El escritor Alessandro Baricco fotografiado en Turín por Vanity Fair Italia, 2013. Foto de Alessandro Albert/Getty Images

Baricco y la belleza: cultivar un gesto de hace 2.800 años

Baricco ha protagonizado la conferencia inaugural del Clàssics, un festival multidisciplinar dedicado a la cultura clásica que se ha ingeniado la Casa dels Clàssics, la entidad continuadora de la colección Bernat Metge, dentro del grupo Som.

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l pelo canoso algo despeinado del novelista, dramaturgo y periodista Alessandro Baricco, le da un aire ligeramente desaliñado, que ofrece un contraste curioso con su manera de expresarse: preciso, poético, contundente, dominando en todo momento el escenario, el tono, la dicción y aquello que quiere transmitir, sin perder pizca de profundidad. Dio buena muestra de estos atributos en la conferencia inaugural del Festival Clàssics, un festival multidisciplinar dedicado a la cultura clásica que se ha ingeniado la Casa dels Clàssics, la entidad continuadora de la colección Bernat Metge, dentro del grupo Som.

El festival, coorganizado con el grupo Focus, pretende provocar nuevas miradas y reflexiones sobre el legado clásico. De ahí que su pistoletazo de salida sea especialmente ambicioso: una conferencia de Baricco en torno al concepto de belleza que servirá de fuente de inspiración para los artistas invitados el año que viene al Clàssics. El director teatral Àlex Rigola, el actor y director Josep Maria Pou, la ilustradora Paula Bonet, el poeta y rapsoda Josep Pedrals, el cantautor Roger Mas, la compañía teatral Les Impuxibles, el cineasta Albert Moya, el crítico de cine Àlex Gorina y algún nombre más que próximamente se añadirá, mostrarán dentro de un año sus creaciones nacidas a partir de las reflexiones del escritor italiano, que acaba de publicar The game, un ensayo sobre los efectos de la revolución tecnológica.

La Ilíada es un monumento a la guerra, un canto a la belleza de la guerra, su esplendor se ve por todos lados”, soltó Baricco, después de la lectura, con un traductor al lado, midiendo y masticando cada palabra de su discurso, que no llevaba escrito pero que producía un efecto hondo

La sede del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC), una nave del Poblenou con la azotea del pasado fabril todavía visible, fue el lugar escogido para su conferencia, como si así se quisiera dejar clara, de inicio, la voluntad fundacional del certamen de confrontar pasado y presente. Pero el contraste de verdad lo estableció el autor de Seda y Novecento, al reflotar el concepto de belleza que esconde La Ilíada, el poema épico griego del siglo VIII a. C. atribuido a Homero. Es un poema que conoce a fondo. En 2004 publicó una versión, Homero, Ilíada, que aquí apareció en catalán (La Magrana) y en castellano (Anagrama). Era una versión pensada para ser leída en público (se pudo escuchar en el Festival Grec de 2006), con los distintos personajes que hablan en forma de monólogo. En la conferencia, los actores Clara de Ramon y Marc Rius leyeron dos fragmentos. En el primero, Criseida explica en primera persona cómo es objeto de disputa entre Aquiles y Agamenón. En el segundo, Antíloco narra la muerte de Patroclo, que llevaba las armas de Aquiles, a manos de los troyanos.

¿Qué buscamos cuando buscamos otra belleza? –se preguntó Baricco. “Encontrar y crear una intensidad, una fuerza, una luz que la vida no siempre tiene”.

La Ilíada es un monumento a la guerra, un canto a la belleza de la guerra, su esplendor se ve por todos lados”, soltó Baricco, después de la lectura, con un traductor al lado, midiendo y masticando cada palabra de su discurso, que no llevaba escrito pero que producía un efecto hondo. El mensaje que se filtra por la obra de Homero “es clarísimo”, proclamó. “El destino más alto que se puede esperar es morir en la guerra, más que ganar la guerra”. Y de ahí, poco a poco, con toda naturalidad fue desovillando la madeja, para virar hacia donde quería ir a parar. Este influjo de esplendor de la guerra todavía llevó a su abuelo a las trincheras, con 19 años, a la primera guerra mundial. “Pero nosotros no estamos en un mundo tan obtusamente machista –la conferencia la pronunció el 25-N, día contra la violencia de género– y hemos llegado a ser capaces de tener otra belleza, que no es la de la guerra”. ¿Pero por qué son bellas las historias homéricas? “Porque allí vibra la vida con una intensidad excepcional”, afirmó. Y, por lo tanto, ¿qué buscamos cuando buscamos otra belleza? –se preguntó Baricco. “Encontrar y crear una intensidad, una fuerza, una luz que la vida no siempre tiene”.

“Hace 2.800 años que nos intentamos sacar el casco, casi hemos llegado; a todo eso lo podemos llamar crear una nueva belleza” (…) esa otra belleza “construida en pequeños gestos cotidianos, en detalles, en los deseos que cultivamos, en los momentos más sencillos de la vida”

La diferencia es que ahora, “en lugar de irla a buscar en los límites de la muerte, la vamos a buscar junto a la paz”. “Aun reconociendo que debemos aceptar el recuerdo de cuando éramos bestias de combate”, buscamos “otro destino”, sentenció. Si La Ilíada es un monumento a la guerra, al mismo tiempo es una historia punteada por otra idea de belleza: siempre “hay alguien que dice que tarde o temprano nos encontraremos con que no podemos vivir más así”. Y estas palabras –añadió– Homero las pone en boca de las mujeres. Esta otra idea de belleza la ejemplarizó con una escena que describió con todo tipo de detalles, estableciendo paralelismos con el western y evidenciando los despropósitos machistas de muchas escenas. Es un artista creando complicidad con el público. Baricco lo hizo viajar hasta el momento en que Héctor, jefe de los troyanos, entiende que perderán la guerra y vuelve a la ciudad para ofrendar a los dioses: se encuentra a su madre, a su amante (Helena, “es como Scarlett Johansson”, se permitió apuntar), a su mujer (Andrómaca) y a su hijo. Andrómaca lo abronca: “¡Estáis todos como una cabra! ¿Que no os dais cuenta de lo que estáis haciendo?” Y Baricco añadió con socarronería: “Acordaos cuando os venga un instinto guerrero, ni que sea en un campo de fútbol; ¿qué estáis haciendo?”

Antes de volver a la batalla, Héctor quiere coger a su hijo. Pero cuando el niño lo ve se echa a llorar. “Y Héctor hace un gesto grandioso, coge su casco y se lo saca; el niño mira a su padre y deja de llorar”. Por esta vía poética, Baricco coronaba una manera de explicar la historia, la literatura y la belleza con la que se había puesto a los asistentes en el bolsillo: “Nos llevamos este gesto con nosotros, hace 2.800 años que nos intentamos sacar el casco, casi hemos llegado; a todo eso lo podemos llamar crear una nueva belleza”. Baricco defendió así esa otra belleza “construida en pequeños gestos cotidianos, en detalles, en los deseos que cultivamos, en los momentos más sencillos de la vida”. “Intentamos acabar un gesto que se inició hace tantos y tantos años…”