Gràcia recupera el refugio antiaéreo de la plaza de la Revolució

Las primeras visitas guiadas coincidirán con las fiestas del barrio

Unas lineas rojas pueden despistar a un conductor que no haya estado antes en el párking de la plaza de la Revolució, en Gràcia. No corresponden a ninguna plaza de coche y se cruzan con las existentes, incluso pisan las señales de tráfico que indican el sentido de la circulación. Hasta que no se da con el nombre Refugio 267 escrito en el suelo, uno puede pensar que se trata de algún error, bastante exagerado, de cálculo en el diseño del aparcamiento. Puede que la palabra refugio tampoco dé la clave a muchos de lo que pasa en esa planta, en un país en el que la memoria es aún una de sus principales asignaturas pendientes. Por suerte, hay unos paneles informativos que dan más pistas sobre esas lineas rojas que resiguen lo que fue un lugar donde cobijarse de las bombas durante de la Guerra Civil.

Líneas rojas marcan el párking de la plaza de la Revolució para imaginar todo el espacio que ocupó el refugio antiaéreo. © Maria Aladern/ACN

El refugio antiaéreo de la plaza de la Revolució se encontró hace casi 30 años. Corría 1994 y se había empezado a construir un párking subterráneo. Fue entonces cuando emergieron los pasillos y habitaciones que habían resguardado a los vecinos de la zona, muchos de los cuales aún recordaban su existencia. Visitas acordadas con la constructora, aunque algunas también fueron clandestinas, permitieron volver a recorrer los pasillos de aquel espacio que había sido clausurado por la dictudura en 1939.

En aquel momento, se pudo ver la magnitud de la construcción, como recuerda Josep Maria Contel, uno de los vecinos, además de miembro del Taller d’Història de Gràcia. El refugio de la plaza de la Revolució contó con 163 metros de galería a 12 metros de profundidad y tenía capacidad para hasta 400 personas. Se diseñó con tres entradas y diversos espacios en los que esperar a que parasen las bombas pero también en los que curar a heridos. Fue considerado como uno de los más adelantados del momento, con enfermería y botiquín incluidos, además de instalación eléctrica, agua corriente y pozos de ventilación. También había lavabos para hombres y mujeres.

Fue considerado como uno de los refugios más adelantados del momento, con enfermería y botiquín incluidos, además de instalación eléctrica, agua corriente y pozos de ventilación

La entidad de la que Contel forma parte fue la que batalló para salvar una parte del refugio de las obras del párking y consiguió preservar una mínima parte, menos de un 5% de lo que fue, que ahora convive con coches y motos estacionados en la cuarta planta. Se ha conservado un trozo de los siete pasillos que hubo y dos habitaciones, destinadas a la enfermería y el botiquín. La primera aún tiene parte de un armario esquinero, un poyete y un lavamanos. En el suelo de esta sala, destacan cuatro agujeros que sirvieron para encajar camillas. En la habitación anexa, la que sirvió como farmacia, se mantiene un banco de obra, un armario empotrado y el cuadro eléctrico.

Después de que la restauración de los restos de este refugio antiaéreo se haya ido retrasando, aún más con la pandemia, Gràcia lo recuperará este mes de agosto, coincidiendo con sus fiestas. A partir del sábado 12 de agosto, el Taller d’Història de Gràcia organizará visitas de media hora para grupos reducidos, con un precio de 3 euros. Una vez pase la fiesta mayor del barrio, se prevén programar más visitas, pero aún hace falta concretarlo.

El coste de las obras de conservación ha sido de casi 31.000 euros. Se ha querido intervenir lo mínimo posible, revertiendo añadidos que se han hecho desde que se encontró en 1994, como una cobertura de las paredes con cal, detalla Montserrat Pugès, del servicio de Arqueología del Ayuntamiento de Barcelona. “El espacio habla por sí solo”, subraya Pugès. Eso sí, lo que no ha ayudado ha sido que, durante todos estos años, el espacio haya estado prácticamente olvidado y haya podido hacerse con él lo que se ha querido, desde utilizarlo como almacén durante las obras de construcción o acceder a él sin problemas desde el aparcamiento, critica Contel, quien además añade que los vecinos que lo visitaron clandestinamente cuando se descubrió en 1994 se llevaron lo poco que quedaba. Todo lo que desapareció ahora serviría para la recreación histórica.

Sala que sirvió como farmacia en el refugio, en la que se ha conservado un banco de obra, un armario empotrado y el cuadro eléctrico. © theNBP

El consistorio, siendo consciente de que cada vez aparecen nuevos refugios antiaéreos por la ciudad, ha decidido poner el foco en este en la salud y la higiene, teniendo en cuenta el buen estado en el que se ha preservado la farmacia y la enfermería, a pesar de los hurtos y el abandono. Como otros campos, la sanidad avanzó a pasos agigantados durante la Guerra Civil, teniendo que hacer frente a heridas e infecciones graves y continuas, con hitos como el método de limpieza de heridas del doctor Trueta —con agua y jabón— o las transfusiones de sangre, aspecto ampliamente tratado en el centro de interpretación de Batea (Tarragona) dedicado a la atención sanitaria durante la Batalla del Ebro.

El objetivo de esta tematización de los refugios antiaéreos de Barcelona es tejer un mapa urbano en el que las diferentes paradas hablen cada una de un tema en concreto. Así se animará a visitar más de una para profundizar el conocimiento sobre estos espacios que los barceloneses empezaron a excavar a principios de 1937 para protegerse de los bombardeos de las tropas franquistas. Y es que Barcelona tiene documentados un total de 1.300 refugios construidos durante la Guerra Civil, especialmente concentrados en el Eixample, Ciutat Vella y Sants-Montjuïc. Recientemente, la antigua prisión de la Modelo ha acogido una extensa exposición sobre esta cuestión. Para los que se pregunten si hay más refugios como el de la plaza de la Revolució encajados en párkings, Martel, que empezó a investigar profundamente esta parte de la historia de la ciudad cuando se topó con el de Gràcia, señala que hay uno similar en la Avenida Josep Tarradellas, aunque no está museizado.

Habitación que funcionó como enfermería, con un armario esquinero y un poyete, así como huecos en el suelo en el que se encajaban las camillas. © theNBP
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Publicado por
Cristina Martín Valbuena

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