Ecosistema emprendedor

El restaurante Maldita Barra se reinventa para impulsar a artistas y emprendedoras

Para celebrar su primer aniversario, el espacio gastronómico busca ampliar el número y variedad de eventos e inaugurar 'Maldita Gallery', una nueva área del restaurante que pueda servir de trampolín para creadoras emergentes

El primero año suele ser uno de los momentos más difíciles para cualquier emprendedor, un período en el que, pese a la ilusión por iniciar un nuevo proyecto, la incertidumbre y los miedos muchas veces acaban ganando terreno. Sin embargo, en su primer año de actividad a la fundadora del espacio gastronómico Maldita Barra, la joven Ana de Espona, no solo ha conseguido superar con creces esa incertidumbre, consolidándose como uno de los locales de moda en el Eixample —tanto para tomar un café, vino o dejarse seducir por uno de los platos que ofrece su cocina ininterrumpida—, sino que, además, reinventándose para que la cocina se fusione con el arte y otros proyectos de jóvenes emprendedoras.

“Mi objetivo es que el espacio se convierta no solo en un punto de encuentro gastronómico, sino que también logre apoyar e impulsar la carrera de mujeres jóvenes que, como yo, decidan lanzarse a esta aventura”, defiende la joven emprendedora, que inauguró el local con tan solo 22 años. En realidad, su espíritu innovador venía de mucho antes, y desde que estaba en el colegio tenía claro que, aunque no sabía qué quería estudiar, sí sabía que, en un futuro, querría iniciar su propio proyecto.

Pero no fue hasta el último año de la carrera de Administración y Dirección de Empresas cuando de Espona lo tuvo claro: reformaría el espacio que hoy acoge Maldita Barra, y que adquirió su familia en los años 90, para abrir una espacio gastronómico. Así, sin haber terminado la carrera y con un billete rumbo a Hong Kong para realizar su Erasmus, Ana empezó con los planes para dar vida a este local, combinando las clases con reuniones a miles de kilómetros de distancia para ver cómo tomaba forma su proyecto. Fue a su vuelta de esta ciudad china, inspirada por los locales que allí había visto y que mezclaban estilos y respiraban modernidad, cuando el proyecto de Maldita Barra acabó de idearse.

Para la propuesta gastronómica Ana, que pese a que no tenía experiencia en el sector sí que era una apasionada de buscar productores locales, inspiración y referencias, decidió contar con la ayuda de los chefs Jordi Limón y Martín Bradó de la taberna Mam del Bo (Sant Llorenç d’Hortons, Gelida). Inspirada en la cocina de Ottolenghi y los sabores de Oriente Medio, en la carta se pueden encontrar una gran variedad de platos: desde la tan de moda tostada de aguacate o su icónico croissant de pistacho, hasta una focaccia de mortadela y burrata o noodles con langostinos crujientes y miso.

De hecho, una de las insignias del local es su cocina ininterrumpida, que brinda la posibilidad de pedirse opciones de brunch en cualquier momento del día, y contar con platos en carta tan variados como un salmón a la brasa o una milanesa de ternera al lado de Shakshuka. Una variedad y flexibilidad que permiten que haya clientes que acuden a este espacio a teletrabajar a la vez que un gran grupo está cenando, y que entre sus comensales habituales se encuentren desde vecinos de todas las edades, empresarios de la zona o expats trabajando. “Tenía muy claro que quería un espacio abierto y polivalente”, asegura su fundadora.

Pocos cambios ha sufrido la carta desde que se inauguró el espacio, que también cuenta con una amplia oferta de vinos a copas. De cara a los próximos meses, su fundadora reconoce que, aunque mayoritariamente se mantendrá invariable, desea empezar a trabajar con más productos de temporada y de proximidad. De hecho, su visible inquietud la ha llevado a trabajar con diferentes productores locales que ha ido conociendo, desde bodegas hasta bebidas como la kombucha e incluso propuestas sorprendentes, como la bebida vegeta de guisante, que de Espona, a quien no le da miedo innovar, se plantea introducir ahora en la carta.

La cocina de Maldita Barra abre de forma ininterrumpida durante seis días a la semana.

Además de la flexibilidad y la cocina ininterrumpida, otro de los emblemas de Maldita Barra es “all the things we love”. Un lema que su fundadora se ha tomado al pie de la letra, y su carácter, gustos y aficiones se pueden ver no solo en los platos de la carta sino también en cada esquina del local: desde los libros o discos que llenan sus estanterías, hasta los cuadros que decoran el restaurante, de artistas emergentes como Marta Carraté. Es precisamente este impulso a las artistas emergentes el enfoque que la fundadora, que además cuenta actualmente con un equipo de 18 personas, quiere reforzar y ampliar, logrando que el espacio se convierta en un escaparate de arte y de proyectos innovadores liderados por jóvenes emprendedoras como ella.

Maldita Barra abrió hace un año en calle Rosselló.

El espacio, de hecho, ya se encuentra dividido entre dos zonas diferenciadas: el restaurante y un reservado que permite todo tipo de eventos, desde conciertos, clases de yoga en colaboración con el centro Frizzant o una pop-up de los bikinis de Lia Swimwear, e incluso presentaciones de libros como el de la influencer Gigi Vives. En este espacio reservado el objetivo es inaugurar Maldita Gallery, una zona que pueda servir como una galería para acoger a todo tipo de proyectos artísticas, con un especial enfoque en las jóvenes creadoras pero abierta a todo tipo de artistas, y en el que también puedan tener lugar eventos especiales como cenas temáticas con los creadores. “El objetivo ofrecer una experiencia 360 grados, que entre por todos los sentidos, desde la música, a los olores, la comida y también el arte y, a su vez, pueda ayudar a difundir los nombres y la obra de artistas”, resume Ana de Espona.

Ofreciendo el local a todas estas artistas y emprendedoras para exponer sus proyectos —desde marcas de moda u otros productos que quieran promocionar—, el objetivo es también el de crear una comunidad y un ecosistema para apoyar a la emprendeduría femenina, que todavía está muy por debajo de las cifras masculinas. Así, “la comida puede ser un vehículo potente para crear algo más grande, consiguiendo crear una comunidad que comparta valores y visión”.

Maldita Barra quiere ampliar el número y variedad de eventos que acoge, como este de yoga con Frizzant.
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Publicado por
Ainara Valadez Medina

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