Domingo, donde trabajé en la alfabetización de adultos, de los que no tienen voz ni voto, desde el método Freire de la palabra generadora de otras palabras. Cuando volví aquí, decidí recuperar los estudios y cursar Trabajo Social, convencida de que en este ámbito había encontrado mi lugar en el mundo. Si aquella amiga no hubiese muerto, tal vez mi trayectoria hubiera sido diferente. Vete a saber”. 

La nueva novela de Queraltó, Matriu (Voliana), aborda aquellas cosas que se silencian en las familias y que se convierten en tabúes 

Pasaron los años y llegó la crisis y, con ésta, los recortes en sanidad de 2012. “En aquel momento, llevaba ocho años trabajando en un servicio de salud mental que acabó cerrando. Y aquello me ocurría en una edad muy mala y con un erial de ofertas laborales por delante. Había quien me decía que no iba a trabajar nunca más… ¡siempre encuentras gente dispuesta a animarte!”, ríe. Y entonces se volvió a reinventar. A buscar un sentido para despertarse por las mañanas. Un propósito que, en el fondo, no es otro que el de vivir no conformándose con la inercia de una existencia inane. “Me refugié en la fotografía y en la escritura de haikus, dos de mis aficiones, y tuve la suerte de que me publicaron mi primer libro, Mirada d’haikú, de haikus ilustrados con fotografías mías”. Aquello ocurría en 2013. Después vendrían más libros y el retorno a la estabilidad laboral –-que “lo mío me costó”— y, con ello, una normalidad de días y horas con buenas razones de ser. 

Tener cerca el mar

“Nací en Barcelona y, excepto la temporada transcurrida en República Dominicana, siempre he vivido en Sants. Creo que esta es una de las ciudades más bonitas y completas del mundo. Tenemos La Rambla, los callejones y locales del Raval, el Gótico, el Modernismo, edificios increíblemente bellos, los panots, la Barceloneta, el Born, la vida de barrios como Gràcia o el mío, Sants, ricos en asociacionismo y cooperativismo”, glosa la parroquiana, que interrumpe brevemente su panegírico para destacar “la presencia, a cuatro pasos, de la montaña y el mar. Para mí eso es indispensable, vivir en un sitio con mar. Saber que, si lo necesito, puedo llegar a su orilla paseando”.

Contrariada con “la especulación inmobiliaria, la masificación turística que expulsa a los vecinos de su casa, las injusticias estructurales que llenan las calles de personas sin techo, el deficiente cuidado del espacio público, las plagas de chinches y cucarachas, la suciedad, la dejadez de los parques, los cruceros de lujo y los patinetes que pasan a toda leche por la acera frotándote la nariz”, la escritora destaca, no obstante, los aspectos positivos. “Me enamoran las fiestas mayores de los barrios, las calles decoradas, las batucadas, las peñas de gegants, dimonis, castellers: toda la riqueza de cultura popular preservada a través del tiempo”. Pero, sobre todo, de Barcelona ama “la capacidad de movilización ciudadana en diferentes momentos de su historia: la huelga de la Canadiense, la huelga de los tranvías, la gran manifestación contra la guerra de Irak, el movimiento de los indignados, la auto-organización popular del 1 de octubre…”, enumera, terminándose su cerveza. El mediodía ha llegado y las notas del Sticks and stones de Ray Charles animan el ambiente del Bar.

—¿Y no dices nada de la gastronomía? Sin ir más lejos, aquí tenemos de todo y exquisito, por si quieres comer algo después de la caña: menú, raciones, platos combinados tapas, bocatas…

Núria Queraltó tiene las medidas de la situación perfectamente tomadas. “Un menú entero no me lo termino. Una ración es aburrida. Un plato combinado tendría que ser equilibrado y tener gracia, que son virtudes que no caracterizan a los platos combinados…”.

—¿Conclusión?

—Conclusión: ¡Unas buenas tapas!