“No pida agua mineral”

Parece ser que, durante los años 30, la radiactividad tenía un aura de imbatible modernidad y se utilizaba como gancho para atraer a los compradores, del mismo modo que ahora todo ha de ser "verde", que alabamos los vegetales orgánicos (como si no lo fueran todos) y glorificamos los bífidus y los probióticos como si no hubiera mañana

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ada objeto cuenta una historia, tanto si lo encontramos por la calle como si aparece mientras vaciamos el piso de un ser querido. ¿Pero qué pasaría si, de golpe, tuviéramos acceso a cientos de miles de objetos que van desde la actualidad hasta la prehistoria?

Esto es precisamente lo que ha sucedido en Amsterdam: la construcción de la línea Norte-Sur del metro ha permitido secar varios tramos enteros del río Amstel y desenterrar medio millón de trastos tiradas en los canales y preservadas por el barro. Durante 10 años, un equipo de arqueólogos se ha encargado de desenterrar y catalogar 19.000 de estos objetos, y ahora han presentado los hallazgos en Below the Surface, una página web espectacular, y también en una exposición en la estación de metro de Rokin.

De aquel cauce incorrupto emergieron miles de sorpresas, en gran parte desechos, pero también objetos que cayeron al agua sin querer. Como el metro requería excavar a mucha profundidad, se llegó hasta el nivel del pleistoceno (10.000 años atrás) y, por encima de ello, los arqueólogos encontraron desde móviles (pero ningún smartphone, ya que las obras comenzaron en 2005) hasta cámaras de fotos, cintas de casete o carnés de identidad. Pero también juguetes de los años veinte, botes de colonia del siglo XIX, zapatos victorianos, dagas y restos de armaduras medievales. Entre los hallazgos hay 195 llaves y 110 candados, 13.418 botellas de agua y 7.354 botellas de vino, 713 cucharas y 1.394 cuchillos de mesa, y también 154 relojes, 908 botones, 267 cinturones, una docena de gafas y dos dentaduras postizas. También han catalogado 256 balas de todas las épocas y tres de pistolas (una de ellas de juguete). Y monedas, 2.947, desde sestercios romanos hasta el actual euro.

Luxadont, pasta dentífrica radioactiva, 1920-37

La periodista Sophie Haigney ha analizado, en un artículo en The New York Times, la vida de alguno de estos objetos. Quizás, el más curioso de todos ellos sea el tubo de pasta de dientes Luxadont, que se producía en los años 30. Este hallazgo llegó a movilizar el ejército holandés, que se llevó el tubo dentífrico para hacerle decenas de pruebas, pues se trataba de una pasta de dientes radiactiva.

Parece ser que, durante los años 30, la radiactividad tenía un aura de imbatible modernidad y se utilizaba como gancho para atraer a los compradores, del mismo modo que ahora todo ha de ser “verde”, que alabamos los vegetales orgánicos (como si no lo fueran todos) y glorificamos los bífidus y los probióticos como si no hubiera mañana. Esta pasta de dientes realmente tenía una pequeña parte de torio en la composición, y los fabricantes aseguraban que, con un poco de radiactividad, los dientes quedarían más sanos y más blancos. No es de extrañar, se trata de la misma época en que se organizaban fiestas en las azoteas de los hoteles de Las Vegas para ver en directo las pruebas nucleares.

Zambulléndome a la hemeroteca de La Vanguardia, una de nuestras biblias a la hora de hacer historia cultural, veo que en Cataluña también caímos en la moda de los productos radiactivos. No sólo con la «crema dental radiactiva» Doromad, una de estas pastas milagrosas, que «limpia, blanquea y conserva los dientes» (sic), sino también con la «cura termal sulfurosa radiactiva» que ofrecía el balneario La Puda de Montserrat en 1928, y que servía para tratar todo tipo de herpes, enfermedades de la piel, artritis o reumas. Y claro, las aguas radiactivas no sólo eran buenas para bañarse, también lo eran para ser consumidas. De 1925 a 1945 encontramos anuncios que proclaman «No pida agua mineral, pida Amer Palatin», un agua de mesa «digestiva, radiactiva y diurética» que recomendaban utilizar diariamente, sobre todo para preparar tisanas.

Imágenes destacadas
Ilustraciones creadas por diferentes usuarios de algunos de los objetos encontrados en el fondo del río Amstel. Puedes hacer la tuya propia aquí

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Albert Forns

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