TOMÀS CUSINÉ EN SU BODEGA DEL VILOSELL

Tomàs Cusiné, vinatero: “El mejor vino no existe, las posibilidades de mejora nunca se agotan”

El 'Cérvoles Blanc 2016', ha sido elegido el mejor vino catalán del 2018. Detrás está el empresario leridano Tomás Cusiné, que lidera 3 de las bodegas más relevantes de la DO Costers del Segre -Castell del Remei, Cérvoles, Tomás Cusiné- y uno de la DO Conca de Barberà: Cara Nord. Emprendedor inquieto, que llegó al mundo del vino casi sin querer, es plenamente consciente de que las empresas las hacen las personas y, en cualquier sector, como el del vino, la gente buena las hace subir y la gente mala las hace caer. Prefiere una buena crítica de un bodeguero antes que una buena crítica de un periodista

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 primera vista parece convencional. Pero detrás de esa imagen, se encuentra un enólogo, un empresario, propietario y gestor de uno de los imperios catalanes del vino. Tomàs Cusiné hace vinos a conciencia, muy meditados, que aspiran a llevar alegría y placer a mesas de medio mundo. Es responsable de 4 de las bodegas más influyentes de la DO Costers del Segre –Castell del Remei, Cérvoles, Tomàs Cusiné– y de la DO Conca de Barberà: Cara Nord. De aquel estudiante de empresariales que se divertía en Barcelona, ​​ahora queda un apasionado del vino y de la vida. Arraigado en medio de los viñedos, pero fugaz y emprendedor cuando la rutina se impone. Comenzó en este mundo casi por casualidad y ha decidido hacer de él su modus vivendi, con esfuerzo, talento y un buen equipo, en una búsqueda constante de la calidad y la diferenciación. Un vinatero que querría ser pequeño, pero que no renuncia a hacerse grande. Nos reunimos con él en su Vilosell Wine Hotell, un lugar que propone experiencias rurales y enológicas, para hablar de más de tres décadas de trayectoria a sus espaldas en un sector donde ha conseguido casi todo lo que se ha propuesto. Además, ahora, su vino ‘Cérvoles Blanc 2016’, ha sido elegido el mejor vino catalán del 2018.

¿Cómo empieza a relacionarse con el mundo del vino? Supongo que no era su prioridad cuando estudiaba…

No estudié para dedicarme a nada en particular… En el año 82, mi padre compró la finca Castell del Remei (Penelles, La Noguera) donde había unas bodegas ya decrépitas, pero no es hasta el año 85 cuando él decide invertir en esta bodega. Yo me encuentro justo en medio del fregado: en aquella época hacía de mecánico, de labrador, de todo un poco… y simplemente estaba allí al momento que pasaba esto.

Dedicarse al vino es un privilegio para todo el que se dedica. La diversidad de trabajos que haces durante el año es muy alta: tan pronto estás hablando con un periodista, como pisando la viña, llevando un tractor, degustando un buen vino o durmiendo en un buen hotel. Es un sector muy ecléctico y muy dinámico, con muchas posibilidades. En definitiva, es un proyecto de vida que no se puede deslocalizar. Cuando emprendes un proyecto de estas características no te puedes mover de allí donde plantas las raíces, de la viña.

En el mundo del vino, exportas o no eres nadie: en Castell del Remei empecé a exportar en 1991, exportábamos un 70 por ciento de lo que hacíamos

¿Fue autodidacta en su aprendizaje en el mundo del vino? ¿Qué importancia tienen los asesores que le rodean?

He tenido maestros, gente que ha trabajado conmigo y muchos asesores. Yo he aprendido a base de muchos años y de otras personas que me han ido acompañando a lo largo del camino. Las empresas las hacen las personas y en cualquier sector, como el del vino, la gente buena hace subir empresas y la gente mala las hace caer. En el caso del vino, es importante también la localización, la marca asociada al lugar y la marca personal. Es más difícil triunfar en una zona desconocida que en una de renombre. Construir una denominación de origen es una cuestión de país, ya que detrás está el territorio, la producción, la calidad de la uva y las administraciones.

¿Hay mucho ego ligado a la industria del vino? ¿Son determinantes las relaciones personales?

Sí y no. Quien realmente hace grandes vinos y los sabe vender, evidentemente está muy satisfecho y se lo cree. Es una condición humana. Dentro del mundo del vino son importantes todo tipo de relaciones: el reconocimiento por parte del sector es el más importante de los reconocimientos. Yo prefiero mucho más una buena crítica de un bodeguero antes que una buena crítica de un periodista.

¿Cuándo da el paso para exportar? Actualmente sus vinos llegan a 40 países de cinco continentes.

Exportas o no eres nadie. En el mundo del vino necesitas exportar y más en un lugar que no era conocido. En Castell del Remei empecé a exportar en 1991, exportábamos un 70 por ciento de lo que hacíamos. A partir del 92 subió muchísimo la exportación porque el mercado nacional no funcionaba. Ahora está de moda China como mercado emergente, pero nosotros ya hace 20 años que exportamos a Hong Kong y hemos ido trabajando. Este año sí que el gigante asiático es muy importante para nuestra producción de Castell del Remei, pero no para las demás bodegas.

Cataluña es una de las regiones que menos producto autóctono consume. Somos más catacaldos y lo queremos probar todo

¿En Cataluña se hacen muy buenos vinos, pero la gente consume el vino de casa?

Cada vez un poco más. De hecho, cuando salí al mercado con Castell del Remei, en Lleida costó mucho vender el producto. Los restauradores no estaban acostumbrados y no querían arriesgar. Crecimos mientras la DO Costers del Segre se iba construyendo y ayudó a la comercialización catalana. No obstante, Cataluña es una de las regiones que menos producto autóctono consume. Somos más catacaldos y lo queremos probar todo.

En cuestión de vinos aún persiste mucho el Rioja, pero ha llegado un momento en que podemos decir que los vinos catalanes se venden más que los Rioja. Esto no significa, sin embargo, que se vendan más que el resto de vinos. Ahora estamos en un 34% de consumo de vino catalán y deberíamos llegar al 50% en los próximos 5 años.

Llega un momento que decide apostar por hacer vinos de más nivel comprando la bodega Cérvoles. Dice que en ese momento fue una revelación. ¿Sigue convencido de la compra, ahora que ya hace más de 20 años?

En el año 97, desde Castell del Remei, decidimos apostar por los viñedos de montaña y empezamos un proyecto con la Pobla de Cérvoles. Son 30 hectáreas de viña con muchas posibilidades y entre el 97 y 2003 compaginé el trabajo en dos bodegas. Quisimos hacer vinos de montaña porque son más ácidos, tienen más color y los vinos son más gruesos.

Pero, en medio de este ajetreo empresarial, se va del Castell del Remei y Cérvoles y monta Tomàs Cusiné. Cuando las cosas se consolidan, ¿se aburre?

La rutina es muy aburrida. Lo bonito de los proyectos es empezar de nuevo y tirarlos adelante y cuando llevan varios años dejar que funcionen solos. Hemos tenido 4 años muy divertidos y desde 2014 trabajamos conjuntamente las cuatro bodegas, ya que hemos remodelado una línea de vinos y cada año pensamos cosas nuevas que hacer. Hemos cogido una bodega que se había envejecido y la hemos rejuvenecido en todos los aspectos.

Yo hace 30 años que estoy buscando viñedos y eso quiere decir que las viñas por encima de los 500 metros de Lleida las conozco todas. Yo comienzo un proyecto en el Vilosell desde cero y me instalo en la cooperativa del pueblo. La idea era hacer un proyecto pequeñito que ha ido creciendo.

Pero añora Castell del Remei… ¡y vuelve!

Yo siempre he sido propietario de la bodega Castell del Remei y tenía un 49%, luego un 51% y cuando fue posible sumar todo volvimos a trabajar juntos.

¿Cada bodega está proyectada para hacer unos vinos para un público determinado?

Más concretamente, podemos decir que cada bodega tiene una personalidad determinada, pero tenemos un público transversal. Estamos al mismo nivel de precios en todas las bodegas. Creo que cualquier consumidor puede encontrar cosas interesantes en las cuatro bodegas.

Últimamente se habla mucho de vinos ecológicos, biodinámicos… en algunos casos se trata de una moda. En su caso es una línea estratégica a seguir ya que ahora el 80% de las viñas del grupo ya se trabajan con criterios ecológicos.

Yo creo que, aunque hoy puedas tomar la decisión sobre los criterios ecológicos, en unos años será obligatorio. No creo que sea un valor diferencial del resto, ya que simplemente lo veo obligatorio. Creo que si no eres ecológico acabarás perdiendo ventas: no pasa que si eres ecológico venderás más, sino que, serlo, lo veo como una necesidad. El tema de la producción biodinámica me gusta. Quiero investigar, probar e introducirme en ello próximamente.

La calidad de los vinos ha crecido mucho gracias a factores como la investigación, los enólogos y el buen producto y ahora parece que no haya vinos malos. ¿Es así?

No hay vinos malos. El nivel enológico es alto y si tienes una uva mala puedes llegar a hacer un vino aceptable. Lo difícil es diferenciarse dentro de un contexto en que cada vez el nivel es más alto. Aquí entran conceptos de todo tipo: puedes diferenciarte a nivel esotérico, natural, ecológico, etc. Nosotros hacemos 1.200.000 botellas y cómo diferenciarnos es una pregunta muy complicada que nos hacemos cada día. Trabajamos para ser diferentes, es una búsqueda constante de la calidad: el día que piensas que has hecho el mejor vino posible ya la has cagado. La investigación y la mejora no se acaban nunca y además no puedes llegar nunca a hacer el mejor vino. El mejor vino no existe: puede haber algunos que te gusten más que otros. Lo que resulta más difícil es vender caro, allí es donde te diferencias.

Con el vino, lo que yo pretendo es transmitir un medio de alegría, que la gente lo pase bien bebiendo vino y que lo disfrute. ¡Hacer algo que dé placer es la hostia!

¿Cómo se consigue hacer una bodega rentable?

Los beneficios no vienen nunca enseguida, a no ser que tengas conocimientos previos del mercado. Nosotros llevamos 35 años haciendo vino y durante 25 perdimos dinero. En Tomás Cusiné, hasta hace dos años, no fuimos rentables. Durante este tiempo también construyes marca, patrimonio y tienes un valor añadido. En el mundo del vino, la marca no la amortizas sino que la construyes.

En los últimos años también ha invertido dinero en la remodelación de la antigua colonia agrícola que era el Castell del Remei para hacer un centro de enoturismo. ¿El turismo es una manera de dar valor añadido al producto y convertirlo en una experiencia?

Organizamos constantemente visitas y enoturismo en el Vilosell. En el Castell del Remei lo hemos ido haciendo de forma natural: siempre ha sido un centro de reunión y fiestas de la comarca, ya tiene un poso histórico y es más fácil de explotar.

¿Qué quiere transmitir con tus vinos?

Con el vino, lo que yo pretendo es transmitir un medio de alegría, que la gente lo pase bien bebiendo vino y que lo disfrute. ¡Hacer algo que dé placer es la hostia! Que alguien alabe lo que haces te da satisfacción, pero nosotros también somos autocríticos y sabemos en qué nivel nos encontramos. Somos conscientes de la dimensión de nuestra empresa en el mundo del vino, ya que hacer un millón de botellas no es ser un gran productor si nos comparamos con algunas bodegas de Rioja, por ejemplo. Creo que estamos en el buen camino, aunque a mí me gustaría ser más pequeño. ¡Pero cuando construyes y te haces grande no renunciarás a serlo!

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