Barcelona se rinde a los 40 años de Tricicle

Por fin he podido visitar la exposición dedicada a Tricicle en el Palau Robert. Qué ganas tenía. La muestra repasa cuatro décadas del grupo teatral barcelonés y su humor silencioso. Lo cierto es que Tricicle Clic no decepciona, gracias en buena medida a la habilidad del arquitecto Juli Capella, que ha comisariado la exposición, cuyo primer impacto para el visitante es la silla gigante utilizada en el espectáculo Sit, de 2002, con tres maniquís con las caretas que los actores utilizaron en Terrrific diez años antes.

Como no podía ser de otra manera, el recorrido por los 40 años de historia del grupo comienza con el ya inmortal gag del Soy un truhan, soy un señor, en el que el trío pone una mímica hilarante a la canción de Julio Iglesias. Recuerdo como si fuera ayer cómo una noche de 1983 lo petaron en un Un, dos, tres, responda otra vez, el mítico concurso creado por Chicho Ibáñez Serrador para Televisión Española. Desde entonces, este gag forma parte de un imaginario colectivo del humor que ha escapado de las manos de sus autores para ser patrimonio del público, como la empanadilla de Martes y Trece y la manera de explicar chistes de Eugenio y Chiquito de la Calzada.

Aquella histórica noche, unos 22 millones de asombrados espectadores se partieron de risa con lo que veían en sus televisores, y la carrera de Tricicle se disparó de la noche a la mañana. Hasta entonces, su público se reducía al que cabía en salas como El Llantiol. Solo aumentaron aquella audiencia cuando participaron en la clausura de los Juegos Olímpicos de 1992. Pocos, incluidas las nuevas generaciones que no presenciaron en directo aquel fenómeno, se resisten a imitar desde entonces los gestos de los Tricicle cuando escuchan Soy un truhan, soy un señor.

La muestra hace honor al capítulo de oro que Paco Mir, Joan Gràcia y Carles Sans han escrito para el teatro barcelonés inventando un nuevo lenguaje humorístico. Tricicle Clic se adentra en sus 10 grandes espectáculos, con vídeos y la exposición de objetos y trajes originales, que Capella organiza en pesebres temáticos de cada producción. Así, el público se pasea por los atrezzos de Manicòmic, Exit, Slastic, Terrrific, Entretres, Tricicle 20, Sit, Garrick, Bits y Hits. Entre la colección de objetos míticos de su trayectoria, el público puede admirar el ring y los guantes de boxeo de Slastic; la sierra mecánica y el traje de matanza de Texas de Carles Sans en Terrrific, y el traje de leds de Bits, restaurado para la ocasión y que se enciende al paso de los visitantes.

Ahora que está en boga la información de datos, la muestra también los explota. Así, después de visitar el Palau Robert, sabemos que los Tricicle han realizado 6.196 representaciones de sus espectáculos, que se han distribuido en 450 teatros de 20 países y han visto 4.231.656 personas. Y un dato inédito: el público del grupo se ha reído una media de cada ocho segundos, por lo que suma 17,7 billones de risas en cuatro décadas. Buen indicador.

Tricicle nació el 1 de noviembre de 1979 cuando todavía sus miembros eran alumnos del Institut del Teatre. Tras actuar en la calle y espacios alternativos, en 1982 entraron en el circuito profesional con el estreno en la Sala Villarroel de su espectáculo Manicòmic. Un año después, se produjo su explosión en el Un, dos tres y a partir de entonces su trayectoria fue casi de vértigo. En 1984, estrenaron Exit, con el que empezaron a actuar fuera del país. Slastic, en 1986, fue su consolidación definitiva. En 2020, se retiraron de los escenarios.

Aunque no actúen más, tardarán mucho en dejar de hacerlo en la memoria del público. La exposición incluye las siguientes palabras de Chico Ibáñez Serrador de cuando actuaron en su concurso con el gag de Julio Iglesias: “Recuerdo que, cuando vi el ensayo que Tricicle hizo en el plató, tuve la certeza de que estos tres chicos llegarían muy lejos”. Desde luego, el mítico realizador fue profético.

Recomiendo visitar la exposición, un gran y merecido homenaje de Barcelona a los Tricicle.