Las arquitectas fundadoras de Cierto Estudio, Marta Benedicto, Ivet Gasol, Carlota de Gispert, Anna Llonch, Lucia Millet y Clara Vidal. © Marta Vidal
En una manzana estratégica entre la plaza de las Glòries y el 22@, Cierto Estudio propone una nueva forma de entender la vivienda pública en Barcelona. En 2017 ganaron el concurso del ‘Institut Municipal de l’Habitatge i Rehabilitació de Barcelona (IMHAB) con La Comunitat Habitacional, un plan urbanístico pensado para fomentar comunidad, adaptarse a los modelos de vida actuales y reducir el impacto ambiental. En esta entrevista, conversamos con ellas sobre el plan urbano, el diseño del bloque A —que está a punto de completarse— y los desafíos y aprendizajes de diseñar vivienda pública desde una mirada joven, crítica y colaborativa.
— ¿Cuál fue la estrategia urbana definida a través de ese Pla Especial de Millora Urbana (PEMU) de la manzana de Glòries?
— El PEMU debía definir la manzana formada por las calles Castillejos, Casp, plaza de las Glòries y la Gran Via de les Corts Catalanes. Con La Comunitat Habitacional, propusimos una transición entre los tejidos: el del Eixample (con la trama homogénea diseñada por Cerdà(, la plaza que se convierte en el nuevo parque de las Glòries, y el 22@, de edificios más alto. Así que la estrategia principal fue crear dos volúmenes, uno más alto (con planta baja y 11 pisos) que el otro (con planta baja y 7 pisos, con patios interiores privados por los que se accede a los edificios y un pasaje público de la Gran Via a la calle Encants Nous para conectar dos equipamientos centrales de la zona: el Mercat dels Encants y el nuevo parque de las Glòries. También se planteó alinear los forjados entre los cuatro bloques que conforman la manzana, así que la planta baja asume el desnivel del terreno y cambia de altura para lograr esa ordenación. De esta forma, se homogeniza el conjunto, aunque sean cuatro diseños diferentes, y se aprovecha una planta común para fomentar la comunidad entre las 238 viviendas de la manzana.
— ¿Cómo fue el proceso una vez ganado el concurso para la construcción de estas viviendas?
— A partir de entonces, detallamos alineaciones obligatorias, voladizos, alturas. Fue una conversación y un proceso colaborativo con el Syuntamiento y las instituciones locales, además de los equipos ganadores de los otros bloques (que estaban conformados por varios estudios de arquitectura). A partir de unas reglas básicas, cada equipo ha desarrollado una solución distinta.
— ¿Qué finalidad perseguíais con el diseño de las viviendas del bloque A de esta manzana?
— Nuestra principal preocupación era repensar la vivienda porque habitamos pisos que son iguales desde prácticamente hace un siglo. Así, decidimos pensar una vivienda a partir de los distintos modelos familiares y de convivencia que existen actualmente. Por ejemplo, planteamos repensar las jerarquías de los espacios así que propusimos un tablero neutral de habitaciones de tamaños muy parecidos. Nos preguntábamos si debíamos ser las diseñadoras quienes decidiéramos que una habitación fuera doble o simple o el formato de un salón. Así que terminamos diseñando una unidad que se compone por una malla con una rótula girada a 45 grados, con conexiones en diagonal y que evita espacios muertos. La idea de esa rótula central, que es el lavabo, se repitió en la fachada para crear meandros en las pasarelas exteriores comunitarias y disponer la cocina como el espacio protagonista de las viviendas: estos quiebres en la fachada amplían el espacio de uso de las viviendas. La dimensión de la pasarela permitió incluir patios alargados que sirven de amortiguador hacia el interior de las viviendas y crear espacios más íntimos. Con esta malla, la configuración general de cada planta puede modificarse en el tiempo, cambiar conexiones y mover accesos. La estructura permite que sea posible ampliar o reducir el número de estancias por piso.
— ¿Y la estrategia constructiva?
— Apostamos por la madera: propusimos una estructura con madera contralaminada CLT para disminuir la cantidad de CO2 que emite una construcción y contar con un material más eficiente y sostenible. Lamentablemente, la normativa ha implicado revestir los paneles y sobredimensionar la cantidad de madera, porque se espera que este material trabaje igual que el hormigón.
— ¿Cuál ha sido el reto más importante de este proyecto?
— Por un lado, es el primer edificio de vivienda pública que hemos terminado como estudio. Por otro lado, la coordinación de los equipos, formados por personas diversas y con experiencias importantes, también ha sido un reto complejo, así como también lo ha sido el tiempo de desarrollo del proyecto, que se ha alargado desde 2017 hasta este año. Pese a todos estos retos, también ha sido el proyecto que nos ha permitido formalizar el estudio.
— Además, habéis asumido este reto desde un equipo de seis personas al mismo nivel. ¿Cómo es este proceso de trabajo colaborativo?
— Para nosotras ha sido un proceso muy natural. Somos amigas des de la carrera y algunas desde el colegio, nos entendemos y tenemos intereses comunes. Nos juntamos mientras desarrollábamos el proyecto de final de carrera porque necesitábamos retroalimentación constante. Luego empezamos a presentarnos a concursos conjuntamente porque teníamos ganas de cambiar cosas, de repensar. Trabajamos de una manera muy horizontal, puede ser que tardemos más en tomar decisiones importantes porque hay más debate. Aunque un proyecto lo gestione solo una o dos socias, se incluyen las visiones de todas y del resto del equipo.
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