Música

La Pedrera visibiliza el jazz autóctono

El ciclo 'Talents Jazz a La Pedrera' ofrece una panorámica selecta de los talentos locales del jazz y las músicas improvisadas. La Barcelona Art Orchestra muestra en su propuesta músculo, imaginación y poesía.

La Fundación Catalunya La Pedrera lleva años vinculada a la música. El ciclo Talents Jazz a La Pedrera no es una sorpresa, es un acierto fruto de la experiencia y la madurez de la experiencia acumulada. Tocar en la azotea de tan emblemático edificio es llevar la cultura del club a otro nivel. Es una tipo de paso intermedio entre el jazz cava y los festivales de medio formato que se celebran en los meses estivales a lo largo y ancho del territorio. Así se percibió con la presencia de la Barcelona Art Orchestra (BAO).

La BAO es una iniciativa de Lluís Vidal, Néstor Giménez, que ejercieron de directores y pianistas a lo largo de la sesión; más el ubicuo Lluc Casares, al saxo, y Joan Vidal, a la batería. La agrupación se presentó con una formación de diez músicos para diseccionar el proyecto Talent Legacy, un homenaje a figuras prominentes del Taller de Músics. En esta ocasión, dedicado al guitarrista Sean Levitt (1955-2002), que vivió en Barcelona y se congració con el Taller de Músics.

Levitt grabó poco, pero eso no ha sido óbice para que el armonioso talento de la mini big band superase el escrutinio de la viva arquitectura de Antoni Gaudí y de la armoniosa escultura de Jaume Plensa —de quien se exhibe una amplia colección de piezas en el edificio–, y de los presentes, dispersos por la ondulante terraza y, en su mayoría, atentos a lo que acontecía en una tarima inexistente, mientras la ciudad se despedía de la tarde y acogía el crepúsculo.

Sortear los desniveles del mirador, subir y bajar escalones, alejarse de los instrumentos y escuchar la música que se acompaña de una suave brisa es de agradecer. Observar cómo las notas se lanzan con parsimonia y sin miedo por el hueco de la escalera. Llegar a la planta baja y sentir que la melodía que se desliza desde la apertura situada en el centro de la terraza —seis, siete pisos más arriba, según se mire— es una delicia hasta que la noche se traga al audiófilo. Pero, esto, pasará más tarde.

Tanto con la música del norteamericano, como con las piezas originales, los participantes construyeron un edificio sonoro contemporáneo desde un jazz ágil, dinámico, con trazos poéticos y ciertas atmósferas cinemáticas en la voz de Claudia Bosch, sostenido por la percusión de Vidal, la guitarra tranquila y aromática de Rai Paz, que avanzada la sesión dejó paso a Vicent Solsona, que se manifestó más eléctrico, y la pianística de Vidal, reputado músico y reconocido docente.

Vidal y Giménez, en su condición de arreglistas, presentaron una elegante Mr. Henderson y una emotiva November Song, respectivamente. Antes, la orquesta interpretó la sutil Tenochtitlan, todas de Levitt, en esta ocasión con arreglos de Casares. Si el homenajeado saboreó tres triunfos de su obra, las piezas originales presentadas, a destacar Las grandes alamedas, de Jofre Fité, mostraron su cualidad. La orquesta, que se muestra desde su cohesión rítmica y los solos respectivos acentúan la manera de expresarse, nada rígida, se completa con Guillem Payaró, flauta; Jason Perera Westerdale, violín; Nil Martí, saxo alto; Javier Sánchez Rojo, saxo tenor y clarinete; Tomeu Estelrich, trompeta, y Sergio Cañizares, contrabajo.

Tanto con la música del norteamericano, como con las piezas originales, los participantes construyeron un edificio sonoro contemporáneo

La marca que deja la BOA es la de un proyecto sólido, que desprende imaginación, con una mirada al pasado, pero con una mentalidad actual que merece atención. No es casualidad que uno de los mejores álbumes de 2022, Ragtime —Premio Alícia 2023 a la autoría—, esté firmado por esta formación para el sello, UnderPool, un milagro cierto e insólito del panorama jazzístico catalán, con un catálogo que supera las 50 referencias, que merece un sincero y sostenido aplauso y toda la proyección y visibilidad posibles.

La Fundació traza sinergias con organizaciones educativas como el Conservatorio del Liceu, la ESMUC y el Taller de Músics, cuyo objetivo es la exposición y difusión es una programación de jazz y otras músicas no masivas, que mapea el talento allá donde esté. Las innovaciones sorprenden y, a menudo, se obvian. Pero cuando la convicción y la insistencia se sostienen, suelen convertirse en referencias difíciles de ignorar. El ciclo se celebrará hasta mediados de agosto.

La BAO participó en el ciclo Talents Jazz a la Pedrera. © Cedida por la BAO
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Publicado por
Miquel Queralt

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