Opinión

Señor, llévame pronto

El festival DocsBarcelona de este año se adentra en el tema de la fragilidad de Europa con una programación de primera división

Hace décadas, cuando uno quería parecer cultureta y renegar de la telebasura, solía afirmar la conocida frase de “yo sólo veo documentales de La 2”. Servidor siempre ha sido un gran amante de ambos extremos y disfruté muchas noches de insomnio admirando como Coto Matamoros, visiblemente enfarlopado, insultaba a la periodista Carmen Hornillos en aquella obra maestra del teatro llamada Crónicas Marcianas. A su vez, me entusiasmaba pasarme tardes zampándome hasta el último documental del canal más alternativo de Televisión Española, ya fuera centrado en la sufridísima vida de la gacela de Thompson en los prados de África Septentrional o uno de los muchos filmes dedicados al holocausto nazi y sus atrocidades morales. Con el tiempo, el género documental se ha incrustado a mi gusto de una forma casi drogadicta y resulta fácil poner de manifiesto cómo, año tras año, supera la gran mayoría de filmes de ficción, por independientes que sean.

Señor, llévame pronto es una espléndida película sobre la vida de Carmen, una anciana de 86 años y fatigada de una vida rebosante de guerras y de sustos, que decide suicidarse

En este punto he pensado especialmente durante el presente curso fílmico, cuando me he visto obligado a tragarme bodrios de pelis insufribles como Cónclave y Emilia Pérez, productos con algunos aciertos de diseño y producción, pero con guionistas semiwokes que deberíamos enviar a galeras. En cambio podría hablaros de decenas de excelentes documentales, lo que viene a cuento para celebrar la edición de este año del DocsBarcelona (se acaba el domingo, todavía tenéis tiempo), un festival íntegramente dedicado al género que resulta un auténtico bálsamo. Este año los responsables del festival han afirmado que su leitmotiv sería la crisis y la fragilidad de Europa (lo cual queda más que patente en docus explícitamente políticos como Riefenstahl, Rabbit à la Berlin, Facing War, Mr. Nobody against Putin y etc.); pero diría que los filmes más relevantes son aquellos que versan sobre los efectos filosóficos, sociales y también emocionales de esa caída en la gente más corriente imaginable.

Es en este sentido que he disfrutado especialmente películas como A 9-Month Contract (Ketevan Vashagashvili), The Dialogue Police (Susanna Edwards), Only on Earth (Robin Petré) y, por encima de todas, el sorprendente documental Señor, llévame pronto de Guillermo F. ​​Flórez; ésta es una espléndida película sobre la vida de Carmen, una anciana de ochenta y seis años, fatigada de una vida rebosante de guerras y de sustos, que decide suicidarse.

El cineasta la sigue durante sus últimos meses —ella misma ha dictado la sentencia de su propia muerte el día 12 de octubre, justo cuando se ordenó monja—, y así conocemos su paso por el estamento eclesial, su posterior matrimonio, divorcio y vida sexual desenfrenada pero, sobre todo, la escuchamos reflexionar sobre por qué quiere poner fin a su camino con una mezcla inquietante de chotería y serenidad intelectual. Nos cuenta que está bien, no tiene ninguna enfermedad grave, pero que ya ha vivido lo suficiente.

En todo este proceso hasta el día de su suicidio (podríamos hacer paralelismos de saltimbanqui entre la muerte de Carmen y el traspaso de Europa, y no serían nada banales), el cineasta F. Flórez acompaña a su protagonista, la escucha sin juzgarla y busca entenderla hasta su última noche de existencia. Resulta magnífico ver cómo esta histriónica desconocida prepara su muerte como un rito de afirmación personal; esto va de la elección del veneno con el que la quiere palmar, hasta cómo se deshace de sus muebles para regalarlos a los amigos, y va quemando lentamente su intransferible producción documental (fotografías, dietarios y cintas de vídeo o de casete que ya nadie verá ni escuchará). Todo esto, es preciso insistir, es visto clínicamente por un cineasta que no nos machaca para emocionarnos en exceso, sino que tiene la delicadeza de dejar vía libre al pensamiento.

Insisto en que habría que religar documentales como éste al tema de la media-muerte de Europa y de todas aquellas certezas políticas y vitales que el viejo continente nos había garantizado. Todo esto está desapareciendo de repente, quién sabe si —para nosotros— traumáticamente o de forma socarrona, que es como Carmen de Guillermo F. ​​Flórez decide pirarse de la vida. Una obra bellísima, de algo más de una hora, que vale mucho más que todas las mierdas de Hollywood de este año tan insufrible de tanta propaganda visual.

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Publicado por
Bernat Dedéu

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