El presidente del Cercle d'Economia, Jaume Guardiola. © Carol Santos
Jaume Guardiola (Barcelona, 1957) se despide de su última reunión del Cercle d’Economia como presidente de una institución a la que entró cuando tan solo tenía 29 años. Pasada la vorágine de estos días, se pondrá a preparar un traspaso que se prevé más controlado que en la última ocasión, cuando se produjo el hecho insólito de tener que votar entre dos candidatos. Si no hay ningún giro de última hora, el relevo lo tomará Teresa García-Milá, una economista que se convertirá en la primera presidenta de una entidad con casi 70 años de historia.
El exbanquero ha visto como la OPA hostil del BBVA contra el Banco Sabadell ha invadido los corrillos de la 40 edición de la reunión, ahora que la situación política en Catalunya está mucho más calmada en comparación con otros años. La consulta pública sorpresa anunciada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el primer día de las jornadas se ha convertido en la principal protagonista. La reunión cierra las puertas un año más en Barcelona, después de despedirse de Sitges y ni acordarse de cuando se celebraba en la Costa Brava, a pesar de que esta vez se ha avanzando en el calendario, teniendo en cuenta la poca disponibilidad de su sede en los últimos años, el Palacio de Congresos de Catalunya, una muestra más de una temporada ferial cada vez más intensa en la ciudad y que deja menos agujeros disponibles.
— ¿Cómo han sido estos tres años al frente del Cercle d’Economia?
— Hemos vivido momentos de muchos cambios, pero los tiempos de ahora son así. A nosotros nos gusta levantar la mirada y reflexionar para tratar de ver las tendencias y poder influir. Representamos a la sociedad civil, con unos socios muy variados desde los orígenes, y tenemos un compromiso cívico de participar en el debate público para buscar el interés general. Somos una institución totalmente atípica, creo que no hay ninguna otra en el país que sea homologable. Esta mezcla es única y obliga al debate, a confrontar posiciones y a sacrificar las propias por un bien superior que es el acuerdo.
— Ponga un ejemplo.
— Cuando nos posicionamos sobre la amnistía, tuvimos mucho debate interno y, luego, se generaron reacciones de todo tipo, los que estaban de acuerdo y los que no. Nos leyeron mucho en Madrid y esto siempre nos importa. Somos una institución que está en Barcelona y a quien le gusta que la centralidad de los debates esté aquí porque creemos en una España más federal y más periférica. Siempre decimos que nos escuchen en Madrid y que vengan. Nuestra opinión sobre la amnistía abrió ojos y, quizás, sin nosotros no hubiera pasado. Desde un punto de vista global, ha sido muy importante la reflexión europea existencial. Europa es un tema trascendental para la historia del Cercle. La llegada de la segunda administración Trump nos ha hecho ponernos ante el espejo y acelerar esta necesidad de ponerse en marcha si queremos ser un jugador global.
— En esta Europa en transición, ¿qué papel juega Barcelona?
— Si uno coge a Europa, Catalunya es bastante representativa de lo que es. Está presente en todos los sectores económicos (primario, industrial y servicios). Es una economía abierta, probablemente, es una de las regiones europeas que más lo es. Tiene ciencia de primer nivel, con universidades y escuelas de negocio muy bien posicionadas, también centros de investigación, el superordenador y el sincrotrón. El presidente del Consejo de Europa, António Costa, no solo ha participado en la reunión del Cercle, sino que también ha ido a la Seat, el BSC y el Sincrotrón Alba. Ha quedado impresionado de todos los activos que hay. Catalunya ha sido siempre una región motor y líder. Como ha dicho Costa, se la ve realmente como una pieza de Europa.
— Pero…
— También tenemos los mismos defectos que Europa. Compartimos con las capitales europeas el problema de la vivienda. Han venido los alcaldes de Roma y París. Es un problema muy grave y que afecta a todo, la demografía, la cohesión social, la productividad, la competitividad… También nos cuesta mucho convertir la ciencia en innovación. Quizás el único sector que lo ha conseguido es el mundo de la salud. Sin embargo, en el mundo industrial, nos cuesta hacer una apuesta fuerte por la innovación. Con un tejido de empresas como las catalanas, que no son muy grandes, hay que ayudarlas y fomentar la colaboración. Hay empresas que tienen capacidad de hacer innovación utilizando la ciencia que generan los centros de investigación, pero les cuesta asumir solas todos los riesgos. Hemos hecho un esfuerzo público muy dirigido a la investigación, que ha sido muy exitoso y lo tenemos que conservar, pero tenemos que hacer también un esfuerzo dirigido a la innovación.
— Sin ningún tipo de duda, la reunión de este año ha estado marcada por la OPA hostil del BBVA contra el Banco Sabadell. ¿Qué opina el Cercle?
— El Cercle no se ha pronunciado sobre la OPA porque no tiene representatividad empresarial. Yo, personalmente, sí que lo he hecho. Creo que la resolución de competencia no recoge un elemento central. Se ha hecho con una metodología de banca minorista y se han hecho remedies para solucionar estos problemas de concentración. Pero, en mi opinión, el riesgo relevante se encuentra en la financiación empresarial. De hecho, solo hay cuatro bancos con una oferta completa en banca de empresas. Pasar de cuatro a tres… puede acabar ahogando el crédito en un momento de tensión de la liquidez. Y creo que esto no se ha valorado bien.
— Ha trabajado en las dos entidades, primero en el BBVA y, en la última etapa, como consejero delegado del Banco Sabadell (2007-2020). ¿Cómo lo está viviendo?
— Evidentemente, ahora tengo un vínculo mayor con el Sabadell porque los directivos que están al frente estuvieron conmigo. Por otro lado, en un momento tan exitoso para el banco, después de haber sufrido tanto como lo ha hecho y cuando se están dando unos resultados tan extraordinarios, me sabe muy mal que este proyecto pueda tener este final. Teniendo este vínculo con las dos instituciones, cuando hablo de la competencia, diría lo mismo tanto si hablara de una fusión entre el BBVA y CaixaBank como entre el Santander y el BBVA. A mí me preocupa que desaparezca del mercado esta oferta para la banca de empresas.
— Con el BBVA dirigió el antiguo Bancomer, en México. Este mercado, precisamente, se señala como una de las debilidades para convencer a los accionistas del Sabadell con el nuevo escenario Trump.
— Cuando alguien invierte en el Sabadell es porque le gusta su portfolio, como, también, cuando lo hace en el BBVA, es porque le gusta que tenga presencia en España, México y Turquía. Si se producen fusiones, estás cambiando un poco el escenario para el inversor. El inversor puede decir, “ya decidiré yo, déjame diversificar a mí, no me hagas tú la diversificación”. Ahora bien, creo que, a corto plazo, efectivamente, México sufrirá. Pero, a la larga, la correlación entre el PIB mexicano y el índice industrial estadounidense es altísima. Una parte muy importante de la competitividad de las empresas americanas depende de tener instalaciones productivas en México y esto es un entramado muy complejo y es muy difícil desmontarlo. Esto acabará volviendo a la normalidad porque México tiene muchos assets para que las cosas le vayan bien.
— ¿Por lo tanto?
— En el corto plazo sí que puede ser un elemento que presione un poco para que los accionistas del Sabadell no tengan interés en la operación. Pero, me parece un poco prematuro hablar de todo esto. Hay que esperar a ver cómo se resuelve la consulta pública y la posición del Gobierno, y, después, si se produce la OPA, ya hablaremos.
— ¿Participará el Cercle en la consulta pública que ha abierto el Gobierno?
— Tenemos que ver cómo funciona. Se quieren identificar razones alrededor del concepto del interés general. Es una reflexión un poco diferente a la que hemos tenido hasta ahora, que se centraba más en la competencia. Efectivamente, ahora con este concepto, nos obligará a pensar.
— Pasadas las jornadas se acerca su despedida de la presidencia en el Cercle. ¿Qué hará después?
— Acaba mi etapa al Cercle y, en unos meses, también acabará mi presidencia en el patronato de Esade. Mi trabajo como presidente no tiene nada comparable con ser ejecutivo como lo era hace unos años. Por lo tanto, mi bajada de la actividad ya se ha producido.
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