La niebla y las leyendas que rodean a muchas figuras clave de nuestra historia ha hecho que estas hayan quedado ocultas a la luz de nuestros ojos o que, simplemente, hayamos preferido creernos esos cuentos alimentados por la cultura popular, la literatura o el cine. Pero en algunos casos, tenemos la suerte de contar con iniciativas que dan foco a la persona detrás del personaje para que podamos descubrir sus logros, y cómo estos nos han ayudado a conseguir muchas de las cosas de las que disfrutamos hoy, sin darles apenas valor. Es el caso de la exposición que nos brinda CosmoCaixa en torno al científico e ingeniero serbio Nikola Tesla, en un recorrido cronológico donde podemos descubrir todas sus hazañas científicas y las vicisitudes que sufrió para conseguirlas.
Cuenta la leyenda que Nikola nació durante una tormenta eléctrica del verano de 1856, hecho que algunos interpretan como premonición de su futura vida. Aunque su padre era un sacerdote ortodoxo, se sabe que la persona que más influyó en su infancia fue su madre, una mujer de extraordinaria inteligencia que, a pesar de ser analfabeta, era capaz de fabricar pequeños aparatos caseros que le facilitaban su día a día. Probablemente, de ella heredó su increíble memoria fotográfica y su facilidad para las matemáticas que le servirían más adelante para desarrollar sus inventos. Pero aquello que hizo saltar la chispa de su curiosidad se produjo siendo él muy pequeño, cuando acariciando a su gato descubrió la electricidad estática a través del roce de su mano.
Desde aquel momento, su interés fue tomando foco y forma, y a pesar de no terminar sus estudios en la Escuela Politécnica de Graz, fue en aquella etapa en la que ideó uno de sus primeros grandes inventos, el motor de inducción magnética, desarrollado y presentado 12 años más tarde, cuando ya había entrado a trabajar en la filial europea de la compañía de Edison —la Continental Edison Company— y que también fue su primer fracaso. Pero como dice el refrán, “cuando se cierra una puerta, siempre se abre una ventana” y fue en ese momento cuando dio el salto hacia América, donde consiguió desarrollar todo su potencial.
Aquello que hizo saltar la chispa de su curiosidad se produjo siendo él muy pequeño, cuando acariciando a su gato descubrió la electricidad estática a través del roce de su mano
Es a través de un circuito en seis ámbitos que el visitante puede disfrutar de la exposición ideada por CosmoCaixa en colaboración y coproducción con el Nikola Tesla Museum de Belgrado, tanto a nivel teórico como práctico, pues se han construido unos módulos electromecánicos operativos que permiten a los visitantes reproducir el funcionamiento de los aparatos e ingenios ideados por Tesla, y la mayor parte son reproducciones de los originales cedidos por el Museo. También hay módulos de producción propia, desarrollados para mostrar de manera didáctica y clara algunos de los principios físicos que se esconden tras las creaciones de Tesla, como por ejemplo el electromagnetismo.
Hablamos con una de las mentes tras el diseño de esta exposición, el astrofísico Jordi Aloy, quien nos comenta el reto que ha sido mantener el espíritu de experimentación del visitante de CosmoCaixa adaptando la activación de los módulos electromecánicos a la nueva situación actual de pandemia, garantizando así que pueden encenderse sin tener que tocar ningún botón.
Esta es la tercera muestra biográfica que el centro dedica a un personaje científico, tras las pasadas dedicadas a Charles Darwin o Albert Einstein, y como nos comenta Aloy, “el objetivo es dar luz al científico y sus logros más allá de las leyendas que rodean su vida, y hacerlo de un modo atractivo para el público, además de la sorpresa que puede suponer para muchos de nuestros visitantes descubrir que algunos elementos de nuestra cotidianidad se los debemos a la mente de Tesla”.
Hay módulos de producción propia, desarrollados para mostrar de manera didáctica y clara algunos de los principios físicos que se esconden tras las creaciones de Tesla
El traslado a América de Nikola, supuso el encuentro con el inventor Thomas Alva Edison, con quien mantuvo una relación poco convencional de admiración mutua y de competitividad, que les llevó a enfrentarse varias veces, siendo la denominada por los periódicos de la época Guerra de las corrientes la más feroz. Tal y como se nos explica durante el recorrido en un ámbito que se presenta como un tablero del Risk, esta guerra finalizó con el éxito de Tesla en dos proyectos importantes que fueron el abastecimiento eléctrico de la Exposición Universal Colombina de Chicago en 1893, así como el sistema de generación de corriente alterna de dos fases en las cataratas del Niágara.
Los proyectos que desarrolló a partir de aquel momento fueron tan variados como futuristas, por decirlo de algún modo, puesto que se relacionaron con cuestiones como los rayos x, la radiodifusión, la transmisión inalámbrica de energía, sus estudios sobre la conductividad de la atmósfera terrestre, o el desarrollo de las bobinas Tesla que permiten crear campos eléctricos suficientemente potentes para lograr que la corriente pueda circular sin necesidad de cableado.
Nikola Tesla fue hijo de su época, pero un hombre muy abierto de mente, como podemos comprobar leyendo sus interesantes declaraciones al final de la muestra. Su legado ha llegado hasta nuestros días como sucede, por ejemplo, cuando accionamos un interruptor para encender la luz, o en canciones como la que la cantante islandesa Björk compuso usando unas bobinas gigantes Tesla.
Pero la genialidad de Tesla, siempre estuvo empañada por las crisis nerviosas y las depresiones que le acompañaron en los fracasos a lo largo de su vida, y lo convirtieron en un personaje solitario y excéntrico hacia el final de sus días. La luz de Nikola Tesla se apagó en la soledad de la habitación de un hotel en Nueva York el 7 de enero de 1943, trayendo la niebla de la leyenda sobre el científico y sus inventos.