Hors Lits: una peregrinación teatral por amor al arte

20.40h de un sábado cualquiera. Veinticinco personas se reúnen junto a Pilar Pàmpols, que lleva un cartel con una cama dibujada y donde se lee “Hors Lits”. Se encuentran en el centro de la ciudad de Lleida, pero el ambiente respira clandestinidad. Antes de empezar, Pilar desvela el misterio: “veremos un itinerario por cuatro espectáculos artísticos que tienen lugar en cuatro pisos de la ciudad” y va pasando lista.

A las nueve en punto comienza la peregrinación por las calles del barrio de Balàfia. Primera parada: la casa de Sílvia, un piso ubicado en la quinta planta de un edificio antiguo de la calle Pi i Margall. Hay quien opta por el ascensor, pero la mayoría sube a pie. Una vez dentro de la vivienda, el público se va distribuyendo, como puede, por las sillas, sofás y cojines que hay en el comedor, más bien estrecho para tanta gente, pero con un calor innegable. En este ambiente casero comienza el espectáculo “In-fidelitats” de Quarta Paret, una compañía joven surgida del Aula de Teatre de Lleida. El público intercambia unas primeras miradas divertidas y de sorpresa para pasar después a centrar su atención en el vodevil.

Cuatro actos artísticos, cuatro pisos y un público que se mueve. Ésta es la base de la red internacional Hors Lits, que tiene su origen en Montpellier. Barcelona fue pionera en implantar este tipo de espectáculo artístico itinerante en Cataluña ya hace más de 7 años y se han ido añadiendo otras ciudades catalanas como Mollet del Vallés, Vilafranca, Vila-Seca, Lleida, y Vilassar de Mar que se estrenó este año. En Lleida los organizadores son Pilar, Àngel y Nico. Los tres entraron en contacto con Hors Lits a través del Elodie, una de las impulsoras de la asociación barcelonesa Colectivo suelto, que comenzó a organizar espectáculos domésticos en 2010.

Hors Lits sale a la calle con el buen tiempo, en primavera y otoño. En Lleida hacen un recorrido doble: dos días con dos rutas por noche y un máximo de 200 personas de público. “Es la cuarta edición que hacemos y estamos abrumados por la aceptación que está teniendo”, explica Àngel que, esta vez, también cede su comedor para acoger el espectáculo “Hay demasiadas flores” de Fholia Teatre.

Eréndira y Paola forman parte de esta compañía barcelonesa de teatro experimental. “Para nosotros es una experiencia muy gratificante porque permite abrirnos a otros tipos de espacios, fuera de las salas tradicionales donde siempre hemos trabajado, y también trabajamos con otras herramientas, como la improvisación y el contacto directo con el público que dan mucho juego y que en un teatro no serían posibles”, añade Paola. Para ellas también ha sido una vía para hacer nuevas amistades en el mundo artístico, ya que las actrices conviven unos días con los anfitriones, al tiempo que apuestan por formatos alternativos que enriquecen su bagaje profesional.

Por la otra parte, el formato también funciona. “Hemos abierto las puertas de nuestra casa voluntariamente y tenemos a las artistas durmiendo en el sofá de casa que es su cama estos días y que, al mismo tiempo, forma parte del escenario improvisado”, explica Àngel.

El paseo de una vivienda a la siguiente forma parte también de la función: los asistentes comparten sensaciones y puntos de vista, mientras la expectativa va in crescendo, pasando en un momento de un formato y de una historia, a otra de bien diferente. La tercera etapa del recorrido se sitúa a diez minutos a pie del piso de Àngel y Nico. Sólo entrar, una chica invita a un vermú a los asistentes. La pieza teatral ya está en marcha, pero el público todavía no lo sabe. Al cabo de unos minutos, los dos protagonistas de “Va ser llavors quan t’ho vaig dir” (Fue entonces cuando te lo dije), de la compañía leridana Vermut Teatre, comienzan a recordar su amistad a través del tiempo mientras el público descubre un secreto inesperado…

Después del drama, el peregrinaje urbano acaba en casa de Olaf. Se trata de una planta baja en uno de los callejones antiguos del barrio, con un gran comedor que permite a las bailarinas de la compañía barcelonesa “Tan lluny” poder poner en escena el texto de Gemma Almagro y la coreografía de “Tot està bé” (Todo está bien). El director, Artur Villalba, reconoce “que es un ejercicio intensísimo tanto para los intérpretes como para el público, y que la proximidad hace que se establezca una relación más fuerte”.

Una vez terminados los espectáculos, de géneros muy variados, los cuatro grupos se reúnen en un bar del barrio para poner en común la experiencia y poder conversar con los artistas. El ambiente es amigable, podríamos decir que incluso familiar. La gente se presenta, intercambia sus números de teléfono y transmite sensaciones. Cada uno puede compartir lo que ha vivido. “Ir a ver teatro en casa de la gente es tentador: entras en su comedor o sala de estar, te sientas en el suelo o en alguna silla, si tienes suerte, y durante menos de media hora te adentras en una representación de la que no sabes nada. Atrezo mínimo y escenografía escasa. O sea que son los actores y las actrices que se lo juegan todo. No todas las obras te llegan igual ni te gustan de la misma manera. Pero la propuesta en conjunto vale la pena” resume Judit, una de las participantes, sobre su experiencia.

Replanteamiento de la forma artística

La expresión “Hors Lits” continúa el concepto de un solo de danza sobre una cama que puso en escena Leonardo Montecchia, fundador y pieza fundamental de este colectivo de artistas. “Se trata de una especie de franquicia donde todos los organizadores lo hacen por amor al arte, sin cobrar nada, y se deben seguir las mismas normas en todas partes” asegura Pilar Pàmpols. “Empezó siendo poca cosa y con los años se ha hecho más grande de lo que esperábamos. Desde que lo hacemos en Lleida siempre ha quedado gente en lista de espera”, añade. A “Hors Lits” tienen cabida todas las artes escénicas (teatro, danza, música, artes plásticas y visuales escenificadas, poesía, etc.) Se priorizan los artistas locales y siempre se cuenta con invitados de fuera de la provincia. Los propietarios de los espacios, llamados anfitriones, ofrecen su casa gratis, los organizadores trabajan voluntariamente y los artistas participan sin remuneración. Eso sí, se pasa la gorra entre el público, y el dinero se distribuyen equitativamente entre los artistas.