La exposición hace un recorrido efectista por la historia de Marte. ©X.C.
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No es por no ir a Marte, pero ir por ir… Me quedo en Barcelona

El CCCB abre una espectacular exposición sobre el planeta rojo, de rabiosa actualidad tras la llegada del último róver de la NASA

Marte fascina. Como muestra, la expectación que ha generado la llegada al planeta rojo del róver Perseverance, la última de las ya más de 60 misiones enviadas desde la década de 1960. Y no será la última. Su trabajo es buscar pruebas de que en algún momento hubo vida y preparar el camino a una futura expedición tripulada que establezca una base habitada y permanente. Barcelona también se ha unido a esta fascinación marciana con una espectacular exposición en el CCCB que vale la pena visitar con calma, incluso varias veces. Hasta la directora del centro cultural, Judith Carrera, bromeó en el acto de presentación de la muestra con la campaña gratuita e impagable que les ha hecho la NASA y el Perseverance. Y no es para menos, pues todo apunta que Mart. El mirall vermell (hasta el 11 de julio) será una de las grandes citas del año en la agenda cultural.

La exposición hace un recorrido efectista por la historia de Marte, desde la mitología a las últimas misiones espaciales, sin olvidar un repaso a los proyectos de convertir el planeta en habitable. Por eso, es también una muestra para la reflexión sobre el futuro de la humanidad. Para algunos, Marte puede ser nuestro refugio cuando por fin consigamos hacer imposible la vida en la Tierra.

Se da por hecho que hace millones de años Marte tuvo agua en abundancia, por lo que hay probabilidades de que hubiera vida. Con ella o sin, lo cierto es que, desde su descubrimiento, el planeta rojo y la Tierra han tendido lazos, una especie de hermandad que se ha plasmado como dios romano de la guerra y más tarde en el cine, y la literatura, y hasta aplicamos el gentilicio marciano a los alienígenas en general. Una parte de la exposición rinde homenaje también a los autores que se han inspirado en Marte para sus obras, como Edgar Rice Burroughs, padre de Tarzán, H. G. Wells y el grandísimo Ray Bradbury y sus magníficas Crónicas marcianas, entre otros.

La exposición Mart. El mirall vermell, en el CCCB. ©X.C.

No pongo en absoluto en duda de que haya existido alguna vez vida en Marte ni que exista o haya existido en otros sistemas solares y galaxias, sobre todo después de que el físico teórico de Harvard Avi Loeb haya afirmado categóricamente que el objeto interestelar bautizado como Oumuamua, que cruzó nuestro sistema solar en 2017, es en realidad un artefacto procedente de una civilización extraterrestre. Otra cosa es aceptar que nos tenemos que ir a vivir a Marte. Mientras que no se demuestre que es posible una terraformación y otras comodidades, los primeros que vayan allí en el futuro y muchos que les sigan tendrán que vivir en un planeta extremadamente inhóspito y peligroso y refugiarse en construcciones prefabricadas que les protejan de las radiaciones y una atmósfera tóxica y sin oxígeno. Vaya, que salir a dar un paseo y ponerse el traje espacial va a ser un coñazo, y volver a casa, otro.

Y eso sin contar lo que nos va a costar la cosa. Uno piensa que quizá sería mejor invertir toda esa fortuna en hacer los habitáculos de un futuro marciano aquí mismo en la Tierra si es que finalmente el cambio climático hace imposible que vivamos en la superficie. Porque yo no me quiero mover de Barcelona. A pesar de todo lo que podamos quejarnos, Barcelona es una ciudad magnífica para vivir aunque algunos a menudo nos lo pongan difícil. En todo caso, que se vayan ellos a Marte.

La muestra dedicada al planeta rojo puede visitarse hasta mediados de julio. ©X.C.

Como diría José Mota, no es por no ir, pero ir por ir es tontería. Y es que si seguimos enviando robots a este ritmo para que al final sean chatarra, el planeta acabará como una especie de vertedero. De tecnología punta, eso sí, pero basura en definitiva. En la exposición se muestra una inquietante fotografía de la superficie marciana con unos restos plásticos desprendidos de alguno de nuestros artefactos allí tirados. Impresionante, ya contaminamos antes de llegar.

Dicho lo dicho, admito que también me fascina Marte. Incluso guardo notas que algún día se podrían convertir en una novela policiaca ambientada allí. Pero como ir de fin de semana aún va para largo, insisto en quedarme en Barcelona y de vez en cuando visitar la exposición del CCCB. No se la pierdan.