El Vicerrector de Transferencia, Innovación i Emprendimiento de la UPC, Jordi Berenguer. © Marc Llibre
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Jordi Berenguer (UPC): “Debemos repensar el modelo para que la investigación impacte en empresas y ocupación”

Conseguir que el conocimiento traspase aulas y laboratorios y poder devolverle a la sociedad los recursos y esfuerzos invertidos, a través de la creación de puestos de trabajo, tecnologías disruptivas y compañías que despunten a nivel global. Este es el reto que asume Jordi Berenguer (Manresa, 1959) desde junio, cuando fue nombrado vicerrector de Transferencia, Innovación y Emprendimiento de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), a propuesta del nuevo rector de la universidad, Francesc Torres.

Doctor en ingeniería de Telecomunicación por la UPC, Berenguer es catedrático de escuela universitaria del Departamento de Teoría de la Señal y Comunicaciones. Impulsor de la incubadora de la Agencia Espacial Europea en Castelldefels (ESA BIC), ya ocupó su actual cargo como vicerrector de Transferencia de Conocimiento e innovación entre 2017 y 2021.

— ¿Qué se entiende por el concepto de transferencia de conocimiento?

— Transferir el conocimiento de los centros académicos a la sociedad quiere decir ser capaces de aprovechar los resultados de la investigación pensando en su aplicación práctica, una aplicación que tiene que conseguir generar un impacto en la sociedad. La transferencia de conocimiento es una responsabilidad de los centros académicos y también es una característica definitoria de la UPC, que se distingue por ser un centro muy innovador, y que ya cuenta con un total de 13 centros centres TECNIO acreditados por la Generalitat, que reconoce la tarea de aquellos espacios que generan nueva tecnología y la transfieren a la empresa.

— ¿Se podría decir, pues, que la innovación forma parte del ADN de la UPC?

— Así es. Por nuestro ámbito de aplicación, como universidad politécnica, hecho que nos diferencia de las otras universidades más clásicas, tenemos una mayor relación con las empresas, así como una incidencia más directa en el mercado de trabajo y en la economía del país. Porque, de la manera en la que formamos a los futuros ingenieros y de la manera de la que ayudamos a las empresas, tenemos esta responsabilidad de hacer crecer al país. Por este motivo, la transferencia de conocimiento no es solo una responsabilidad que tenemos como universidad sino que, incluso, es una obligación.

“No nos podemos permitir que el talento creado en nuestras aulas sea aprovechado por otros países europeos”

— ¿Una obligación?

— ¿Quién paga la universidad? Los ciudadanos y las empresas a través de los respectivos impuestos. Por lo tanto, tenemos que conseguir que estos impuestos se invierten para ser devueltos, posteriormente, a estos ciudadanos y a estas empresas. Así, por ejemplo, no nos podemos permitir que el talento creado en nuestras aulas sea aprovechado por otros países europeos, y que los profesionales altamente cualificados se vayan a otros países y no vuelvan. La obligación que tenemos como universidad es que esta financiación que invertimos en tareas de formación e investigación pueda repercutir positivamente a la sociedad. Solo así se puede conseguir crear un círculo virtuoso, que nos permita crecer, entre sociedad, empresas y universidad.

— ¿Cómo tiene que ser esta relación entre empresas y universidad?

— La clave es, básicamente, la confianza. Porque, sin confianza, la relación no funciona. Tenemos que procurar que estas relaciones entre empresas y universidades aumenten y se consoliden. Por ejemplo, las grandes compañías están más habituadas a estas colaboraciones con los centros académicas, pero todavía tenemos que incidir más en las pequeñas y medianas empresas, que son el núcleo fundamental de la actividad económica catalana, y que, por su dinámica, les cuesta más a establecer puentes con la universidad. La UPC, por ejemplo, tiene que saber aprovechar su gran estructura territorial, con campus repartidos por Manresa, Vilanova, Barcelona o Terrassa, para establecer estas conexiones efectivas con el entramado empresarial.

— ¿Cuál es el modelo de transferencia de conocimiento de la UPC?

— Como universidad, nos relacionamos con las empresas a través de múltiples vías y, por lo tanto, nuestro modelo de innovación también tiene diferentes patas. Por un lado, trabajamos para consolidar las relaciones entre los estudiantes y las empresas, a través de las prácticas académicas. Pero, por otro lado, también fomentamos el emprendimiento entre nuestros estudiantes, a través de nuestros espacios Emprèn, ya que cada vez hay un porcentaje superior de alumnos que tiene ganas de crear e inventar, e incluso asumir el reto de crear una empresa. De hecho, solo en el último año se han creado siete startups de alumnos.

— En 25 años, se han creado más de 400 empresas de base tencológica en la UPC, 100 de las cuales spin-offs. ¿Por qué, como universidad, apostáis para estas empresas derivadas?

— Hay que proteger la tecnología desarrollada en el marco de las universidades, pero no solo a través de patentes. La universidad no quiere ir acumulando patentes en el cajón, sino que quiere fomentar que estas tecnologías patentadas puedan llegar al mercado y que haya una empresa detrás encargada de desarrollar esta tecnología. Por este motivo, son importantes las spin-offs. La UPC ha conseguido consolidarse como una universidad pionera pero también de referencia en la creación de spin-offs. Cuando vemos que una tecnología es bastante madura como para llegar al mercado, la acompañamos en todos los procesos, desde la formación del equipo, porque no todos los investigadores tienen por qué querer liderar una compañía o tener los conocimientos para hacerlo, hasta buscar opciones de financiación. Con todo, actualmente contamos con 35 spin-offs participadas.

“El envejecimiento de la plantilla y del profesorado es un problema grave de las universidades catalanas, derivado de la crisis financiera de 2008”

— Define la UPC como una universidad pionera en innovación.

— La UPC ha apostado por la innovación desde sus inicios. La historia de la UPC y su ADN innovador lo han marcado, sin duda, cuatro grandes nombres: el primer rector, Gabriel Ferraté, su sucesor Jaume Pagès, el gerente Francesc Solà i Paco Soler, quien puso en marcha en 1998 el programa Innova, ahora conocido como UPC Emprèn, que fue la primera iniciativa de este tipo a nivel español e incluso una de las primeras a nivel europeo.

— ¿Cómo ha cambiado este acompañamiento a la innovación desde el año 1998?

— A diferencia de hace unas décadas, cada vez los centros de investigación y las universidades son más conscientes de la necesidad de invertir en innovación y actualmente todos los centros han adaptado el modelo que inició Paco Solé hace más de 25 años. Ahora, y con el objetivo de aumentar la competitividad de las compañías catalanas y del conjunto del país, hace falta que volvemos a reinventarnos, y volver a repensar nuestro modelo de transferencia de conocimiento para que la investigación impacte de forma directa en las empresas y en la creación de ocupación.

“A Catalunya todavía le falta disponer de una buena musculatura financiera”

— ?Además de acompañarlas en busca de financiación, la UPC también participa en el accionariado de estas empresas?

— Normalmente, participamos con una aportación de entre un 5% y un 10% del accionariado. Pero tenemos que conseguir que esta inversión también pueda devolverse e incluso se multiplique. Por ejemplo, la universidad vendió recientemente las acciones de Mitiga Solutions, aprovechando la ampliación de capital de esta spin-off, creada conjuntamente con el BSC para desarrollar una plataforma que ayuda a medir, predecir, reportar y gestionar los efectos de los desastres naturales agraviados por el cambio climático. La venta del 1,43% de estas acciones supuso un retorno económico de 800.000 euros para la universidad.

— ¿Qué otros casos de éxito destacan de entre las 400 spin-offs creadas en la UPC?

— Las empresas derivadas de la UPC han desarrollado soluciones tecnológicas disruptivas aplicables a una gran diversidad de sectores, desde salud, las TIC, las tecnologías industriales e incluso la energía. Son conocidos casos paradigmáticos como Fractus, empresa pionera que casi se tendría que calificar como una pre-spin-off, ya que surgió en 1999. Pero también destacan otros ejemplos como CEBIOTEX, creada conjuntamente con el Hospital Sant Joan de Déu, que desarrolla un membrana textil que se impregna de fármacos antitumorales y que se implanta al paciente después de una extirpación de cáncer, o Nice Fruit, empresa que ha creado un sistema pionero para congelar fruta en su punto óptimo de maduración.

— ¿Qué barreras tienen que superar las spinoffs para poder crearse y sobrevivir en el tiempo?

— Básicamente, a Catalunya todavía le falta disponer de una buena musculatura financiera. A pesar de que hay subvenciones públicas y ayudas a la creación de empresas, desde Barcelona Activa o incluso desde la Unión Europea, especialmente en el ámbito de las DeepTech todavía hay la necesidad de más inversores especializados que financien proyectos disruptivos. Pero tampoco hay que olvidarse del capital humano y, por este motivo, tenemos que ser capaces de retener el talento de todo tipo, desde los graduados en formación profesional hasta la formación universitaria.

“A pesar de que somos muy buenos en producción científica, hacen falta más esfuerzos para que esta investigación pionera pueda tener un retorno directo a través de la actividad empresarial”

— Más allá de la financiación, ¿Barcelona está bien posicionada en términos de innovación y de transferencia de conocimiento?

— La capital catalana disfruta de un gran prestigio a nivel global. El llamado efecto Barcelona, ya desde la Barcelona Olímpica, todavía juega un papel importante en la atracción de talento, y los emprendedores han visto en el ecosistema catalán el aliado perfecto para hacer crecer su proyecto. Ahora bien, a pesar de que somos muy buenos en investigación y producción científica, como demuestran anualmente los indicadores, tenemos que continuar haciendo esfuerzos para que esta investigación pionera pueda tener un retorno directo a través de la actividad empresarial y la creación de puestos de trabajo cualificados, apostando especialmente por sectores estratégicos como el de las deeptech.

— Así como la investigación científica, ¿considera que el sistema universitario catalán también disfruta de un alto prestigio?

— El sistema universitario catalán es un sistema que disfruta de una muy buena salud y de un gran prestigio. Es cierto, sin embargo, que todavía arrastramos las consecuencias de la crisis financiera de 2008, una crisis que afectó profundamente a los centros académicos públicos, propiciando el envejecimiento del profesorado de las universidades por la falta de financiación para contratar nuevo profesorado. El envejecimiento de la plantilla es un problema grave, que en cierto modo se está empezando a resolver con la contratación de nuevos profesionales, pero, a mi parecer, todavía necesitamos mecanismos más ágiles para hacer posibles estas contrataciones.

— ¿A qué otros retos debe enfrentarse durante su mandato como vicerrector de Transferencia, Innovación y Emprendimiento?

— Tenemos que conseguir mejorar nuestra relación con el colectivo alumni, que considero que es uno de los grandes activos que tenemos todavía para explorar. La relación entre alumnado y universidad tiene que perdurar una vez finalizada de su formación, consiguiendo, por ejemplo, que ex-alumnos de la UPC que ahora ocupan cargos directivos en diferentes compañías de referencia puedan apostar por colaboraciones con la universidad. Esta es una relación que han sabido cuidar mejor otras universidades internacionales e incluso catalanas, pero que la UPC todavía puede explorar más.

— ¿Y en la relación con las empresas?

— También tenemos que consolidar otros programas ya en marcha, como las cátedras de empresa, que ya sumamos 22, y que permiten la colaboración, por un periodo de tres años, entre una o más empresas y la UPC. Así como reforzar el programa Connèxia, que permite una mayor conexión con las empresas, como Fractus, Mecalux, Schneider Electric o Cetaqua que ya forman parte de esta iniciativa, y que pueden acceder de forma más directa al talento y las ideas surgidas en el marco de la universidad. Asimismo, queremos profundizar en nuestra relación con pequeñas y medianas empresas, para que, por ejemplo, puedan disponer de nuestras equipaciones o laboratorios de experimentación.