Revisitando a Cassavetes

Iván Morales (director) y Pol Fernández (actor) llevan al cine dos secuencias de John Cassavetes. En el camino: un equipo de casi 30 personas, puertas que se abren, la intensidad, y el descubrimiento -o la constatación- de que el padre del cine independiente americano era, sobre todo, un optimista nato

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os reunimos en un bar pequeño de una calle pequeña. Afuera la lluvia. A la mesa: el director, escritor y pedagogo Iván Morales, el actor Pol Fernández y una servidora. Ambos se embarcaron hace un año, junto a Toni Rey –director de fotografía-, en una aventura cinematográfica que finaliza muy pronto con el estreno de dos secuencias inolvidables de Minnie and Moskovitz y Faces.

Marta: Habladme del germen de este proyecto.

Iván Morales– Esto es una cosa que nace de un lugar en el fondo muy prosaico, que es que estábamos haciendo un curso a partir de escenas de Cassavetes… porque a mi Cassavetes como director, como espectador, como escritor, me ha significado siempre un faro muy grande, un camino a seguir. Siempre me ha parecido un gran referente de libertad creativa, de cómo el acto creativo y artístico va de la mano de la vida, y cómo realmente evolucionar en tu vida y evolucionar en tu arte va junto. (…) Mi madre me descubrió a Cassavetes, y luego como director flipé, y como pedagogo realmente el material de sus guiones es fantástico para trabajar con actores que quieran investigar.

Pol Fernández– Yo no conocía a Cassavetes. Lo descubrí leyendo un guión el primer día en clase con Iván. Fue una aproximación, una entrada a él desde otro lugar. Una de las cosas que decía el curso es que se haría una muestra de las escenas trabajadas y que quizás se rodarían. El tiempo fue pasando, el curso fue de puta madre, pero como en todos los cursos, algunas cosas salen y otras no… y al final hicimos una muestra y pensé que molaría mucho rodarlo.

IM – Y este señor se lió la manta a la cabeza y lo levantamos.

Pol Fernández: “La vida puede ser una mierda, no la vamos a camuflar, no vamos a mentirnos, en tanto que es una mierda; lo que pasa que estamos vivos, y eso hay que dignificarlo, sea como sea, estemos donde estemos y pase lo que pase.”

M- Esto que habéis hecho ¿es un remake, es una reinterpretación, es un homenaje?

IM– Es un homenaje y es una revisitación de su universo a través de nuestro propio presente. He hecho revisitaciones de otra gente, de Rohmer… y luego dirijo textos de otra gente. Pero esto es más una revisitación en el sentido de que el propio texto ha sido manipulado.

PF– Sí. Al final la esencia está, en tanto que son esas situaciones. Pero para mí, visto desde un lugar como actor, era muy tocho y muy bonito lo que se estaba gestando. Fue pasar del cine al teatro, y luego pasar lo que hicimos en teatro, al cine. De una cosa se creó otra cosa, y de esa otra cosa, otra nueva. Y es volver al maestro. Pero no desde el “vamos a emular a Cassavetes”, sino desde el trabajo que hicimos.

IM– Cuando haces un texto ajeno, hay que encontrar el núcleo genuino de lo que esa historia te quiere contar y, a partir de ahí, una vez encuentras eso, puedes traicionar todo lo que quieras.

M- Pero, igual el núcleo para ti es uno y para otro es otro ¿no?

IM– Por supuesto, así debe ser. En el diálogo que estableces con la obra tú eres un ser concreto con tus circunstancias y tu mirada… como en cualquier relación. Lo equiparo a cualquier relación. Con las personas es así. O sea, la verdad de cada persona es suya, pero cuando tú dialogas con esa persona, la que lees es la que tú lees, y tú te esfuerzas porque sea la más veraz y la más honesta; pero tú lees desde tu lugar, y en ese lugar de encuentro de las dos personas o de un equipo y un material, se hace una lectura concreta. Aquí cambiamos el género de algún personaje y cambiamos la situación histórica.

M- El trabajo de los actores en las escenas de Cassavetes es potente ¿no?

IM– Absolutamente.

PF– Es heavy, y hablaríamos ya de lo que es peligroso en interpretación, de dónde se mete cada uno y dónde no. Sí que es verdad que requiere de una confianza absoluta en lo que está pasando y una entrega total. Lo que decíamos a veces… son situaciones de vida o muerte en el buen sentido, vas a cuchillo. Y no hablo de una gran acción o una gran violencia sino de estados emocionales; al menos en lo que  hemos grabado, son situaciones bastante límite.

IM– Y también lo hemos rodado muy en guerrilla, con un equipo buenísimo y un material humano fantástico, pero muy en guerrilla y con los accidentes de la guerrilla, e intentando usar todo eso a favor de la situación límite de los personajes.

Iván Morales: “Él abría la puerta de la cotidianeidad. Son personajes que buscan su felicidad de una manera desesperada a veces y que se encuentran con condicionantes sociales que no se lo permiten, con cómo vencer de alguna manera esos condicionantes para acabar viviendo lo más puro, que es el amor.”

M- ¿Cassavetes habla siempre de la parte jodida de la vida?

IM– Sí, porque para él la vida lo es todo, es lo jodido y lo no jodido. Sí que le interesa mucho ver al ser humano. Para mi Cassavetes es una evolución post Charles Manson, post Vietnam, de Frank Capra.

PF– Sería como quitar el maquillaje de Hollywood y ser más crudo en este sentido.

IM– Y que Capra respondía a otro momento histórico. Cassavetes responde a un momento histórico en el que no hay evasión posible a la crudeza de la vida. Cassavetes lleva al cine el testigo de la beat generation, intenta trabajar en Holywood como director pero la lía parda haciendo A child is waiting, que es su intento de cine comercial. (…) O sea, pertenece a un momento histórico que es previo justo a la revolución… bueno de hecho es el padrino de la revolución cinematográfica que viene luego con Scorsese y con Dennis Hopper y  Coppola y tal. Es el precursor de esto, el que demuestra que el cine en EEUU puede ser una cosa que sea un espejo de una generación compleja (…).

 

O sea, es fruto de ese momento, y su cine responde a esa crudeza, pero él en el fondo es un romántico. Cree en el ser humano, cree en unas estructuras sociales concretas, y sencillamente su cine explica cómo el ser humano muchas veces lucha contra la infelicidad que le producen las convenciones sociales en las que nos vemos obligados a jugar. Y luego encima, al final, siempre da esperanza a sus personajes.

M- Y tocan el límite

IM– Tocan el límite, pero más a nivel emocional. Cassavetes pensaba en las personas.

M- Él era un autor, tenía una voz propia. Definidme su voz:

IM– La esperanza en el ser humano, el valor de ser realmente honesto y llegar hasta el final, la lealtad a la tribu. Todas sus películas son home movies, un cine familiar en el sentido literal. ¡Cosas de casa!

Fotograma de la película basada en la obra de Cassavetes, del director Iván Morales.

M- ¡Cotidianeidad!

IM– Sí, pero él abría la puerta de la cotidianeidad. Son personajes que buscan su felicidad de una manera desesperada a veces y que se encuentran con condicionantes sociales que no se lo permiten, con cómo vencer de alguna manera esos condicionantes para acabar viviendo lo más puro, que es el amor.

PF– Sí, porque yo confirmo esa voz que describe Iván. Yo añadiría la palabra “dignidad”. Porque es muy importante. Porque al final, al menos en estas escenas, es algo con lo que yo he conectado mucho. Es decir, la vida puede ser una mierda, no la vamos a camuflar, no vamos a mentirnos, en tanto que es una mierda; lo que pasa que estamos vivos, y eso hay que dignificarlo, sea como sea, estemos donde estemos y pase lo que pase. Creo que son personajes con los que hasta sus últimas consecuencias vamos a dignificarnos. Por eso no dejan de luchar y son como héroes.

* Las dos secuencias, coproducidas por Todo por el punk, Los Montoya y Toni Rey,  se rodaron en Barcelona hace un año, han sido realizadas por un equipo de unas 30 personas, y se estrenaran muy pronto en el cine Zumzeig de Barcelona.