Angostura

Colmados

La palabra te lo dice: “Colmado”. Repleto. Lleno de viandas. Pero de pequeña, cuando me decían: “ves al colmado”, no caía en que la palabra significaba eso, del mismo modo que no caía en el hecho de que “ultramarinos” quiere decir que los productos son de ultramar.

Empezamos el diciembre más extraño de nuestra vida y, tal vez por eso, los escaparates de los colmados están más llenos de luz que nunca. Para que recuperemos, un poco, la ilusión cotidiana de comprar. Veo cada día el mismo colmado, cuando me bajo del tren en la estación de Provenza. Me llevaría a casa el escaparate entero. Tarros de melocotones en conserva que no abriría nunca, latas de atún y todo tipo de encurtidos. Jamones envueltos en papel de regalo, salchichones con lacitos rojos, latas de patatas fritas, botellas de vino. Cualquiera de estos productos fuera del escaparate no tendría demasiada gracia. Es el escaparate lo que los hace especiales.

Y luego está el ritual. Esperar turno, porque en un colmado no coges las cosas; las pides y te las “ponen”. De hecho, el tendero pregunta siempre así: “¿Qué le pongo?”. Tú tienes que pedir, y los que esperan (ahora en la calle, por causa de la pandemia) oyen todo lo que pides. A mí, me gusta mucho oír lo que compran los demás y las explicaciones que dan. “¿Catalana? ¿Así va bien?” “No, no, más finita, que es para mi nieto”. Se tiene que contar siempre para quién es el producto comprado. Para el marido, para el nieto, para el gato…

A veces, si tengo mucha suerte, veo hacer algo que sé que no falta mucho para que desaparezca para siempre. Hay señoras adorables que cuando piden según qué pedazo de carne, se tocan su parte del cuerpo equivalente. Si dicen “póngame hígado” se tocan el hígado. Si dicen “póngame muslo”, se tocan el muslo. Y para pedir que les corten un pollo a cuartos, hacen ver que se cortan ellas mismas, haciendo tijera con los dedos. No se dan cuenta. Pero lo hacen. Del mismo modo que, misteriosamente, cuando piden jamón dulce “delgadito, que se rompa”, se frotan una mano con la otra, como si fueran ellas las que lo han de cortar. Como si en realidad todavía jugaran a tiendas.

Compartir
Publicado por
Empar Moliner

Artículos recientes

  • Ecosistema emprendedor

Ysios invierte en Memo Therapeutics ampliando una ronda hasta 46 millones

La compañía suiza está especializada en el desarrollo de anticuerpos para combatir enfermedades virales para…

7 de mayo de 2024
  • Good News Barcelona

El recinto ferial de Montjuïc empieza su transformación con una inversión de 290 millones

El histórico complejo busca despachos de arquitectura de todo el mundo para construir un nuevo…

7 de mayo de 2024
  • Good News Barcelona

Catalunya avanza como polo de salud digital con una facturación de 592 millones, un 35% más

El sector cuenta con 331 empresas que dan empleo a más de 4.800 personas, un…

7 de mayo de 2024
  • Banda Muntanya

“Barcelona Local”

No es ninguna asociación o movimiento oficial, sino un sentimiento que me temo que irá…

7 de mayo de 2024
  • Ecosistema emprendedor

Routal cierra una ronda de un millón para avanzar en la optimización de rutas

Los fondos H Capital y EIT Innoenergy han participado en la operación, mediante la que…

6 de mayo de 2024
  • Good News Barcelona

La Casa Tosquella preservará sus joyas modernistas para revivir como casal de personas mayores

Los arquitectos reivindican que el controvertido acceso por Mitre será de grandes dimensiones precisamente para…

5 de mayo de 2024