El Bar del Post

Salva Rey: El juego de poner Barcelona en el mapa

“Ahora mismo te diría que me siento a gusto definiéndome como intérprete más que como compositor o escritor”. El sonido de la marimba de Dave Pike resuena en el aire matutino del Bar a través de su versión del Sweet ‘tater pie. Salva Rey sonríe y ataca un trozo de su pastel de zanahoria con pasas, acabado de servir junto a una humeante taza de café con leche. “Estoy a gusto combinando música y teatro con esa noción de juego intrínseco que la interpretación reviste y que es tan evidente en otros idiomas, donde se traduce como to play, jouer o spielen, poniendo en valor su dimensión lúdica”, remata.

A mediados de los 90, tocaba la guitarra, cantaba y componía en Bondage, junto a su hermano, Christian, y al añorado Alfredo Calonge, una de las figuras capitales del underground barcelonés. Aquel proyecto, uno de los más solventes del pop hecho aquí de la época, legó dos discos fundamentales para entender lo que no fue, pero pudiese haber sido, si aquí se hubiese impulsado el talento autóctono de forma adecuada.

En cualquier caso, en 1998, todo cambió para Salva. “En aquel momento combinaba la música con trabajos para distintos medios como La Vanguardia o Primera Línea y, a través de una persona muy vinculada con el movimiento de liberación del Tíbet, tuve la oportunidad de ir a cubrir el Tibetan Freedom Concert que los Beastie Boys habían organizado en Washington DC con lo más relevante de la escena musical de entonces: REM, Sonic Youth, Pearl Jam…”. Aquella experiencia dejó una huella profunda —“andaba por ahí gente como Richard Gere, Robert Thurman o David Crosby, al que llegué a entrevistar, ¡imagínate!”— y le hizo plantearse por qué no se podía sumar a aquel mundo cada vez más globalizado un proyecto hecho en Barcelona, en aquel contexto en que artistas como la finlandesa Björk o el japonés Ken Ishii despuntaban a nivel internacional con la misma fuerza que las estrellas estadounidenses o británicas.

“Aquel fue el germen de los Pinker Tones”, explica a propósito del dúo que fundó con Àlex Llovet y que, además de trascender su condición de proyecto musical para abarcar otras disciplinas como la literatura, el teatro o la ilustración, ha sido un enorme catalizador de talento artístico. “Hemos tenido colaboradores increíbles y tan dispares como Eric Bobo de Cypress Hill, Albert Pla, Manu Chao, Jimmy Lindsay de Cymande o Camilo Lara del Instituto Mexicano del Sonido”. Y, por supuesto, entre muchos otros nombres involucrados en el asunto, el de Alex Borstein.

Corsés, trajes de payaso y muchos ukeleles

En 2018, Salva Rey acababa de publicar su libro Ukelelelala, donde compartía su entusiasmo por el ukelele a través de un ameno manual para aprender en familia los rudimentos básicos del instrumento. En paralelo, la actriz americana Alex Borstein recalaba en Barcelona para cambiar de aires y dejar atrás su reciente divorcio. “Nos conocimos de una forma casual, casi surrealista, en un viaje a Ámsterdam organizado junto al músico y compositor Eric Mills, y enseguida cuajó una enorme amistad y complicidad entre los tres”, recuerda, liquidando el último trozo de pastel.

La actriz participó en el proyecto Rolf & Flor de los Pinker Tones, que aunaba literatura infantil, teatro y música, “y donde empecé a conjugar la faceta de músico y la de actor”. Poco después, le regaló a la actriz un ukelele “y surgió la idea de hacer un show musical con este instrumento que explicara las vicisitudes de Alex viniendo a Barcelona a rehacer su vida y encontrándose con dos tipos como Eric y yo”. Así nació el espectáculo Corsets and clownsuits que tuvo un éxito inmediato y que, tras el paréntesis de la pandemia, se grabó para Amazon Prime, acabando finalista en los Critic Choice Awards del año pasado, en directa competición con La sociedad de la nieve. Una respuesta a aquella epifanía de 25 años antes, de meter un trozo de Barcelona en el meollo global. Explicado así, casi parece un juego. Y, de alguna manera, lo es.

Salva Rey combina música y teatro. © Hal Masonberg

Además de impartir masterclasses y formaciones para tocar el ukelele, como la que dio a la actriz Aina Clotet para su papel en El Sistema Solar, el parroquiano tiene su espectáculo El rey del ukelele, con el que volverá a los escenarios en octubre, tras tomarse una pausa. A la vez, disfruta de su vida familiar, “con Anna, mi pareja desde hace más de veinte años, y nuestras dos hijas”. Sorbe algo de café. “La paternidad es algo que te conecta a la realidad, a la tierra. Tan necesaria cuando vives un ámbito laboral tan aéreo, etéreo, como la música y la interpretación”, añade.

Impulsar el potencial cultural autóctono

Tras más de tres décadas catalizando talento local e internacional y luchando por visibilizar Barcelona a nivel cultural, el artista cree que todavía queda trecho por recorrer. “Seguimos por detrás de las grandes metrópolis artísticas como Londres o Berlín, que es mi otra ciudad, y aquí creo que hace falta un mayor empuje institucional para impulsar el talento que tenemos, porque lo que aquí no falta es potencial”, razona.

Algo que se ve agravado por el hecho de que mucho de este talento autóctono se ve desplazado, por no poder pagar los precios y soportar la presión turística a la que la ciudad se ve sometida. “En parte es algo normal, que ocurre en todas las ciudades globales, no es algo sólo de Barcelona. Pero, por otro lado, si lo que se quiere es evitar que los barceloneses se vean empujados fuera de aquí, el Ayuntamiento tendría que comprar vivienda y facilitar que la gente se pueda quedar en su casa”.

De todos modos, para él la ciudad sigue manteniendo parte de su esencia, “y sigo enamorado de mi barrio, el Poblenou, a diez minutos del centro y de la playa, con el espigón de Bogatell desde el que se divisa toda Barcelona”, declama.

— Otra cosa que sin duda te enamorará es nuestra oferta gastronómica. Y ya se ha hecho hora de comer, así que igual te tienta probar algo rico…

Salva Rey sonríe. Suena Jet Set de Dave Pike. “Ya he cometido mi exceso con el pastel, así que ahora me tocará equilibrar con una ensalada o algo más bien ligero”, replica con algo que parece un suspiro, por el fin de la impunidad gastronómica que conlleva el ir cumpliendo años.

Salva Rey volverá en octubre a los escenarios con ‘El rey del ukelele’. © Hal Masonberg
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Alberto Valle

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