Letras

Karl Ove Knausgård se adentra en la ficción persiguiendo un astro que lo trastoca todo

El escritor noruego publica 'La estrella de la mañana', la primera novela de una nueva etapa literaria, frenética y exhaustiva, tras 'Mi lucha' y 'Cuartetos de las estaciones'

Karl Ove Knausgård (Oslo, 1968) vuelve con La estrella de la mañana (Anagrama), una extensa novela en la que diferentes personajes se enfrentan a algo inesperado y casi sobrenatural, la aparición de un enorme astro rojo en el cielo de un caluroso agosto. Después de Mi lucha y el Cuarteto de las estaciones, el escritor noruego afronta un nuevo ciclo, esta vez, “inscrito en lo que podría llamarse ficción, ficción, sea eso lo que sea”, expone la directora editorial de Anagrama, Silvia Sesé, “con una primera novela cautivadora y fascinante”.

“Cuando escribes sobre ti, tienes obligaciones contigo mismo y las personas que te rodean. Hay muchas cosas de las que no puedes escribir. La ficción es diferente, tienes más libertad, pero es mucho más difícil: te lo tienes que inventar todo”, explica Karl Ove Knausgård. “Es más divertido porque se parece más a lo que siento cuando leo”, sostiene un autor que ha querido recuperar en esta novela las sensaciones que tuvo de joven cuando descubría la ciencia ficción de la mano de Ursula K. Le Guin. “Fue cuando me di cuenta de que quería ser escritor”, confiesa.

Además, asegura que no va a volver a la autoficción tras el éxito abrumador de Mi lucha, un experimento en prosa, según define, en el que solo tenía la premisa de ser sincero, pero que despertó mucha atención y hasta llevó a periodistas a las puertas de las casas de los amigos que aparecían en las novelas. “Si hubiera sabido lo que pasaría, no lo hubiera hecho”, admite.

Habiendo superado el episodio literario autobiográfico, La estrella de la mañana se construye a partir de “un elemento central que descoloca a los personajes”, cada uno aportando diferentes reacciones, desde la indiferencia hasta la más profunda introspección, con sus historias entrelazándose, incluso haciéndose spoilers entre ellas. “Los personajes ven lo mismo, pero lo viven distinto”, remarca. No es de extrañar que esta novela se estuviera escribiendo cuando irrumpió la pandemia, que no ha trastocado la trama, pero sí que ha influido en la atmósfera.

“Creemos que lo sabemos todo”, advierte Knausgård, poniendo a prueba ese dogma haciendo aparecer un astro que no se sabe si es Dios, el mal o la naturaleza, pero que va acompañado de repentinos comportamientos extraños en los animales, desde cangrejos invadiendo las carreteras y mariquitas poblando en exceso terrazas hasta ciervos que se acercan a los humanos. “Hemos dado la espalda a la naturaleza”, lamenta, siendo esta la idea central de una novela que no quería hablar directamente del cambio climático, aunque su amenaza se siente como si de golpe apareciera una gran estrella sobre nosotros: “La crisis climática es la cuestión más relevante que afrontamos. Pero si hubiera escrito sobre ella, yo sé del tema, tu también, todos sabemos sobre ello, pero no hacemos nada”. El escritor no quería mostrar lo que piensa sobre el calentamiento global, solo plantear una ficción, porque, como arguye, “ser escritor no es ser un profeta, mis opiniones no valen más que las de otros”.

En esta Noruega que imagina La estrella de la mañana, la religión está presente de manera constante, ya sea desde el punto de vista de la pastora Kathrine o desde el de un profesor universitario como Arne. Se reproducen historias bíblicas de manera literal y se les hacen guiños, con Egil representando a un Abraham moderno, en su lucha entre su libertad y el deber de ser padre. Hasta se incluye la historia de una religión dedicada al diablo que existió en el país natal de Knausgård en los años 90, que quemaba iglesias y cometía crímenes, reflejada a través de unos jóvenes músicos que han sido salvajemente asesinados.

También están presentes las reflexiones filosóficas, inmiscuyéndose en una narración de lo cotidiano caracterizada por ser prolija sin miramientos, con casi 800 páginas que, pese a la cuantía, se leen maquinalmente, con mucha facilidad. El escritor Karl Ove Knausgård tensa la ficción, incluyendo de todo, desde letras de canciones hasta poemas y, por descontado, fragmentos de la Biblia. Como colofón, la novela cierra con un ensayo escrito por uno de sus personajes, en el que se acaba volviendo a la narración, dejando con las ganas de continuar leyendo el siguiente título de la nueva saga.

Anagrama publica La estrella de la mañana.

Según avanza su autor, en el siguiente libro habrá bosques. Karl Ove Knausgård prevé que la saga, siempre con el maltrato a la naturaleza de fondo, esté formada por seis tomos, aunque esa cifra ha ido variando: “Al principio iba a ser uno. Luego, tres y, más tarde, cinco. Pero van a ser seis”. Los tres primeros ya están escritos y publicados en Noruega, y ahora empiezan a llegar a España. Algunos detalles que ya se conocen de los libros que están por venir son que el que está escribiendo ahora, el cuarto, está ambientado en el Londres de 1986, después de mudarse a la capital británica hace unos años, y, el siguiente, en Rusia. “Necesitaba alejarme de Noruega, pero siempre acabo siendo un poquito yo en Londres o en Rusia”, señala.

Un frenesí creativo que no se detiene, basado en escribir y escribir, haciendo 20 páginas por día y centrándose solo en lo que hay en el papel. “Si te pones a pensar en cómo va a reaccionar la gente, no puedes escribir”, defiende, recordando como antes de Mi lucha solo había publicado dos libros y, después, han venido 15. “Durante años tuve un bloqueo y llegué a tener 800 páginas de inicios que desechaba”, confiesa,  “lo que quiero hacer es escribir y publicar, escribo un libro y luego otro”. “Para mí, lo importante es crear. Si pudiera pintar, pintaría, pero soy bueno con las palabras y soy escritor”, abunda.

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Publicado por
Cristina Martín Valbuena

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